Existen alteraciones en la salud que no pueden ser explicadas y abordadas únicamente por la medicina ni por la psicología, se trata de las enfermedades psicosomáticas, concepto que hace referencia a un campo de estudio propio y diferenciado que analizamos a continuación.
La aportación del aspecto psicosomático es toda una revolución conceptual, donde no se busca observar los efectos psicológicos de una enfermedad física; ni las consecuencias físicas de un trastorno psicológico; sino que se va más allá. Se basa en una hipótesis de unidad funcional, donde a la mente (psico) y al cuerpo (somá) se les trata como un continuo, sin que exista diferencia entre ellos; de forma que si una parte enferma, lo hace también la otra; y para poder realizar una intervención terapéutica se debe de llevar a cabo en ambos ámbitos.
Aunque hablamos de una aproximación psicosomatica como un término unitario, dentro de ésta se encuentran dos corrientes íntimamente relacionadas entre sí:
- La ciencia básica, conformando un cuerpo de conocimiento en el que se da cuenta de cómo se produce esa interdependencia entre la psique y el soma, proponiendo teorías sobre la articulación de la persona como unidad funcional.
- La parte más práctica y aplicada, que se corresponde con la medicina psicosomática, como especialidad dentro de la medicina, surgida como reacción al reduccionismo dominante, en la que se tienen en cuenta los aspectos psicológicos y sociales del paciente en la predisposición, inicio, evolución y pronóstico de las enfermedades.
Como se ha comentado anteriormente, esa unidad del soma y la psique puede enfermar, afectando a ambos aspectos de la persona, en éste caso hablaremos de enfermedad psicosomática. Con tal término no nos referimos a una enfermedad netamente biológica, ajena al mundo psíquico de la persona, tal y como sería en los casos de infecciones víricas o lesiones provocadas por un traumatismo; tampoco es el caso de un trastorno mental, en donde no haya afección física, como ante un trastorno obsesivo compulsivo o un trastorno de personalidad; estos ejemplos dan cuenta de ámbitos de aplicación propios y específicos de la medicina y la psicología clínica respectivamente.
Al hablar de enfermedades psicosomáticas nos referimos a una ruptura de la salud, tanto física como psíquica de la persona, que requiere de un diagnóstico y un tratamiento en que se tengan en cuenta ambos aspectos; ya que si no se realiza así, la recuperación puede verse dificultada.
Entre las enfermedades psicosomáticas se encuentran las enfermedades coronarias, la artritis reumatoide o las cefaleas tensionales entre otras.
Pero no queda ahí la separación entre los distintos tipos de enfermedades que se pueden presentar, hasta ahora hemos hablado de enfermedades orgánicas (médicas), trastornos mentales (psicológicos) y enfermedades orgánicas con un importante componente psicológico (psicosomáticas).
Distinción un poco “artificiosa” si tenemos en cuenta que en determinados casos, enfermedades físicas puede provocar alteraciones psicológicas; como en el caso de las enfermedades crónicas o degenerativas, que tienen una importante carga emocional tanto para el paciente, como para sus familiares; situaciones irreversibles que le llevan al paciente, en ocasiones, al aislamiento y la pérdida de relaciones sociales; y a una mayor predisposición a sufrir trastornos del estado de ánimo como depresión mayor.
Pero puede suceder justamente lo contrario, es decir, producirse un trastorno mental que provoque alguna alteración física, tal y como en el caso de los trastornos de la alimentación como la Bulimia, que va a tener graves consecuencias físicas con alteraciones digestivas, respiratorias, cardiovasculares, hormonales, renales e incluso neurológicas.
A éste elenco de enfermedades y trastornos hay que añadirle los trastornos somatomorfos, entendidos éstos como aquellos síntomas o preocupaciones somáticas sin causa médica conocida. Entre los cuales destacamos los trastornos de somatización, los hipocondríacos o los de dolor persistente somatomorfo.
En estos últimos casos cobra especial relevancia el término de somatización, que hace referencia a un traspaso de “energía” desde el mundo psíquico al físico, provocando con ello algún trastorno en el funcionamiento normal del organismo, convirtiéndose éste en expresión de algún “trauma” interno.