Todo cambio de época conlleva un cambio de estilos de vida, de idiosincrasia, de utilización de los recursos y conocimientos ya existentes y de construcción de unos nuevos; ya sea en base a lo anterior, innovando (conectando lo que ya hay de maneras nunca antes vistas) o creando desde cero.
Como no podía ser de otro modo, la propia educación ha sido objeto de revisiones, replanteamientos y reformulaciones. Desde la aparición de corrientes desescolarizadoras hasta la gestación de tribus de aprendizaje en torno a temas muy específicos y super-especializadas en ámbitos concretos; hemos sido testigos -y por fortuna no siempre pasivos- de su evolución.
El presente ensayo (reconvertido en post para mi blog) trata de conjugar mis reflexiones personales acerca de los resultados de ambos progresos: el de la época que habitamos y el de la educación tal como la conocemos, en ambos casos centrándome en lo más actual y diverso que haya llegado a mi conocimiento.
No descarto ningún tipo de fuentes, incluyendo ficciones populares que pudieran servir de motivación, inspiración o estímulo para plantear escenarios de cambio.
En resumidas cuentas, querido lector: esto puede ser un gran pajote mental. Pero me permito recordar que de muchos de esos, en los que creímos y por los que apostamos en su día, es de donde ha nacido nuestra sociedad actual.
Este texto es de esos que puede poner los dientes muy muy largos a los fans de la ciencia ficción, el manga/anime y las tecnologías. Y hasta darles ideas para hacer mejor nuestro mañana, si andan a la caza de inspiraciones.
Todo lo que pido es que esta vez no dejen de lado a los educadores. Que luego nos quejamos de que los profes no están motivados y de que la abuela fuma. 😉
¿Qué tiene que ver la educación con el cambio?
Educar es, en uno de sus sentidos originales, el acto de extraer al sujeto (ēdūcere) de su hogar, es decir, de lo único que había conocido hasta entonces, para introducirlo al resto del mundo.
En los tiempos que corren, el símil más utilizado es el de hacer salir a los individuos de su zona de confort, aunque algunos más bien proponemos expandirla. No tiene sentido cargarse la experiencia óptima de sentirte a gusto, capaz y contento haciendo lo que haces por irte demasiado lejos de tu área de expertise.
Arriesga, pero con cabeza, primo.
De ello podemos colegir (sacar como conclusión, para los de la LOGSE) que, en uno de sus aspectos más primarios; la educación no sólo forma parte del cambio de las épocas, sino que su papel es de conductora en ocasiones, de vehículo en otras y a la vez -indistintamente de si es una cosa o la otra en cada momento- de camino seguro hacia un cambio que pretende ser beneficioso.
Educar es, en otro de sus sentidos primarios, el acto de guiar amorosamente al individuo a explorar, aprovechar y realizar todo su potencial. Criarlo. Ayudarlo a crecer (educāre).
Dicho de otro modo, es acompañar al otro en la tarea de construir y desarrollar la actitud del cuidado de sí. El famoso complemento al conocerse uno mismo; conceptos ambos que manejaban los griegos en sus días.
Podría extenderme mucho más al respecto de tal viaje gracias a la cátedra del genial profesor Fernando Bárcena y la primorosa relación que crea entre autores como Hannah Arendt, Friedrich Nietzsche y Michel Foucault, pero prefiero animar a quien lea estas líneas a acudir a sus clases como oyente.
No quiero desmerecer su calidad intentando emular su trabajo.
Añadiría también aquí, como matices del tal “cuidado de sí mismo” (cojonudito el término), unos pensamientos del premiado escritor Imre Kertesz, como ese en el que se define como una identidad que se construye a sí misma.1
Podría ir un poco más allá y citar a mi maestro de artes marciales más reciente (pues tengo la suerte de haber tenido varios), quien dijo un día -y no exento de razón- que somos una obra en perpetua construcción.
Eternamente inacabados, y siempre buscando completarnos.
