Revista Coaching

La educación, ¿estanca?

Por Juanmarodriguez @juanmariarm

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Algunas personas sienten una fuerza poderosa que les hace mantenerse en su ”insatisfactorio” puesto de trabajo o les impide dar un giro en su “aburrida” carrera profesional e iniciar un nuevo camino.

Esta fuerza a la que me refiero, no es otra que su propio pasado. Están, sin ser conscientes de ello, atados a su pasado. Y sobre todo, están atados a la decisión que tomaron en su día sobre su educación. Como me formé como administrativo, tengo que ser únicamente administrativo.

Recuerdo que con, aproximadamente, 16 años tuve que tomar la decisión si elegir el camino de ciencias o el de letras. Con 18 años, tuve que tomar la decisión de estudiar la carrera universitaria que me dotaría de conocimientos para en un futuro poder acceder al mundo laboral e iniciar mi carrera profesional.

Cualquiera de las decisiones que tomaba, me abrían un maravilloso camino pero al mismo tiempo, me cerraban otros muchos, igual o más maravillosos que el elegido.

Durante ese proceso, no dejé de escuchar mensajes subliminales (y también muy directos) de mis padres sobre lo que ellos pensaban qué sería lo mejor para mí. Por otra parte, conversaba con compañeros y amigos, intercambiando información de qué decisión tomaría cada uno. También, me informaba de las opciones de empleo que existían en ese momento según la profesión escogida. Mi “grandiosa” capacidad para decidir…

Y con todo ello, tomé la decisión.

Ahora, unos cuantos años más tarde, y con otra perspectiva compruebo cómo ha afectado esa decisión educativa en mi vida. Hoy me pregunto, ¿cómo sabía yo la profesión que haría sentirme realizado y que realmente era mi verdadera vocación? ¿Tenía que ver algo con alguna de mis pasiones descubiertas en años posteriores? 

Existen personas que identifican estas decisiones como irreversibles y les lleva a mantenerse en un trabajo que no les satisface lo más mínimo. Piensan que echarlo ahora por la borda es un precio muy alto que no pueden pagar. Siguen, de alguna manera, el concepto económico de “Coste Hundido”. Me ha costado tanto llegar hasta aquí, que aunque no me guste, no puedo tirarlo por la borda. Imagina que adquieres unas gafas carísimas. Una vez empiezas a usarlas compruebas que te son incómodas pero no las tiras, claro, te han costado tanto dinero.

En ocasiones, la falta de satisfacción se ve compensada con un reconocimiento, un status, un ingreso económico. O quizás, eso suponga un obstáculo adicional al del pasado para poder pasar a la acción y realizar aquello que nos llena, nos apasiona.

Encontraremos dos tipos de lamentación. Por una parte, personas que lamentan abandonar aquella profesión que tantos años han dedicado. Por otra, la que tienen las personas que alcanzan una edad avanzada, miran hacia atrás y lamentan no haber dejado el trabajo que no les llenaba ¿Cuál pesa más para ti? 

Si mis motivaciones, mi personalidad, mis aspiraciones, son muy distintas a las que tenía con 16 años, ¿no lo puede ser mi profesión?

Acaso no vamos evolucionando en nuestras relaciones, en nuestros pensamientos,… ¿qué nos frena para no hacer lo mismo en el terreno profesional?

“Los carpinteros dan forma a la madera. Los flecheros dan forma a las flechas. Los hombres sabios se dan forma a sí mismos” (Buda)


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