Revista Salud y Bienestar
La enfermedad de Alzheimer se podría diagnosticar hasta 30 años antes de su aparición, recuerdan los expertos
Por Fat
Las personas mayores suelen olvidar con frecuencia dónde dejaron una cosa, el recado que le dieron, el nombre de un conocido,… cosas que suelen venir a la memoria poco después. Sin embargo, es aconsejable analizar esta ‘queja subjetiva de pérdida de memoria’ para descartar la posible existencia de enfermedades causantes de esta queja, entre ellas el Alzheimer. Y es que varios estudios señalan que éste es un factor predictivo a tener en cuenta en el inicio de un proceso degenerativo primario. Es una de las afirmaciones de los autores de ‘Enfermedad de Alzheimer y otras demencias’, cuya cuarta edición ha sido presentada por su editores en un acto organizado por Esteve en el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC) de Barcelona.
Los autores de ‘Enfermedad de Alzheimer y otras demencias’ han enfatizado en la importancia de la actuación del neurólogo, pero también del médico asistencial, porque un diagnóstico oportuno puede parar la enfermedad antes de que se produzca cualquier déficit. Cabe tener en cuenta que “hoy sabemos que la enfermedad de Alzheimer se podría diagnosticar hasta 30 años antes de su aparición, siempre y cuando pueda ser diagnosticada y el enfermo comience un tratamiento a tiempo”.Los coordinadores de esta obra, el Dr. Román Alberca Serrano, ex jefe de Servicio del Departamento de Neurología del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, y el Dr. Secundino López-Pousa, jefe de Servicio de Neurociencias Clínicas y Coordinador de la Unitat de Valoraciò de la Memoria i les Demències (UVAMID) del Institut d’Assistència Sanitária. Salt (Girona), presentaron esta nueva edición, que se ha convertido ya en un clásico para neurólogos, geriatras, psiquiatras, médicos generales, neuropsicólogos e investigadores básicos, según explicaban. Una obra dirigida a profesionales que se dedican en exclusiva a estas enfermedades, y también a aquellos que deben enfrentarlas en su práctica asistencial cotidiana.
El paso de la vejez normal a la demencia en general, y al Alzheimer en concreto, aparecen como un continuum donde se han situado diferentes entidades creadas para identificar a pacientes en un estadio precoz de la enfermedad y así poder tratarlos antes de que la demencia cause alteraciones cognitivas y funcionales irreversibles. “Las principales entidades son la queja subjetiva de pérdida de memoria, el deterioro cognitivo leve, y la enfermedad de Alzheimer prodrómica, es decir, cuando es casi asintomática. Estas entidades, y en especial el deterioro cognitivo leve, han dado lugar a innumerables trabajos. Sin embargo, no se ha establecido con claridad cuál debe ser la actuación del neurólogo general –o de otros médicos de escalones asistenciales similares– en la práctica diaria frente los enfermos que se quejan de pérdida de memoria”, explica el Dr. Alberca.
Por su parte, el Dr. López-Pousa no duda en afirmar que “este aspecto es fundamental, porque cada vez son más los enfermos que consultan por estos problemas en esos escalones asistenciales, donde será necesario seguirlos en muchas ocasiones. Por ello, es necesario insistir especialmente en la conducta que se debe seguir en la práctica diaria ante un enfermo que se queja de pérdida de memoria – o de otro trastorno cognitivo similar – sin que exista una demencia ”. Estos son algunos de los nuevos aspectos que se abordan esta nueva edición que aparece doce años después de la primera y que si bien mantiene la línea directriz de las anteriores, incorpora cambios importantes acerca de la visión del médico general sobre las demencias, el deterioro cognitivo leve llevado a la práctica clínica cotidiana, y la exposición de las demencias causadas por enfermedades degenerativas cerebrales. En los capítulos dedicados a la enfermedad de Alzheimer se han introducido los numerosos avances sobre su epidemiología, fisiopatología y etiopatogenia, su expresión clínica y su tratamiento.