Quizás así justificaría el acto de educar y su razón de ser, por más que pudiese parecer autotélico (un acto cuyo sentido está en sí mismo y en su propia realización, para los de la LOGSE de nuevo) y ajeno a la necesidad de buscarle el sentido.
Cosa que, si vives en la sociedad actual, verás que no es así.
Demasiadas personas se matan por verle un sentido a la educación, en vez de abandonarla y tratar de tener la suerte que la cultura pop nos vende que otros tuvieron.
Quizás así sería una idea más firmemente asentada, y llegaría a catalogarlo como la manera más propia y cercana a uno mismo de edificar el propio ser; la forma más primaria y más íntima de elaborarse en relación e interacción con el mundo y los otros, y a la vez en conexión con el momento presente.
El cambio de épocas actual y una propuesta educativa para afrontarlo
La vida es un cambio constante, y lo que no se adapta, desaparece.
Cambiar conlleva efectuar aprendizajes nuevos y mantenerlos mientras sirvan.
Donde haya aprendizaje, habrá también quien quiera optimizarlo sacando el mejor partido posible de la experiencia y de los recursos empleados.
En otras palabras: siempre habrá, por tanto, educadores.
Y es bueno que así sea. Siempre que logren superar el estancamiento y la comodidad del mínimo esfuerzo. Es uno de los males que afectan a los sistemas educativos actuales.
Para alguien interesado en saber cómo salvarlos, aconsejaría recurrir a la obra de Simons y Masschelein.2
Su Defensa de la escuela es un buen mazazo que rompe las pajas mentales que nos vuelven cortos -de mente y de miras- en cuanto se refiere a la institución educativa. Gente así nos evita avanzar a ciegas pidiendo el fin de la escuela misma en su totalidad, sin ser plenamente conscientes de lo que pedimos.
Aunque también es comprensible la demanda de transformación o trascendencia.
Nuestra sociedad está saltando de la era post-industrial y del boom de las tecnologías de la información y la comunicación a dos tendencias muy notorias: globalización e hiperconexión. Se nota especialmente en la revolución que han supuesto los webinars, aulas virtuales, seminarios en vídeo disponibles en canales digitales y sitios web (gratuitos o de pago); tanto de universidades y otros entes del sistema educativo regular como de profesionales y agentes privados.
Incluso las redes sociales, como Facebook, se utilizan para construir grupos de debate privados. Yo mismo tengo mi Comunidad de Aprendizaje virtual, que me ha dado oportunidades excepcionales para participar en experiencias de formación a distancia, o crearlas yo mismo mezclando presencia virtual con presencia física.
Por eso me maravilla lo que puede hacer la gente si le entran ganas de complicarse un poco, en vez de comprar el currículo del departamento tal cual lo recetan.
Algunos profesores, incluso, se atreven a prescindir del papel y utilizan una mezcla de Twitter y de clases grabadas con distintos formatos, destacando el de píldoras de formación, como es el caso de mi profesor de Pedagogía Social durante mi último año de carrera.
E incluso así, no viene de ahora esto de innovar.
Es la manera menos invasiva que hemos ideado por el momento de recorrer el camino que otros imaginaron hace ya varios años.
En cuanto fueron conscientes del potencial de nuestro desarrollo tecnológico, algunos pensadores, estudiosos y científicos hablaban, ya desde los años 60, de un salto al transhumanismo.
A una nueva forma de entender nuestra evolución como especie, donde el ser humano empiece a modificar no sólo el entorno y sus hábitos -como hasta ahora- sino que hasta su propio organismo; usando dispositivos integrados de todo tipo.
En cierta manera ya se ha logrado algo parecido a ese deseo, y de formas poco agresivas por lo general. Casi todo el mundo cuenta con un mini-ordenador en el bolsillo, que además cuenta con acceso a Internet y línea telefónica constante.
Hemos conseguido generar una mente-colmena. Y de paso, dejar una presencia que nos sobrevivirá, la cual fue bautizada como huella digital.
