Revista Opinión

La edad no es sabia, lo son las personas

Publicado el 25 junio 2015 por Hugo
o contra el edadismo infantil y juvenil:
La creencia según la cual las personas de más edad saben más de la vida, porque supuestamente tienen más experiencia, se nos inculca a tan temprana edad que nos aferramos a ella pese a que la realidad demuestra a menudo lo contrario. Por supuesto, los artesanos de mayor edad tienen más experiencia en su oficio, y los científicos de edad avanzada han acumulado, en ocasiones, más «saber» en sus cabezas, pero ni una cosa ni otra tienen mucho que ver con la sabiduría vital a la que nos referimos. (...) ¿Qué hay, pues, de esa sabiduría de las personas de edad, que en su infancia se vieron obligadas a aprender que la decencia sólo se adquiere a costa de los sentimientos genuinos, y que estaban orgullosos de haberla conseguido? Como les estaba prohibido sentir, se hicieron incapaces de percibir hechos de importancia vital y de aprender de ellos. ¿Qué pueden transmitirnos esas personas hoy? Intentan legar a las nuevas generaciones los mismos principios que sus padres les transmitieron un día, en la firme creencia de que se trata de principios buenos y útiles. Pero son los mismos que aniquilaron en ellos la capacidad de sentir y de percibir. Y, si uno ha perdido la facultad de sentir por sí mismo y con los demás, ¿de qué sirven las prescripciones y sermones moralistas? Como máximo, para hacer posible adoptar las actitudes más absurdas sin que éstas llamen la atención, porque son compartidas por muchos. De tal modo es posible que ciertos políticos se declaren cristianos y al mismo tiempo promuevan la producción de armas cinco millones de veces más mortíferas que la bomba de Hiroshima. Si semejantes políticos son capaces de defender sin problemas la necesidad de una absurda carrera de armamento, es porque aprendieron hace ya mucho tiempo a no sentir nada. (...) Igual que un niño asume su propia muerte espiritual a fin de mantener en pie la ilusión del padre inteligente y previsor que en realidad nunca tuvo, así los soldados marchan al frente a luchar por un líder que abusa de ellos para esos fines.
Alice Miller, 1988La llave perdida.

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