Además, se han abordado las demencias debidas a encefalitis autoinmunes, y la obra también contiene un capítulo especial sobre las demencias que aparecen en las enfermedades psiquiátricas –depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, etc. – por su importante relevancia. Concretamente, el capítulo “Del envejecimiento a la demencia. La queja subjetiva de pérdida de memoria, el deterioro cognitivo leve y los estados prodrómicos de las demencias”, es uno de los más vanguardistas y novedosos, donde se abordan temas como la necesidad de conocer la definición y los criterios diagnósticos de la “queja subjetiva de pérdida de memoria” y del “deterioro cognitivo leve”. Según el Dr. López-Pousa, “hay que distinguir estos estados de afectación leve de la normalidad y de la demencia. Y además de ello, deben conocerse la conducta diagnóstica a seguir y los estudios complementarios que a realizar en estos enfermos”. “Es importante saber que estos pacientes se deben revisar periódicamente, debido a su mayor riesgo de padecer una demencia. Además, se deben tratar los factores de riesgo para disminuir la posibilidad de aparición de un deterioro cognitivo leve o el riesgo de que éste convierta en una demencia. Y es necesario conocer las pautas para mejorar el estado cognitivo y general de estos pacientes”, señala el Dr. Alberca.
Cuando se trata de una queja de pérdida de memoria subjetiva, el paciente dice no recordar dónde dejó una cosa o los recados que le dieron, no le sale lo que iba a decir, y olvida el nombre de un objeto o de una persona, aunque el recuerdo suele venir a la memoria poco después. El trastorno parece debido más a una falta de atención que a una autentica amnesia de evocación, algo con lo que el familiar suele estar de acuerdo. Por otra parte, la normalidad de la memoria suele ser evidente durante la historia clínica, porque el enfermo relata, con todo lujo de detalles, lo recientemente sucedido (qué hizo, quién lo envió a la consulta, cómo vino, a qué hora, etc.). Además de ello, no tienen alteraciones funcionales, de modo que los pacientes manejan sus finanzas, telefonean, utilizan el autobús, desarrollan su vida social y laboral, y controlan su propia medicación sin dificultades. Pero a pesar del aspecto banal de la queja, es aconsejable hacer una exploración general y neurológica para descartar las enfermedades que pueden causarla. En este sentido, la queja subjetiva de pérdida de memoria puede estar relacionada o deberse a una depresión y/o ansiedad, a dolor crónico, a cansancio por enfermedades neurológicas y médicas, a alteraciones del sueño, a diversas enfermedades médicas (cardiopatías, endocrinopatías, etc.), a tóxicos (como por ejemplo el alcohol), o ser un efecto de determinados tratamientos. No obstante, en gran número de pacientes no existe una causa aparente. La evolución de la queja subjetiva de pérdida de memoria es muy variable. A veces desaparece, en otras ocasiones se mantiene sin empeorar y, rara vez, cuando se trata de una persona mayor, se convierte primero en un deterioro cognitivo leve y, luego, en enfermedad de Alzheimer.
Esta última evolución es más probable si los marcadores diagnósticos de esta enfermedad son positivos. De hecho, la queja subjetiva de pérdida de memoria se ha considerado como un “deterioro cognitivo pre leve”, de modo que, en algunos pacientes, la enfermedad de Alzheimer cursaría en tres fases sucesivas: queja subjetiva de pérdida de memoria, que se puede prolongar por 15 años o más; deterioro cognitivo leve amnésico, que también se prolonga durante años; y, finalmente, demencia, cuya evolución es igualmente muy prolongada.
Según el Dr. Alberca, “es fácil advertir la importancia de diagnosticar la enfermedad de Alzheimer en fase de queja subjetiva de pérdida de memoria cuando se disponga de un tratamiento eficaz capaz de impedir el progreso a una alteración cognitiva objetiva, pero de momento no se han validado siquiera los criterios diagnósticos”.En cuanto a la conducta y al tratamiento, actualmente no existe un criterio universalmente aceptado en la práctica diaria sobre la conducta a seguir ante la queja subjetiva de pérdida de memoria. “Por el momento, no parece razonable comunicar al paciente la posibilidad de que su queja acabe siendo una enfermedad de Alzheimer”, comenta el Dr. López-Pousa, “entre otras razones porque no se ha determinado cuántas veces sucede, ni las características de estos enfermos cuando ocurre. Además, muchos de ellos tienen rasgos neuróticos y acuden, simplemente, por el temor a estar padeciendo Alzheimer, que quizás tuvo algún familiar. El Dr. Alberca añade que “ni siquiera está establecido si deben realizarse revisiones o cuál debería ser su periodicidad, aunque parece razonable hacerlas anualmente cuando la queja subjetiva de pérdida de memoria es esencial y no hay patología psiquiátrica”.
Los autores de ‘Enfermedad de Alzheimer y otras demencias’ han enfatizado en la importancia de la actuación del neurólogo, pero también del médico asistencial, porque un diagnóstico oportuno puede parar la enfermedad antes de que se produzca cualquier déficit. Cabe tener en cuenta que “hoy sabemos que la enfermedad de Alzheimer se podría diagnosticar hasta 30 años antes de su aparición, siempre y cuando pueda ser diagnosticada y el enfermo comience un tratamiento a tiempo”.Los coordinadores de esta obra, el Dr. Román Alberca Serrano, ex jefe de Servicio del Departamento de Neurología del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, y el Dr. Secundino López-Pousa, jefe de Servicio de Neurociencias Clínicas y Coordinador de la Unitat de Valoraciò de la Memoria i les Demències (UVAMID) del Institut d’Assistència Sanitária. Salt (Girona), presentaron esta nueva edición, que se ha convertido ya en un clásico para neurólogos, geriatras, psiquiatras, médicos generales, neuropsicólogos e investigadores básicos, según explicaban. Una obra dirigida a profesionales que se dedican en exclusiva a estas enfermedades, y también a aquellos que deben enfrentarlas en su práctica asistencial cotidiana.
El paso de la vejez normal a la demencia en general, y al Alzheimer en concreto, aparecen como un continuum donde se han situado diferentes entidades creadas para identificar a pacientes en un estadio precoz de la enfermedad y así poder tratarlos antes de que la demencia cause alteraciones cognitivas y funcionales irreversibles. “Las principales entidades son la queja subjetiva de pérdida de memoria, el deterioro cognitivo leve, y la enfermedad de Alzheimer prodrómica, es decir, cuando es casi asintomática. Estas entidades, y en especial el deterioro cognitivo leve, han dado lugar a innumerables trabajos. Sin embargo, no se ha establecido con claridad cuál debe ser la actuación del neurólogo general –o de otros médicos de escalones asistenciales similares– en la práctica diaria frente los enfermos que se quejan de pérdida de memoria”, explica el Dr. Alberca.
Por su parte, el Dr. López-Pousa no duda en afirmar que “este aspecto es fundamental, porque cada vez son más los enfermos que consultan por estos problemas en esos escalones asistenciales, donde será necesario seguirlos en muchas ocasiones. Por ello, es necesario insistir especialmente en la conducta que se debe seguir en la práctica diaria ante un enfermo que se queja de pérdida de memoria – o de otro trastorno cognitivo similar – sin que exista una demencia ”. Estos son algunos de los nuevos aspectos que se abordan esta nueva edición que aparece doce años después de la primera y que si bien mantiene la línea directriz de las anteriores, incorpora cambios importantes acerca de la visión del médico general sobre las demencias, el deterioro cognitivo leve llevado a la práctica clínica cotidiana, y la exposición de las demencias causadas por enfermedades degenerativas cerebrales. En los capítulos dedicados a la enfermedad de Alzheimer se han introducido los numerosos avances sobre su epidemiología, fisiopatología y etiopatogenia, su expresión clínica y su tratamiento.
Además, se han abordado las demencias debidas a encefalitis autoinmunes, y la obra también contiene un capítulo especial sobre las demencias que aparecen en las enfermedades psiquiátricas –depresión, esquizofrenia, trastorno bipolar, etc. – por su importante relevancia. Concretamente, el capítulo “Del envejecimiento a la demencia. La queja subjetiva de pérdida de memoria, el deterioro cognitivo leve y los estados prodrómicos de las demencias”, es uno de los más vanguardistas y novedosos, donde se abordan temas como la necesidad de conocer la definición y los criterios diagnósticos de la “queja subjetiva de pérdida de memoria” y del “deterioro cognitivo leve”. Según el Dr. López-Pousa, “hay que distinguir estos estados de afectación leve de la normalidad y de la demencia. Y además de ello, deben conocerse la conducta diagnóstica a seguir y los estudios complementarios que a realizar en estos enfermos”. “Es importante saber que estos pacientes se deben revisar periódicamente, debido a su mayor riesgo de padecer una demencia. Además, se deben tratar los factores de riesgo para disminuir la posibilidad de aparición de un deterioro cognitivo leve o el riesgo de que éste convierta en una demencia. Y es necesario conocer las pautas para mejorar el estado cognitivo y general de estos pacientes”, señala el Dr. Alberca.
Cuando se trata de una queja de pérdida de memoria subjetiva, el paciente dice no recordar dónde dejó una cosa o los recados que le dieron, no le sale lo que iba a decir, y olvida el nombre de un objeto o de una persona, aunque el recuerdo suele venir a la memoria poco después. El trastorno parece debido más a una falta de atención que a una autentica amnesia de evocación, algo con lo que el familiar suele estar de acuerdo. Por otra parte, la normalidad de la memoria suele ser evidente durante la historia clínica, porque el enfermo relata, con todo lujo de detalles, lo recientemente sucedido (qué hizo, quién lo envió a la consulta, cómo vino, a qué hora, etc.). Además de ello, no tienen alteraciones funcionales, de modo que los pacientes manejan sus finanzas, telefonean, utilizan el autobús, desarrollan su vida social y laboral, y controlan su propia medicación sin dificultades. Pero a pesar del aspecto banal de la queja, es aconsejable hacer una exploración general y neurológica para descartar las enfermedades que pueden causarla. En este sentido, la queja subjetiva de pérdida de memoria puede estar relacionada o deberse a una depresión y/o ansiedad, a dolor crónico, a cansancio por enfermedades neurológicas y médicas, a alteraciones del sueño, a diversas enfermedades médicas (cardiopatías, endocrinopatías, etc.), a tóxicos (como por ejemplo el alcohol), o ser un efecto de determinados tratamientos. No obstante, en gran número de pacientes no existe una causa aparente. La evolución de la queja subjetiva de pérdida de memoria es muy variable. A veces desaparece, en otras ocasiones se mantiene sin empeorar y, rara vez, cuando se trata de una persona mayor, se convierte primero en un deterioro cognitivo leve y, luego, en enfermedad de Alzheimer.
Esta última evolución es más probable si los marcadores diagnósticos de esta enfermedad son positivos. De hecho, la queja subjetiva de pérdida de memoria se ha considerado como un “deterioro cognitivo pre leve”, de modo que, en algunos pacientes, la enfermedad de Alzheimer cursaría en tres fases sucesivas: queja subjetiva de pérdida de memoria, que se puede prolongar por 15 años o más; deterioro cognitivo leve amnésico, que también se prolonga durante años; y, finalmente, demencia, cuya evolución es igualmente muy prolongada.
Según el Dr. Alberca, “es fácil advertir la importancia de diagnosticar la enfermedad de Alzheimer en fase de queja subjetiva de pérdida de memoria cuando se disponga de un tratamiento eficaz capaz de impedir el progreso a una alteración cognitiva objetiva, pero de momento no se han validado siquiera los criterios diagnósticos”.En cuanto a la conducta y al tratamiento, actualmente no existe un criterio universalmente aceptado en la práctica diaria sobre la conducta a seguir ante la queja subjetiva de pérdida de memoria. “Por el momento, no parece razonable comunicar al paciente la posibilidad de que su queja acabe siendo una enfermedad de Alzheimer”, comenta el Dr. López-Pousa, “entre otras razones porque no se ha determinado cuántas veces sucede, ni las características de estos enfermos cuando ocurre. Además, muchos de ellos tienen rasgos neuróticos y acuden, simplemente, por el temor a estar padeciendo Alzheimer, que quizás tuvo algún familiar. El Dr. Alberca añade que “ni siquiera está establecido si deben realizarse revisiones o cuál debería ser su periodicidad, aunque parece razonable hacerlas anualmente cuando la queja subjetiva de pérdida de memoria es esencial y no hay patología psiquiátrica”.
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