Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres.
Pitágoras de Samos
- Mónica Soldevila-
En los últimos años ha habido un incremento importante de padres que no pueden controlar a sus hijos preadolescentes. Esto se plantea desde una serie de problemas que han aparecido en la convivencia diaria dentro del seno de la familia; que afecta directamente a la escuela debido, probablemente, a que los padres no han sabido enseñar a sus hijos que, además de tener derechos, también deben cumplir con ciertas obligaciones. Cuando un niño que en casa nunca ha tenido límites llega a la escuela, si los padres no colaboran con ésta, seguramente el niño no aceptará las normas y no respetará al resto de compañeros ni al profesor. Para que un niño respete a sus profesores y valore la escuela, los padres también deben hacerlo.
No se puede concebir la educación de un menor sin la colaboración de sus padres, pues ésta corresponde, en primer lugar, a los padres y, en segundo lugar, a toda la sociedad. La mayoría de los padres saben proteger a sus hijos pero educarlos es una tarea muy difícil para la que no existe un plan de formación. La educación y la protección van unidas y se complementan hasta tal punto que resulta difícil distinguirlas. Se considera desprotección, por ejemplo, cuando una familia no lleva a sus hijos al colegio por las consecuencias que este hecho puede desencadenar. En el caso de que los padres no cumplan con sus obligaciones aun no peligrando la vida del niño -la desprotección infantil es una realidad compleja y heterogénea que puede manifestarse con distintos niveles de gravedad que requieren respuestas diversas-, cualquier menor en una situación de riesgo es obligación de toda la sociedad, tal y como dicen los artículos 13 y 14 de la ley de protección del menor:
Artículo 13. Obligaciones de los ciudadanos y deber de reserva.
1. Toda persona o autoridad, y especialmente aquellos que por su profesión o función, detecten una situación de riesgo o posible desamparo de un menor, lo comunicarán a la autoridad o sus agentes más próximos, sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que precise.
2. Cualquier persona o autoridad que tenga conocimiento de que un menor no está escolarizado o no asiste al centro escolar de forma habitual y sin justificación, durante el período obligatorio, deberá ponerlo en conocimiento de las autoridades públicas competentes, que adoptarán las medidas necesarias para su escolarización.
3. Las autoridades y las personas que por su profesión o función conozcan el caso actuarán con la debida reserva.
En las actuaciones se evitará toda interferencia innecesaria en la vida del menor.
Artículo 14. Atención inmediata.
Las autoridades y servicios públicos tienen obligación de prestar la atención inmediata que precise cualquier menor, de actuar si corresponde a su ámbito de competencias o de dar traslado en otro caso al órgano competente y de poner los hechos en conocimiento de los representantes legales del menor, o cuando sea necesario, del Ministerio Fiscal.
Las situaciones de riesgo serán comprobadas y atendidas por los Servicios Sociales Municipales de cada localidad. Se considera situación de riesgo para el menor, aquella que, por circunstancias personales, interpersonales o del entorno, ocasiona un perjuicio para el desarrollo y/o bienestar personal o social del mismo aunque no sea necesaria la asunción de la tutela por ministerio de la ley para adoptar las medidas encaminadas a su corrección.
En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, existe el teléfono del menor 900 10 00 33, es un teléfono gratuito para el público, que funciona ininterrumpidamente las 24 horas del día, todos los días del año. Tiene como objetivo general centralizar las llamadas telefónicas que denuncien o pongan de manifiesto presuntas situaciones de riesgo o desamparo de menores de edad.
Asimismo, si un ciudadano detecta una situación de riesgo en un menor, bastará con comunicarlo a la policía local, quien la derivará a los organismos competentes para su investigación o intervención. Estas situaciones pueden ser, entre otras, las siguientes:
*Abandono, negligencia y aislamiento del menor.
*Absentismo escolar.
*Abuso sexual.
*Consumo de drogas, alcohol.
*Malos tratos físicos.
*Malos tratos psíquicos.
*Mendicidad.
*Problemas escolares.
*Problemas de conducta (delincuencia, etc.).
*Problemas de relación con padres y/o hermanos y/o familiares.
*Problemas judiciales.
*Soledad.
*Trastornos psicológicos.
En la cadena de responsabilidades sucesivas, después de los padres, les toca a los servicios sociales suplir la incapacidad educativa de éstos para lograr la adaptación social de sus hijos.
Muchos de los problemas a los que se enfrentan los padres actualmente tienen que ver con los derechos de los niños. En los últimos años se ha dado mucha publicidad a éstos, dejando de lado sus obligaciones. Hemos pasado del modelo de familia autoritaria al de familia permisiva. Llegando los padres hasta el punto de no poder controlar a sus hijos, a pesar de que la obligación del menor de obedecer a sus padres está recogida en el Código Civil:
Art. 154.
El padre, y en su defecto la madre, tienen potestad sobre sus hijos legítimos no emancipados; y los hijos tienen la obligación de obedecerles mientras permanezcan en su potestad, y de tributarles respeto y reverencia siempre.
Los hijos naturales reconocidos, y los adoptivos menores de edad, están bajo la potestad del padre o de la madre que los reconoce o adopta y tienen la misma obligación de que habla el párrafo anterior.
Art. 155.
El padre, y en su defecto la madre, tienen, respecto de sus hijos no emancipados:
1.º El deber de alimentarlos, tenerlos en su compañía, educarlos e instruirlos con arreglo a su fortuna, y representarlos en el ejercicio de todas las acciones que puedan redundar en su provecho.
2.º La facultad de corregirlos y castigarlos moderadamente.
