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Creo que cuando abrí esta encuesta para conocer la opinión de los visitantes de El Republicano Digital respecto a las posibilidades de formar gobierno de Pedro Sánchez, lo que menos imaginé es que tal formación de gobierno no sucedería. Estaba casi seguro de que se daría algún tipo de gobierno con pactos inestables y con un fin muy prematuro que aceleraría el fin de la legislatura. Pero, al final, y conociendo a los actores, tampoco debería extrañarnos que todo haya terminado de semejante manera.
Muchos daban por seguras dos posibilidades.
1.- Que Sánchez y Rivera pactasen un gobierno PSOE – Ciudadanos. Una posibilidad que yo no descarté por dos razones principales. El apoyo de la banca, la patronal y las grandes corporaciones a este pacto, y la insistencia de Soros en sus dos visitas a España para que socialistas y ciudadanos formasen un ejecutivo que facilitase aún más el avance de las ideas que el indeseable húngaro trata de imponer por todo el mundo.
Mis reticencias en cuanto a que este pacto se formase se basaban en la enemistad manifiesta entre Sánchez y Rivera por el asunto de los independentistas catalanes, y por la necesidad del propio Rivera de intentar que el sector de Ciudadanos más afín a un pacto con el PP no complicara la convivencia dentro del partido. Pero, lo que son las cosas; la crisis interna de Ciudadanos, sobre la que escribí hace un tiempo y antes de que muchos medios la admitieran, cosa que me valió algún insulto en las redes sociales, la desató el sector más afín al PSOE y algunos de los primeros figuras del partido retiraron su apoyo a Rivera.
Y 2.- Un pacto entre PSOE y Podemos con apoyo de los independentistas. Pacto que muchos daban por hecho a priori y sobre el que yo mantuve ciertas reservas porque estaba completamente seguro de que los sectores antes citados, los que manejan el dinero y el poder en España, presionarían a Pedro Sánchez para que éste no saliera de la mano de Iglesias ni a dar un paseo. En un anterior artículo, expresé mi certeza en cuanto a que Sánchez sabía muy bien que acoger a los de Iglesias en un equipo de gobierno era como pegarse un tiro en el pie. De hecho, ayer, en una entrevista televisada, el Presidente en funciones reconoció que tener a Podemos como socio no sería precisamente lo más cómodo.
A partir de ahora y hasta noviembre los partidos tratarán de afianzar sus posiciones de cara a las elecciones. Quizás en estas primeras semanas deberíamos estar atentos a cómo Rivera resuelve sus crisis de partido (algunas encuestas le auguran perder casi la mitad de escaños, como le paso anteriormente a Podemos) y esperar a ver qué sucede con Pablo Iglesias, cuyo chiringuito Podemos hace aguas entre su descenso de popularidad, el abandono de Errejón para probar suerte fuera del partido, y el creciente número de confluencias que tratan de llevarse su parte de poder presentándose en solitario en varias comunidades autónomas.
Algún periodista defiende que el beneficiado de la crisis de Ciudadanos podría ser el Partido Popular, que recuperaría votos de no pocos desengañados que cambiaron el color azul por el naranja hace años. Y respecto a Vox, hasta ahora ninguna de las encuestas le augura un significativo incremento de votos. Pero, ya se sabe; las encuestas, cuando se publican, suelen decir lo que espera oír quien las paga, y las que ofrecen datos más reales, rara vez salen a la luz de los medios.
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