A ello se le suma el desarrollo de dispositivos y tecnologías de realidad aumentada y virtual, así como de nuevas interfaces para el manejo de las tecnologías de la información, que pretenden revolucionar la forma en que experimentamos nuestra realidad y abrir nuevos medios de aprendizaje y presencia.
Todo un regalo para las generaciones que vendrán…
Pero ya no nos basta con dejar un legado, sea del tipo que sea.
Queremos idear y lograr formas de que nuestra propia conciencia, tal como la conocemos, sobreviva al cuerpo que habita… Queremos conocer cómo funcionamos realmente, y poder salvar ese funcionamiento y mantenerlo intacto.
Y de ahí salen experimentos y proyectos dedicados a mapear el cerebro, como es el caso de Blue Brain, así como ficciones que exploran lo que pasaría si logramos esa separación entre conciencia y corporalidad. Aunque…
Probablemente no sepas que esto ya lleva en marcha desde 1924.
Fue mucho más tarde cuando se acuñó la idea de una interfaz directa entre el cerebro y las máquinas, y el término para ella (interfaz cerebro-ordenador, en un alarde de ingenio).
Pregúntale a gente como Elon Musk, que cuenta con un proyecto para conectar nuestros cerebros a Internet mediante una cosita que llama neural lace (red neuronal, como traducción aproximada). Probablemente te diga que ha considerado cómo lograr ese avance nos permitiría sobrevivir a nuestros cuerpos, y un par de cositas más.
¿No es sorprendente? A mí me gusta y me asusta a partes iguales.
Visto lo visto… Con un poquito más de tiempo, ingenio y paciencia se darán, entonces, dispositivos más versátiles y todavía más integrados con el organismo humano, en vez de ser únicamente wearables, como hasta ahora.
Siempre y cuando no nos dejemos frenar por la bioética, más allá de lo estrictamente necesario. Tal es al menos la intención de distintos colectivos que se dedican al biohacking, es decir, a la modificación corporal intencionada con el fin de incorporar elementos tecnológicos al cuerpo humano.
No te preocupes. Lo hacen sobre sus propios cuerpos.
Nadie va a venir a raptarte para meterte un chip que no quieres llevar… Je.
El más extremo de estos colectivos, conocido en el panorama de los biohackers como grinders, pretende alcanzar un verdadero estadio de transhumanismo a través de la hazaña que ya os comentaba: desvincular la conciencia del ser humano de su cuerpo y verterla en bases de datos, pero sin perder las cualidades que la hacen humana.
Se distinguen de otros colectivos de biohackers por el hecho de saltarse las implicaciones éticas y efectuar modificaciones más arriesgadas en sus cuerpos, comparadas con las que llevan a cabo los demás.
No son raros los que utilizan cosas tales como aparatos biométricos, nootrópicos (diversos medicamentos y sustancias que mejoran las funciones mentales, con una intención similar a la del componente sintético ficticio “NZT” en la película y serie televisiva Sin Límites, por si te suena); injertos de chips NFC para el control domótico e implantes magnéticos para las puntas de los dedos.
Uno de los más cacareados en el gremio es famoso por ser el primero en utilizar terapia génica para mejorar su condición y su esperanza de vida. Ahí es nada.
Los que no se consideran grinders, en tanto, abogan por un uso más responsable de esta clase de modificaciones, aunque también se practican las intervenciones por sí mismos. En ambos casos se comparten los resultados en comunidades de aprendizaje interdidacta.
Por ahora se carece de integración en el tejido de la sociedad al no estar regulada ni supervisada la práctica de estas modificaciones ni la obtención de sus componentes.
Pero demos un cambio de tercio, por favor.
Esto se ha puesto un poco durillo, así que quiero saltar a una serie de aplicaciones que ya son reales. Conozco varios proyectos emergentes en estas áreas, de hecho.