Es decir que, los progenitores tienen la obligación legal de educar a sus hijos, pudiendo incluso corregirlos y castigarlos, y los hijos la de obedecer y respetar a sus padres. Nadie dijo que educar fuera fácil. El modelo educativo de hace unos 30 años, era mucho más sencillo de aplicar que el que defendemos actualmente los educadores, casi no había ni que pensar; solía terminar la rabieta o la desobediencia en una bofetada. Hoy en día tienes que utilizar el diálogo y dedicar mucho tiempo a la educación de los pequeños. A muchas familias, en la sociedad actual, caracterizada por el estrés y el poco tiempo libre, esto se les hace una montaña y acaban dejando al niño hacer lo que quiere, bien porque llegan cansados del trabajo y sin ganas de discutir o bien porque no tienen ni idea de cómo hacerlo. A veces con los niños tienes la sensación de que no estás consiguiendo nada. En muchas ocasiones, el problema se presenta en niños cuyos padres se han separado o divorciado, éstos acaban siendo manipulados por sus hijos sin darse cuenta. Son niños con una autoestima muy elevada que gozan de demasiada libertad y suelen conseguir todo lo que quieren mediante chantaje emocional a sus progenitores que, enfrentados, olvidan su papel como educadores por temor a que el niño deje de quererles, o quiera más al otro progenitor.
Como dice el Juez de menores, Emilio Calatayud, en su libro Reflexiones de un juez de menores:
“…el perfil de un niño maltratador se adecúa al de un chaval de clase media, hijo de abogados, de médicos, de profesionales liberales de cierto éxito, por lo que no está asistido por los servicios sociales. Ocurre además que a esos padres (y también a quienes rodean al chaval) les cuesta muchísimo admitir el problema, mientras que cuando el delito es cometido por un menor de procedencia menos acomodada, el reconocimiento del problema por parte de sus progenitores es mucho menos costoso”.
Por lo tanto, si hemos decidido tener hijos, tendremos que plantearnos seriamente su educación y asumir nuestra parte de responsabilidad. No podemos ser amigos de nuestros hijos, sencillamente porque somos sus padres. Si nos convencemos de que el papel de padre es mucho más importante que el de amigo, y no esperamos que un niño comprenda que le estás educando ni por qué, todo será más fácil –esto lo entenderán cuando sean padres- pues, debemos preparar a nuestros hijos para la vida, en la que hay normas y horarios, en la que uno no puede hacer solamente lo que desea porque hay otras personas que también tienen derechos. Debemos formar personas responsables y respetuosas, capaces de pensar por sí mismas y de desenvolverse socialmente.
El colegio puede proporcionar conocimientos y habilidades tales como relacionarse con otros niños y con otros adultos distintos de sus padres. Pero los padres son los que transmiten la forma de comportarse y de ver el mundo, las normas de convivencia, urbanidad y buenos modales, los valores morales y los principios básicos como persona. No debemos olvidar que los niños imitan. Probablemente aprenderán más de lo que te ven hacer que de lo que les dices que hagan. Los padres deben ser un modelo a seguir para sus hijos. No puedes pedirles que recojan sus cosas si tú lo dejas todo desordenado; no puedes pretender que pidan perdón si tú nunca te has disculpado delante de ellos o con ellos; no puedes obligarles a comerse las verduras si tú no te las comes…
Hay situaciones muy frustrantes para un maestro, que por desgracia se dan demasiado actualmente: citas a los padres a una reunión porque vas a tratar el tema del comportamiento y la atención en clase y, los mismos padres, interrumpen al profesor, arrastran sillas, se ponen a hablar por el móvil, te preguntan lo que acabas de explicar… Difícilmente un niño aprenderá a comportarse si los padres no saben. El colegio no puede educar a los padres, aunque, en ocasiones lo intentamos. Los servicios sociales municipales de todas las ciudades han tenido que intervenir un gran número de veces con familias que, entre otras cosas, no lavan la ropa de sus hijos, no les dan almuerzo, no compran el material escolar, no saben que si estamos a 32ºC de temperatura no pueden ponerle un jersey de lana a su hijo, no les llevan al médico, no les ponen gafas cuando las necesitan… Si familias con una buena posición económica y un alto nivel cultural, pasan por situaciones problemáticas con sus hijos, imagina la gente que está pasando situaciones de paro, problemas de pareja, depresiones… entonces el problema se agrava.
Educar correctamente a un hijo puede convertirse en una labor difícil y molesta. Pero si el esfuerzo que conlleva educar te preocupa, piensa en las consecuencias de no hacerlo. Probablemente ninguna inversión es tan rentable para la familia y para la sociedad como la educación de los hijos.
El mundo es por naturaleza inestable y, los hijos, a lo largo de su vida, pasarán por cambios sociales, políticos y económicos. Ningún legado material les va a garantizar el futuro, sólo una buena educación les preparará para adaptarse a cualquier cambio; siendo personas capaces de tomar sus propias decisiones con responsabilidad, emprendedoras, emocionalmente felices y capaces de transmitir afecto.
Te recomiendo leer también: LAS COMPETENCIAS SOCIALES
BIBLIOGRAFÍA:
Emilio Calatayud. Reflexiones de un juez de menores. Ed. Dauro 2008
Guillermo Ballenato. Educar sin gritar. La Esfera de los Libros, S.L. 2007
Dr. Francisco Kovacs. Aprendiendo a ser padres. El método Kovacs. Ed. Planeta 2011
La Constitución Española (1978)
http://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1978-31229
Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil.