¨En Broad River ellos eran los juguetes de piernas y brazos rotos, cables arrancados, descosidos por donde salía el relleno. Aunque los reparasen, ya no serían bien recibidos en la habitación infantil. ¨
A veces la ferocidad que se exhibe solo es una gran excusa, un gran muro que esconde inseguridad, miedo, envidia, traumas. Una especie de advertencia y de salvavidas. Aunque puede que esa ferocidad sea cierta, y se anuncie con un gran cartel donde puede leerse que la polla del tipo es más larga que la del resto y que hay que tener cuidado porque puede acabar metida en tu culo.
Pero la ferocidad no siempre es un rasgo visible. Puede anidar en lo más hondo de una persona y dormir ahí. Hasta que algo la hace salir. Entonces lo mejor es estar muy lejos. Lo más lejos posible.
Yo a Lehane lo tengo por un tipo duro, por un escritor tirando a oscuro. Las dos novelas que he leído de él así me lo demuestran. También lo tengo por un creador de mundos nato, por un creador de escenarios impresionante. Por un hacedor de historias sumamente técnico, perfeccionista, experto. Por un tipo que desarrolla las tramas con finura, con detalle, con cariño. Por un tipo que necesita espacio, tiempo y páginas para darlo todo, para expandirse.
Y entonces Lehane escribe La entrega. Que primero fue un relato fallido y luego un guion del que se ha rodado una película. Y que parece, después le ha dado al relato la longitud de una novela corta. Esta novela corta.
A veces me sorprende como los escritores son capaces de concentrar su talento en pocas páginas. De apiñar uno al lado de otro todos sus rasgos de identidad, todos sus tics, todas sus virtudes, todas sus filias y fobias. Por eso me gustan los buenos relatos. Y las novelas cortas. La entrega es apenas tres escenarios; un bar y dos apartamentos. Apenas tres personajes; Bob, Marv y Nadia. Apenas doscientas páginas. Y toda la esencia de Lehane latente en cada página.
Sin grandes historias, sin grandes vidas. Sin grandes tramas oscuras, violentas y crudas.
La ferocidad latente y escondida. La violencia patente y viva. La soledad, la locura, la determinación, la esperanza. La resignación, el miedo, el poder. Uno tras otro presentes aquí y allá. Escondidos, intuidos, presentes. Rasgos determinantes.
Microcosmos obrero, frío, pobre. De gente normal, sin aspiraciones, de segunda. Creyente hasta la médula. Fracasada. Anodina. Jugadora.
¨Hasta cuando lo empujaba contra el colchón y le penetraba el culo con una polla tan larga y ancha como un pepino, le aseguraba que estaba en deuda con él. Que no lo olvidaría.¨
Lehane en cápsula.
La entrega
Dennis Lehane
Salamandra Black 2014
190 páginas.