En cuanto al aprendizaje mediante AR y VR (a través de las tecnologías de realidad aumentada y virtual, vaya), se plantea la posibilidad tan curiosa de que todos aquellos aprendizajes necesarios, pero en los que se pueda poner en peligro la propia seguridad e integridad o la de otros -como podría ser el caso de aprender a conducir vehículos, o a realizar intervenciones quirúrgicas-, puedan ser efectuados a través de simulaciones virtuales y, en fases más avanzadas, en vivo y en directo guiados por alguien que nos acompaña al otro lado de una interfaz wearable.
En este segundo caso, también cabe otra magnífica posibilidad: uno mismo podría participar de la experiencia como acompañante, presenciándola desde otros ángulos (incluyendo el POV -punto de vista, por sus siglas en inglés- del individuo que porta el dispositivo), logrando así observar una actuación profesional y recibir una formación práctica más directa y personal, todo ello antes de salir al ruedo.
Para que no se diga que Google Glass no habría tenido aplicaciones prácticas y que sería únicamente un cacharro potencialmente indiscreto.
Una exploración más fantástica de este tipo de avances en aprendizaje se puede ver en la cultura popular de la mano de los hermanos Wachowsky en su trilogía de películas Matrix, ya que su idea de la red neuronal permitía instalarle aprendizajes al cerebro.
Si has visto las películas, recordarás a Neo diciendo “ya sé kung-fu…”, ¿verdad?
Pues de eso va la cosa. Hay algo parecido en Outlander, cuando el viajero de las estrellas aprende un gran volumen de información (la cultura local y el idioma, principalmente) con una máquina que se lo inyecta a través de los ojos.
Y lo único malo que saca es una leve hemorragia nasal.
Yo pagaría ese precio encantado.
El mismo concepto, aplicado principalmente al ocio (y posteriormente a muchos más aspectos a medida que avanza el argumento) podemos verlo en la serie de ficción japonesa Sword Art Online, que se compone de novelas, dibujos animados, cómics y videojuegos por el momento.
En ella se logra crear una tecnología capaz de volcar el alma y la conciencia humana y modificarla sustancialmente… Algo que a los transhumanistas podría parecerles su particular “El Dorado”.
Y todo comienza con una tecnología capaz de separar la mente del cuerpo, bloqueando éste para que no se dañe al imitar los movimientos que se hagan dentro de la simulación, y estimulando el cerebro para crear el entorno de realidad virtual directamente dentro de la conciencia del sujeto, en lo que llaman Tecnología de Realidad Virtual de Inmersión Completa (FullDive, para resumir).
Aterricemos un poquito más, si quieres…
En una línea parecida de investigación, pero esta vez en el mundo real, se han dado resultados favorables en cuanto a incrementar el ritmo de aprendizaje estimulando de forma intencionada el cerebro de personas mientras estaban aprendiendo a realizar una tarea específica, lo cual se hacía tomando como referencia las áreas más activas en el cerebro de personas especialistas en dicha tarea.
El ejemplo aportado en el estudio que encontré fue con una muestra de pilotos de aviación3. Los resultados que se refieren consisten en un aumento de la eficiencia en el dominio de la tarea, que se logra en aproximadamente un 30% menos de tiempo.
Además de esto, acabamos de ver cómo se realizan los primeros intentos de Realidad Virtual de consumo de manos de diversas compañías. Uno de los más interesantes que ha tenido lugar para mi gusto lo hicieron en Japón, en un testeo privado de un simulador de Sword Art Online.
Aquí tienes el vídeo de muestra (tiene subtítulos en inglés y voces en japonés):
Y otro con una prueba detallada por parte de la prensa japonesa:
Teniendo en cuenta estas vertientes que se han puesto en marcha, la mayoría de los especialistas en educación encuentran (si quieren verla, claro) una posibilidad realmente maravillosa e interesante: formar parte de la vanguardia en el progreso de la sociedad transhumanista, estudiando a la vez sus consecuencias e implicaciones y guiando al resto de profesionales de los distintos campos y a toda la población en su conjunto en el desarrollo e implantación de los avances logrados.
Por supuesto, respetando siempre la decisión de quien quiera participar de forma más directa y activa e implicarse a fondo, y la de quien quiera limitarse a observar y analizar.
