Comienza Miguel Delibes su libro “El mundo en la agonía” diciendo que su contenido constituye un llamamiento a la cordura y a la necesidad de dar al progreso un enfoque que conceda prioridad, ante todo a la vida, a la solidaridad entre las personas y a la concordia con la Naturaleza. En ese mundo que describe Miguel Delibes, en ese mismo espacio se mueven Educadores y Educadoras Sociales que desarrollan su trabajo como si de la pista central de un circo se tratase, la misma en la que cuelga el trapecio a más de diez metros de altura, muestra una total seguridad, pero hasta el mejor salto entrenado mil veces puede fallar.
En el año 2009, Slavoj Zizek, filósofo esloveno, en la Conferencia Internacional de Marxismo en Bloomsbury, Londres, dicta un discurso en base a una pregunta que se vuelve esencial en estos momentos actuales, ¿qué significa ser un revolucionario hoy en día?.
A la contestación de qué es ser revolucionario hoy día, lo hace el escritor y activista uruguayo Raúl Zibechi, que ha trabajado con los movimientos sociales de Latinoamérica, diciendo que es luchar colectivamente para transformar la sociedad, es ser solidario, ser cuidadoso con el medio ambiente, es pensar no en el hoy, sino en las generaciones futuras, …
Si como Educadores y Educadoras Sociales tenemos en cuenta aquellos principios básicos que nos mejoran como profesionales de lo social, de ellos mismos sacaremos nuestro quehacer revolucionario. Así tendremos que tener en cuenta los Derechos Humanos, una acción socio-educativa que facilitará a las personas ser protagonistas de su propia vida, la justicia social, la participación comunitaria, etc.
Partimos de esta manera en que la Educación Social se implica en generar cambios ante las injusticias sociales y ser mediador entre los colectivos más frágiles y aquellas personas que puedan desarrollar recursos para acercarnos a un bien común. Así nuestros valores como Educadores y Educadoras Sociales nos llevan a implicarnos a través de nuestra práctica profesional y favorecer con nuestra intervención a toda la población en general y en particular a las que presentan mayores dificultades para ayudarle a salir adelante.
La Educción Social es revolucionaria pues práctica el decrecimiento, la igualdad, el desarrollo sostenible, la tolerancia, el acompañamiento a las personas en los procesos de desarrollo personal y realización de un proyecto de vida, la inteligencia emocional, la solidaridad, en mediar ante los conflictos, la protección de la naturaleza, el prevalecer lo comunitario ante los individual, la educación por la paz y la no violencia, la diversidad sexual y de género,…
“Cambia el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía… ¡Sino justicia!
Samel N.P.