Es muy habitual que los fundadores de las empresas o los gerentes antiguos perciban a la empresa como a un hijo. El problema se desata cuando tratan a la empresa como a un hijo, ya que predominan básicamente dos formas en las cuales esto se da: la relación padre-hijo exigente y la relación padre-hijo sobreprotectora.
¿Como es la relación padre-empresa?
Quién funda la empresa o quién la ve crecer, puede interpretarla como a un hijo. Ya que le dió la vida, le enseñó a dar sus primeros pasos, la guió, la contuvo y se siente además culpable de sus errores y exitoso por sus aciertos. Incluso en muchos casos lo evidencian cuando dicen "ésta empresa es como un hijo para mí".
Relación Exigente
La relación fundador/empresario/gerente con la empresa Exigente, se da cuando en ésta interpretación padre-hijo, el padre es, como en muchos casos de la vida real, muy exigente con su hijo. El padre exigente ve los límites para ser pasados, no para contenerse; ve los objetivos inalcanzables como fáciles; ve los aciertos como normales y solo son éxitos los resultados sobresalientes. En ésta relación el padre (el gerente, el dueño, el fundador, etc.) perciben al fracaso como un demonio y la perfección no es una meta, sino el camino para alcanzar un objetivo que muchas veces ni el mismo lo conoce. El exigido, en este caso la empresa formada por todos sus integrantes, al no poder alcanzar el nivel deseado, se frustra. Es por ello que la consecuencia más común en empresas en las cuales los dueños, gerentes o fundadores la viven como padres exigentes, es una empresa frustrada, con miedo a fracasar, lenta, detallista, protocolar, burocrática y en cuanto a sus procesos acostumbrada al castigo, pero poco tolerante al error.
Relación Sobre-Protectora
En el otro extremo de esta analogía tenemos a la realación Padre-Hijo (Dueño-Empresa), Sobre-Protectora. Una relación que tapa los errores, los esconde, no los reconoce por lo tanto tampoco los corrige o los evita a futuro. Esta relación hace que el "éxito" de la empresa se alcance fácilmente, ya que se percibe exitosa con muy poco y todo esta bien, todo es felicitable y exitoso. Se reconoce la voluntad y se valora más el buen clima laboral que el resultado económico y se fomenta la buena relación por sobre la eficiencia. El resultado de este relación hace empresas inútiles, que generalmente se mantienen a pérdida y esa pérdida es bancada por sus dueños con la ilusión de que algún día va a mejorar, pero sin tomar en serio los errores y percibiendo a los datos como fríos y equívocos. Porque lo que el dueño dice ver, los demás no lo ven, y es ese potencial (inexistente) que algún día hará que la empresa despegue, y así podría durar toda la vida, carreteando en la pista sin levantar vuelo, si es que no choca antes en el trayecto.
Entonces, es importante saber que por más que un fundador de origen a una empresa, que un dueño le de vida con su aporte, que un gerente la haga crecer o que un emprendedor le dedique su vida, NO HACE QUE LA EMPRESA SEA SU HIJO. Le empresa una vez nacida, ya tiene vida propia y debe ser emancipada al instante. Separarse de los sesgos que confieren verla como a un hijo, permiten ser eficiente con las decisiones, imparcial, concreto, rápido, efectivo y preciso, justamente por que la empresa, no es un hijo. La empresa se va haciendo sola, pero con el aporte de todos, es un ser que rápidamente no reconoce paternidad ni maternidad, ya que es un ser económico-social que no siente, más bien hace sentir, y es allí en donde el empresario debe ser frío y consciente a la vez, en cada decisión que tome para con ella, ya que puede darse el caso en que alguna vez, el dueño tenga que acabar con ella. El amor por la empresa, más cuando se la vive como una relación de familia (más aún en empresas familiares) debe ser transformado -me refiero a ese amor- en gestión.
A un hij@ se lo ama, a una empresa se la gestiona.
Por más que amemos lo que hacemos en ella, la empresa es inerte, somos nosotros en ella, son los empleados en ella, es la maquinaria en ella, son los clientes en ella, son los proveedores en ella... La empresa es el territorio que los contiene a todos y tiene una misión, una razón de ser que, muchas veces, es la misión personal del fundador, gerente o dueño. Y es ahí donde se puede confundir más. Pero queda claro, en todo caso, que la empresa pasa a ser el canal para lograr esa misión, y no la misión en sí misma.
Ver a la empresa como a un hijo, en cualquier de los casos, puede generar la extensión de la agonía de la empresa, es por ello que completaremos la frase anterior para que quede más claro todavía el concepto de la nota:
A un hij@ se lo ama toda la vida, a una empresa se la gestiona hasta que termina.