Luc Montagnier, premio Nobel de Medicina en 2008, dedicó el resto de su vida a promover una cantidad vergonzosa de pseudociencia y teorías de la conspiración, incluso en tiempos de pandemia.
La enfermedad del Nobel, según el creador de este curioso término, el Dr. David Gorski, es "una tendencia entre los ganadores del Premio Nobel de ciencias a enamorarse de ideas extrañas o incluso de una pseudociencia absoluta en sus últimos años." ¿Por qué (algunos de) los premios Nobel creen en cosas raras? Definitivamente, este fenómeno rompe con la creencia tan difundida entre el escepticismo de redes sociales, que las personas que creen irracionalidades es porque son ignorantes o tontas. Nadie podría decir que un Nobel es un ignorante o un tonto. Tal vez esto sí podría ser una señal de dejar de lado el uso de cualquier reconocimiento académico como un signo de autoridad infalible (un error que, aunque denunciado en divulgación científica, son muchos los divulgadores que lo siguen empleando. Puede ver un ejemplo aquí y otro más acá).
En una muestra de estudio de caso, presentada en la portada de Skeptical Inquirer, a mediados del 2020, Candice Basterfield y colaboradores, se cuestionaron sobre si los premios Nobel de ciencias terminan adoptando creencias irracionales más seguido que el resto de científicos. Estos investigadores reconocen que hay muy poca evidencia para respaldar esta hipótesis, y se necesitarían más investigaciones, pero su análisis puede aportar algunos puntos importantes para futuros estudios.
Entre los ejemplos más notorios de galardonados que "sufren" este "padecimiento", Basterfield et. al. enumeran los siguientes ejemplos:
* Linus Pauling, dos veces ganador de un Nobel, y promotor de la vitamina C como panacea.
* William Schockley, Nobel de Física, defensor del racismo científico basado en el IQ, promotor del "banco de esperma del Premio Nobel", donde se buscaba crear un programa eugenésico con los "mejores genes del mundo", y firme defensor del detector de mentiras.
* James D. Watson, Nobel de Medicina, promotor del racismo científico.
* Brian Josephson, ganador del Nobel de Física, promotor de la meditación trascendental, la conciencia cuántica, la telepatía, la memoria del agua y la fusión fría.
* Nikolaas Tinbergen, Nobel de Medicina, creador de una hipótesis ambiental del autismo, donde la terapia consiste en que los padres abracen más a su hijo autista mientras intentan establecer contacto visual.
* Kary Mullis, laureado con el Nobel de Química, negacionista del SIDA y del calentamiento global, admirador de la astrología, contaba que una vez se le apareció un mapache fosforescente y pensaba que pudo haber sido un alien.
* Louis Ignarro, Nobel de Medicina, miembro destacado del "Consejo Científico Asesor" de la empresa multinivel de suplementos, Herbalife.
* Luc Montagnier, Nobel de Medicina recientemente fallecido, defensor de la homeopatía asegurando que el ADN ultra diluido de virus y bacterias emite ondas electromagnéticas, con esta teoría también aseguró que las enfermedades neurológicas tienen la misma causa; fue un antivacunas (háganme el bendito favor) que creía que las vacunas causan autismo y que éste puede ser curado con antibióticos; también fue un defensor de algunas teorías del conspiración sobre el COVID-19, como que el SARS-CoV-2 había sido creado con partes del genoma del VIH.
Aunque con esta lista pareciera que la "enfermedad" es un fenómeno de nobeles relativamente recientes, The Skeptic's Dictionary, el difunto Robert Todd Carroll también menciona otros ejemplos más antiguos, como el legendario Pierre Curie, quien fuera un defensor de la médium Eusapia Palladino; el Nobel de Medicina Charles Richet, que creía en fantasmas, clarividentes y telepatía; y el Nobel de física Philipp Lenard, un prominente físico antisemita anti-relatividad, que se unió al régimen nazi para defender la "física aria". ¿Qué fue lo que les pasó a todas estas lumbreras del descubrimiento y el pensamiento científico? ¿Por qué un laureado con el Nobel puede creer en fenómenos paranormales y otras tonterías? Esta es una pregunta fáctica y por tanto, puede investigarse científicamente.
En primer lugar, la literatura en psicología parece mostrar que hay poca correlación entre inteligencia y creencias irracionales, o sea, las personas inteligentes pueden perfectamente creer en cosas extrañas o evidentemente pseudocientíficas, siendo cegados por los mismos sesgos cognitivos que la mayoría de personas.
Algo que sí podría estar relacionado, es la falta de humildad intelectual por parte de las personas más inteligentes o aquellas que son reconocidas como tal a través de reconocimientos de prestigio como el Nobel, algo que es descrito como un "punto ciego de sesgo" que tal vez no tendrían otras personas que pertenecen a la misma comunidad científica. El psicólogo R. J. Sternberg propuso que son varios los errores cognitivos prevalentes entre las personas reconocidas como muy inteligentes o creativas, propuesta que es adoptada en el artículo de Skeptical Inquirer: 1) optimismo poco realista, ocurre cuando una persona inteligente cree que no debe preocuparse más por los errores intelectuales; 2) sentido de omnisciencia, cuando una persona cree ser tan inteligente que lo sabe casi todo o mejor que otros; y 3) sensación de invulnerabilidad, que se da cuando la persona cree ser tan inteligente que se siente inmune a los errores.
Entonces:
Si Sternberg está en lo correcto, en virtud de su alto intelecto, los premios Nobel pueden estar en riesgo de ideas peculiares, especialmente si no son lo suficientemente humildes intelectualmente.
Esto podría significar que es la falta de humildad, y no de inteligencia, la que podría estar jugando un papel fundamental a la hora que un laureado se "infecta" con pseudociencias y supersticiones. Tampoco está de más recordar que, análogo a la enfermedad del Nobel, otros hablan de la "enfermedad del médico", en donde los médicos de prestigio adoptan pseudociencias y otras formas de irracionalidad (algo que ya tratamos aquí).
Como decía Bob Carroll:
Hay tantas "enfermedades" de este tipo como expertos o autoridades. Dejaré que otros construyan esas listas, especialmente la lista de doctores en filosofía que defienden ideas extravagantes.
La conclusión de Basterfield y colaboradores no deja añadir más:
Para concluir, nuestra muestra de estudios de casos de la enfermedad Nobel, que es ciertamente limitada, nos recuerda que no debemos confundir inteligencia con racionalidad, ni confianza con corrección. También nos recuerdan que debemos tener cuidado de no suspender nuestro escepticismo científico incluso ante los pronunciamientos de los científicos más expertos.
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* "The Nobel Disease: When Intelligence Fails to Protect against Irrationality", por Candice Basterfield, Scott O. Lilienfeld, Shauna M. Bowes y Thomas H. Costello, en Skeptical Inquirer, vol. 44.3, Mayo/Junio 2020.
* "The Nobel disease", por Robert Todd Carroll, en The Skeptic's Dictionary.
* "High dose vitamin C and cancer: Has Linus Pauling been vindicated?", por David Gorski, en Science-Based Medicine.
* "Luc Montagnier and the Nobel Disease", por David Gorski, en Science-Based Medicine.