Quedan así cubiertas las dos especialidades que se mencionan en la presentación que recibí de la titulación de Pedagogía en la Complutense: Investigación Pedagógica e Intervención Socioeducativa (en otras versiones, Teoría Pedagógica e Intervención Pedagógica). Se abre la puerta a nuevas áreas de especialización y práctica laboral, con salidas profesionales limitadas únicamente por los intereses y motivaciones personales de los egresados de esta y otras carreras especializadas en Educación.
De hecho, abordar estos nuevos campos de investigación sería interesante para justificar y mantener la existencia e independencia de ciertos departamentos de las facultades universitarias (e incluso la creación de nuevos campos de estudio adscritos a ellos), ya que podrían desaparecer porque los consideran anacrónicos…
O lo que sea. También puede ser “cuestión de presupuestos”, como siempre.
En concreto, se me ocurre evitar que se carguen los departamentos de Filosofía para convertirlos en una asignatura de esas “aplicadas”; y ser una opción preferible a forzar una fusión -y confusión- con otros departamentos como el de Medición, como se propuso en la reforma de la estructura de las facultades de la UCM que pretende efectuar el nuevo rector.
Dejo a cargo de los lectores y su imaginación las posibilidades que los ámbitos mencionados nos abren. Para alimentar vuestra curiosidad, entre los contenidos referenciados colocaré otros enlaces y materiales que resultan de interés para explorar en profundidad toda esta propuesta.
Ahora, dime…
¿Qué te hace soñar todo esto?
¿Te atreves a compartir conmigo y con mis lectores tu sueño?
No te preocupes por posibles plagios: una idea es solamente una idea, y lo realmente único es la forma que tenemos de hacerla realidad. Eso no te lo podrán quitar jamás. 😉
Y hasta puede que encuentres apoyos para sacarla adelante.
Autor: Sergio Melich (Kheldar)
Pedagogo al 90% y subiendo. Comunicador y mentor por vocación (y pronto, más cositas). Autor de las webs La Vida es Fluir & Play it Sexy!, Aventurero y Heartist (persona comprometida a vivir, crear y obrar con cabeza, corazón y conciencia). Escribo sobre el Buen Vivir: autoaprendizaje, estilo de vida, habilidades sociales, relaciones y más.
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Enlaces de interés, webgrafía, referencias y otros contenidos
Biohacking, el primer paso hacia el transhumanismo. Recuperado desde: http://computerhoy.com/noticias/life/biohacking-primer-paso-transhumanismo-43687
Gee, J. P. (2006). Why game studies now? Video games: A new art form. Games and culture, 1 (1), 58-61.
Jiménez, R. Realidad Virtual, su Presente y Futuro. Recuperado desde: http://jeuazarru.com/wp-content/uploads/2014/10/Realidad-Virtual-2014.pdf
Muensterer, O. J., Lacher, M., Zoeller, C., Bronstein, M., & Kübler, J. (2014). Google Glass in pediatric surgery: an exploratory study. International journal of surgery, 12 (4), 281-289.
Prakhar, P., & Mittal, A. Realisation of Virtual Reality. Recuperado desde: http://www.ijser.org/researchpaper%5CRealisation-of-Virtual-Reality.pdf
- Kertész, I. (2002). Yo, otro. Crónica del cambio. Barcelona: Editorial El Acantilado. Si quieres adquirirlo, haz clic aquí y de paso me ayudas a financiar esta web. ↩
- Masschelein, J., & Simons, M. (2014). Defensa de la escuela: una cuestión pública. Miño y Dávila. Si quieres adquirirlo, haz clic aquí y de paso me ayudas a financiar esta web. ↩
- Choe, J., Coffman, B. A., Bergstedt, D. T., Ziegler, M. D., & Phillips, M. E. (2016). Transcranial direct current stimulation modulates neuronal activity and learning in pilot training. Frontiers in human neuroscience, 10. Recuperado desde: http://journal.frontiersin.org/article/10.3389/fnhum.2016.00034/full ↩