Esta vez, toca reflexión filosófica sobre que implica la efectividad.
Hay una cosa que quiero señalar y que para mi es trascendental, pero que mucha gente aún no tiene clara, efectividad es felicidad, no es ser ni exigente, ni repelente, ni pedante, ni un ambicioso en el trabajo, ni nada de eso. Es, simplemente, la búsqueda del espacio necesario para poder hacer lo que te plazca, tener la mente ocupada en lo que quieres y puedes hacer y no angustiada constantemente en lo que no puedes hacer.
La naturaleza de nuestros trabajos, y también la de nuestra rutina diaria, ha cambiado en las últimas décadas de tal manera que estamos constantemente sobrecargados de obligaciones. Obligaciones, impuestas por nuestros jefes, amigos, familias, o simplemente adquiridas por nosotros mismos. En muchos casos ni tan solo somos conscientes de estas obligaciones, cosas que parece que ni nos afectan, efectivamente lo hacen. A primera vista, organizar una fiesta de cumpleaños para nuestros hijos, o bien, ir de excursión, parecen cosas ajenas al estrés y ni mucho menos las clasificaríamos como obligaciones, pero… ¿te has preguntado si realmente no los son? ¿qué pasa si no lo haces? Que sean actividades lúdicas, no significa que no conlleven presión o necesidad de organización. Así pues, la suma de todos estos compromisos, obligaciones o deseos es lo que nos hace perder el norte.
Nuestros abuelos no tenían estos problemas, su nivel de obligaciones era mucho menor, tampoco tenían el nivel de relaciones sociales, ni de información al que estamos sometidos nosotros. Todo era mucho más claro (que no fácil), el trabajo acostumbraba a ser muy evidente, y las necesidades vitales, eran precisamente eso, vitales (sobrevivir era un gran objetivo).
Este nivel de estrés al que nos vemos expuestos, nos ha llegado más rápido que nuestra habilidad para gestionarlo. Es por tanto, que estamos en medio de un cambio de paradigma y debemos aprender a tratar con él.
Y como ya he leído muchas veces, para aprender, antes debemos desaprender. Despojarnos de tópicos y prejuicios, como creer que ser más efectivos es tan solo para trabajar, y además trabajar cada vez más, lo cual es una simplificación extrema y sesgada. Ser efectivo puede ser todo lo contrario; para mi, es una filosofía de vida, una manera de pensar y afrontar los inputs a los que estamos expuestos diariamente de una manera óptima, utilizando los recursos justos y necesarios de la manera correcta. Así, si ampliamos el zoom, y miramos más allá del tópico de la efectividad en el ámbito laboral y trasladamos la visión hacia una efectividad global, ¿que veremos? qué con la paz mental que nos proporcionan hechos como decidir, organizar y procesar adecuadamente, estaremos menos estresados, y con todo esto seguro que seremos mucho más felices. Las preguntas que debemos hacernos a la hora de planificar un proyecto, son las mismas en cualquier situación a la que nos veamos expuestos. Aclarar que queremos, e ir a por ello de la mejor manera que podamos, es la clave. Piensa en cualquier situación que estés viviendo y que te esté estresando y redúcela a que quiero, que puedo hacer yo, y transforma esta respuesta en acción… ¿si? ¿lo ves?
Podríamos quedarnos en que la efectividad es solo algo que ayuda a ser más feliz, yo voy un poco más allá, y creo que la relación es tan directa que efectividad=felicidad, por lo tanto, para mí, son sinónimos.
De hecho, si os fijáis, en la cabecera de este blog que estáis leyendo, el lema es Be effective, be productive, be happy, y este, me acompaña ya desde hace muchos años, yo empecé queriendo ser efectivo para ser feliz, no solo para ‘gestionar mi tiempo’, y ciertamente, lo que en aquel momento solo fue una intuición, ahora es plena convicción y una creencia que tengo totalmente arraigada.
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