La elegancia del erizo es uno de esos libros que pululan por mis estanterías durante años, concretamente casi cuatro, desde que se hacen súper famosos y todo el mundo habla de ellos -precisamente la misma razón por la que en aquel momento de extrema popularidad no te apetecen demasiado- hasta que te decides a leerlo por el motivo que sea, que en esta ocasión ha sido por haber resultado elegido para el book club del blog de Rebecca.
¿Sabéis cuándo empecé yo este libro? Cuando hicimos la quedada de los BIBs en Madrid. Lo llevé en el autobús para leer durante el viaje y resultó ser una elección pésima, ya que es necesario leerlo con un diccionario al ladito. Pero ohhh, ¿cuántas veces hemos comentado lo del “momento adecuado para cada lectura”? Pues he aquí otro de esos libros que hay que leer cuando hay que leerlos, no antes ni después, porque después del segundo intento es como si hubiera empezado otro libro distinto.
El número 7 de la calle Grenelle de París es un edificio de gente muy pudiente donde viven nuestras dos protagonistas. Renée es la portera y guarda un secreto: no es una portera corriente, sino que lee y sabe de filosofía, arte, literatura, etc., pese a no proceder de una familia pobre y no tener estudios, condiciones todas que disimula con muchísimo celo, pues nadie quiere tener en su edificio a una portera con pretensiones. Tanto es así que deja la televisión siempre puesta para que los ricachones piensen que se dedica a ser una portera analfabeta, pero normal; suelta de vez en cuando alguna patada al diccionario y a la gramática que tanto ama, para pasar desapercibida, y en general habla lo justo y necesario con sus vecinos y empleadores con la intención de no delatarse.
Por otra parte, Paloma es una niña de 11 años superdotada que vive también en el edificio y que ha decidido suicidarse al término del presente curso escolar. Pero dado que será un suicidio debidamente planificado y justificado, y que esto no es motivo para dejarse morir sin más, ha decidido que, hasta que llegue el momento cumbre, escribirá pensamientos profundos y buscará la armonía del universo, si es que existe.
Nuestras protagonistas no saben mucho una de la otra, pero la llegada de un nuevo inquilino, el señor Ozu, un japonés con el que ambas tienen mucho en común, hará que estos personajes se conozcan y aprecien.
Así, entre unos capítulos contados por Renée intercalados con las ideas profundas de Paloma, vamos conociendo un poco este vecindario y a estas pintorescas protagonistas. Quizás la presentación de ambos personajes es un poco larga, con muchas ideas metafísicas por parte de las dos y es lo que habrá hecho a muchos lectores abandonar el libro, estoy segurísima. Es que esta primera parte del libro es simplemente una sucesión de las ideas de la una y de la otra, pero más adelante dejan de hablar de sus pensamientos, digamos, formales para pasar a contarnos cosas de su vida, de lo que les sucede, de lo que les importa. Y es ahí donde el lector se queda prendado de ellas.
A mí me ha encantado Renée especialmente, porque es una persona que va contracorriente: intenta hacerse pasar por una paleta ignorante cuando no lo es ni de lejos, mientras estoy segura de que todos conocemos casos de paletos ignorantes que se pavonean de su vasta cultura, que resulta al final ser inexistente. Pero la causa de Renée va mucho más allá, porque al ser una persona tan solitaria que se esconde tanto de los demás, no ha podido disfrutar de algo primordial: el compartir y conversar con los demás sobre las cosas que le gustan a uno.
La quietud que sentimos cuando estamos solos, esa certeza de nosotros mismos en la serenidad de la soledad no son nada comparadas con este dejarse llevar, este dejarse llegar y dejarse hablar que se vive con otro, en cómplice compañía.
Sobre esto, creo yo, versa esta novela. Y deciros que me ha gustado mucho.
Me quedé con ganas de ver la película, así que hice una visita a mi amada biblioteca pública para sacarla prestada y verla, y -¡alabados sean los dioses!- me ha gustado mucho. Normalmente sabéis que siempre me decepcionan un poco las películas basadas en libros, pero El erizo es igual de entrañable, con la ventaja de que evita toda esa parte más pesada del principio. En este caso Paloma filma una película antes de suicidarse en lugar de escribir esta especie de diario de ideas profundas, lo cual es mucho más adecuado para el lenguaje del séptimo arte, pero nada de lo demás cambia demasiado. También os la recomiendo.
Mi edición es en rústica, pero os dejo los datos de una edición en bolsillo muy baratita:
Título: La elegancia del erizo Autor: Muriel Barbery Editorial: Booket Edición: Bolsillo ISBN: 978-84-322-5109-2Páginas: 368 Precio: 6,95 € Propósito personal: 13º libro