Revista Salud y Bienestar
La enfermedad tromboembólica venosa (ETEV) es la primera causa de muerte hospitalaria prevenible en países occidentales
Por Fat
“La enfermedad tromboembólica venosa (ETEV) es la primera causa de muerte hospitalaria prevenible en España, es decir, es una enfermedad que en muchos casos complica la evolución de los pacientes que ingresaron por otro motivo (como una fractura, un infarto, un déficit de riego cerebral, un cáncer, etc.) y tiene una elevada prevalencia, llegando a afectar a 3 de cada 1.000 personas cada año, sobre todo en edades avanzadas”. Por ello, el Capítulo Español de Flebología de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular, en palabras de Fidel Fernández Quesada, miembro de su comité científico, hace un llamamiento a la prevención de esta patología entre profesionales y ciudadanía.
La incidencia de trombosis venosa (TVP) en España supera los 60.000 casos al año y la cifra de afectados por embolia pulmonar (TEP) supera los 20.000 casos. Así las cosas, “la ETEV en global es una de las principales causas de muerte en pacientes hospitalizados, y es más importante aún por que es prevenible. Teniendo en cuenta que la TVP es a menudo silente y el TEP puede ser fatal, la forma más eficaz de prevenir la ETEV es el uso rutinario de profilaxis en pacientes hospitalizados con riesgo moderado-alto para esta enfermedad. Esta cifra tan elevada, unida a su morbimortalidad, da idea de la importancia real del problema. En nuestro país el 2,5% de las bajas laborales totales se deben a procesos trombóticos venosos”.
Es una patología que en muchos casos aparece tras una inmovilización forzada tras una enfermedad médica o una intervención quirúrgica, que al enlentecer el retorno de la sangre desde las extremidades por las venas puede desencadenar una trombosis de las mismas. “La medida más eficaz es la movilización precoz”. Por eso, tras la cirugía se hace especial énfasis en “iniciar la deambulación lo antes posible y el iniciar la movilización activa y pasiva de las extremidades en la misma cama”.
Tal y como se recomienda desde el Capítulo Español de Flebología, “es importante también incentivar estas medidas de movilización activa o pasiva entre los pacientes que ingresan por causa médica en el hospital o que tienen dificultad para la movilización”.
También es posible mejorar el retorno venoso “mediante el uso de vendaje elástico o de compresión mediante medias”. Estas medidas se denominan “profilaxis mecánica”.
En algunos casos, según explica Fidel Fernández, cuando el riesgo trombótico es muy elevado o no se pueden establecer medidas de movilización adecuadas, es necesario realizar profilaxis farmacológica. “El uso de antiagregantes tiene un efecto muy limitado en esta enfermedad, y sujeto a controversia, por lo que el tratamiento farmacológico más importante es la profilaxis con heparina de bajo peso molecular, que tiene la ventaja de poder administrarse de forma ambulatoria y no requerir controles analíticos”.
-Factores de riesgo entre los pacientes
Según pone de manifiesto el experto, “el riesgo de padecer trombosis venosa y embolia pulmonar suele estar asociado a unos factores predisponentes, que denominamos factores de riesgo”. El primero de ellos lo constituye el haber sufrido episodios previos de ETEV. “Cuando un paciente ha padecido ya una vez esta enfermedad, es más posible que vuelva a sufrirla”. Otro factor de riesgo es “someterse a una cirugía que precisa de un posoperatorio con una inmovilización mantenida en el tiempo. Las cirugías que más relación tienen con esta enfermedad son las traumatológicas (prótesis de cadera y rodilla sobre todo), ginecológica y urológica; aunque se describe también con la cirugía abdominal mayor, neurocirugía,… y sobre todo con las cirugías de causa oncológica. En general existe mayor riesgo cuanto mayor complejidad y duración tenga la intervención”, detalla el especialista.
La inmovilización es el tercer factor de riesgo, que aparece como complicación añadida a la enfermedad “en pacientes graves con, por ejemplo, traumatismos, neumonías, infartos, lesionados medulares, traumatismos cráneo encefálicos, grandes quemados, sepsis, etc., y en pacientes que, por su enfermedad o sus condiciones previas, tienen dificultad para la movilización. Incluso se ha descrito, aunque con una frecuencia baja, asociada a la inmovilización relativa causada por los viajes muy prolongados en avión o en otros medios de transporte”.
