De vez en cuando me encuentro con personas que afirman que «a mí GTD no me funciona» o «la efectividad personal no es para mí». Reconozco que, hasta hace poco tiempo, mi primera reacción al oír este tipo de comentarios era bastante escéptica y un tanto negativa, pero con el paso del tiempo he entendido que esta reacción es infundada, porque seguramente tengan razón.
La efectividad personal no es para todos. Esto es así y ya va siendo hora de reconocerlo, porque es evidente. Como tampoco lo es hacer deporte de forma regular, aprender permanentemente cosas nuevas o mantener una alimentación saludable, por citar solo algunos ejemplos. Está muy claro que estas cosas no son para todo el mundo, ya que hablamos de comportamientos complejos y sofisticados, para los que es imprescindible contar con una serie de atributos, físicos e intelectuales, muy exigentes y que, precisamente por ello, están solo al alcance de una minoría.
Veamos por ejemplo la efectividad personal. La ciencia ha demostrado la necesidad de una «mente extendida» como una de las formas más efectivas de reducir la sensación de estrés, ya que, al hacerlo, la mente se libera de la presión generada por tener que recordar múltiples cosas para que no se olviden.
El problema es que, para que esa mente extendida funcione, es necesario llevar a cabo, de forma habitual, algunos de esos comportamientos complejos y sofisticados a los que me refería antes, lo cual explica por qué esta solución al estrés, aunque aparentemente sencilla, no es para todos.
Por ejemplo, uno de estos comportamientos complejos y sofisticados es registrar las cosas que llaman tu atención en el momento que aparecen. Para hacerlo aún más difícil, ninguna metodología te dice qué herramienta concreta tienes que usar para registrar esas cosas, así que hay quien incluso acaba apuntándolas en un papel. Por si esto fuera poco, parece que es preferible limitarte a apuntar simplemente lo que ha llamado tu atención, sin pararte en ese momento a pensar detenidamente sobre ello ni a tomar decisiones al respecto. Suena realmente retador, ¿verdad?
Otro comportamiento complejo y sofisticado es «enfríar el pensamiento», ya que los estudios indican que «decidir en caliente» suele resultar poco efectivo. Claro, esto sí que es un comportamiento difícil de verdad y resulta obvio que no está al alcance de cualquiera. Tener que enfríar sistemáticamente el pensamiento y desarrollar el hábito de pensar sobre las cosas «en frío», antes de decidir sobre ellas, parece una utopía, además de una pérdida de tiempo. Incluso puede dar la impresión de ser muy poco efectivo porque, si puedes ir haciendo ya las cosas, «en caliente», según aparecen, lo mejor sería hacerlas ya, ¿no?
Por no hablar de «revisar». Este sí que es un comportamiento sofisticado restringido a una élite. En lugar de hacer habitualmente lo primero que se te pasa por la cabeza, tienes que habituarte a, antes de hacer nada, consultar un inventario de compromisos que tú has decidido previamente y elegir uno de ellos. Vale que así tienes claro en todo momento que estás haciendo lo que deberías estar haciendo, en lugar de cualquier otra cosa, pero esto de «revisar» antes de hacer parece complicadísimo.
El problema es que todo depende de ti. Por que si al menos existiera una herramienta que hiciera todo eso en tu lugar, entonces, sí, claro. En ese caso, estaríamos hablando de algo mucho más asequible y al alcance de casi todo el mundo o, al menos, al alcance de los que tuvieran la herramienta. Pero según dicen los «gurús» del tema, la efectividad personal es cuestión de hábitos, es decir, de comportamientos, y la herramienta te puede ayudar pero nunca te sustituye. Y es una lástima porque, sin herramienta, mejorar la efectividad es prácticamente imposible para muchos.
Volviendo a tema central de este post, y a pesar de que los ejemplos anteriores son tan solo una pequeña muestra, creo que sirven para ilustrar bastante bien todos esos comportamientos complejos y sofisticados que se ocultan detrás de consejos aparentemente sencillos como «mejora tu efectividad», «haz deporte» o «come saludablemente». La realidad que esconde su aparente sencillez es bien distinta.
Si lo piensas un momento, registrar, enfríar o revisar son en el fondo comportamientos muy parecidos a utilizar las escaleras en lugar del ascensor, leer un rato todos los días o cambiar los dulces industriales por fruta en tu dieta. Todas ellas parecen cosas bastante fáciles a priori, pero todo el mundo sabe que no lo son.
Si profundizas un poco, descubres rápidamente que se trata de comportamientos complejos y sofisticados, a los que solo unos pocos elegidos pueden aspirar. Esto explica por qué, aunque quiera mejorar su salud o su calidad de vida, hay tanta gente que sigue sin hacer deporte, dejó de aprender hace años o se alimenta a diario de forma claramente insaludable. No es por falta de compromiso, sino porque hablamos de cosas que no están al alcance de cualquiera. Lo mismo ocurre con la efectividad personal. No es para todos.
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