El último de los factores de riesgo puestos de manifiesto por el miembro del comité científico del Capítulo Español de Flebología es el relativo a las trombofilias: “En muchos casos son enfermedades hereditarias, familiares y genéticas, pero en otros casos pueden aparecer sin antecedentes previos. Se originan por una alteración de la coagulación, ya sea constitucional (primaria) o causada por otra circunstancia (enfermedad o tratamiento). Aparecen en pacientes con cáncer o, incluso, como cuadro que a veces suele precederlo, o asociada a algunos fármacos (esteroides, quimioterapia…)”.
La incidencia de trombosis venosa (TVP) en España supera los 60.000 casos al año y la cifra de afectados por embolia pulmonar (TEP) supera los 20.000 casos. Así las cosas, “la ETEV en global es una de las principales causas de muerte en pacientes hospitalizados, y es más importante aún por que es prevenible. Teniendo en cuenta que la TVP es a menudo silente y el TEP puede ser fatal, la forma más eficaz de prevenir la ETEV es el uso rutinario de profilaxis en pacientes hospitalizados con riesgo moderado-alto para esta enfermedad. Esta cifra tan elevada, unida a su morbimortalidad, da idea de la importancia real del problema. En nuestro país el 2,5% de las bajas laborales totales se deben a procesos trombóticos venosos”.
Es una patología que en muchos casos aparece tras una inmovilización forzada tras una enfermedad médica o una intervención quirúrgica, que al enlentecer el retorno de la sangre desde las extremidades por las venas puede desencadenar una trombosis de las mismas. “La medida más eficaz es la movilización precoz”. Por eso, tras la cirugía se hace especial énfasis en “iniciar la deambulación lo antes posible y el iniciar la movilización activa y pasiva de las extremidades en la misma cama”.
Tal y como se recomienda desde el Capítulo Español de Flebología, “es importante también incentivar estas medidas de movilización activa o pasiva entre los pacientes que ingresan por causa médica en el hospital o que tienen dificultad para la movilización”.
También es posible mejorar el retorno venoso “mediante el uso de vendaje elástico o de compresión mediante medias”. Estas medidas se denominan “profilaxis mecánica”.
En algunos casos, según explica Fidel Fernández, cuando el riesgo trombótico es muy elevado o no se pueden establecer medidas de movilización adecuadas, es necesario realizar profilaxis farmacológica. “El uso de antiagregantes tiene un efecto muy limitado en esta enfermedad, y sujeto a controversia, por lo que el tratamiento farmacológico más importante es la profilaxis con heparina de bajo peso molecular, que tiene la ventaja de poder administrarse de forma ambulatoria y no requerir controles analíticos”.
-Factores de riesgo entre los pacientes
Según pone de manifiesto el experto, “el riesgo de padecer trombosis venosa y embolia pulmonar suele estar asociado a unos factores predisponentes, que denominamos factores de riesgo”. El primero de ellos lo constituye el haber sufrido episodios previos de ETEV. “Cuando un paciente ha padecido ya una vez esta enfermedad, es más posible que vuelva a sufrirla”. Otro factor de riesgo es “someterse a una cirugía que precisa de un posoperatorio con una inmovilización mantenida en el tiempo. Las cirugías que más relación tienen con esta enfermedad son las traumatológicas (prótesis de cadera y rodilla sobre todo), ginecológica y urológica; aunque se describe también con la cirugía abdominal mayor, neurocirugía,… y sobre todo con las cirugías de causa oncológica. En general existe mayor riesgo cuanto mayor complejidad y duración tenga la intervención”, detalla el especialista.
La inmovilización es el tercer factor de riesgo, que aparece como complicación añadida a la enfermedad “en pacientes graves con, por ejemplo, traumatismos, neumonías, infartos, lesionados medulares, traumatismos cráneo encefálicos, grandes quemados, sepsis, etc., y en pacientes que, por su enfermedad o sus condiciones previas, tienen dificultad para la movilización. Incluso se ha descrito, aunque con una frecuencia baja, asociada a la inmovilización relativa causada por los viajes muy prolongados en avión o en otros medios de transporte”.
El último de los factores de riesgo puestos de manifiesto por el miembro del comité científico del Capítulo Español de Flebología es el relativo a las trombofilias: “En muchos casos son enfermedades hereditarias, familiares y genéticas, pero en otros casos pueden aparecer sin antecedentes previos. Se originan por una alteración de la coagulación, ya sea constitucional (primaria) o causada por otra circunstancia (enfermedad o tratamiento). Aparecen en pacientes con cáncer o, incluso, como cuadro que a veces suele precederlo, o asociada a algunos fármacos (esteroides, quimioterapia…)”.
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