Revista Humor

La entrevista sin opciones

Por Jerjes Ascanio
La entrevista sin opcionesÉl pensaba que no estaba preparado. Inevitablemente se da cuenta de que está tartamudeando, solo emite balbuceos y suda demasiado. El candidato no podía dejar de preguntar, ¿tengo elección?.
Una pregunta interesante, con gran peso psicológico, Examinemos la cuestión. Eso fue lo que recibió como respuesta.
Desde el punto de vista económico, por supuesto que no. La oferta es ya de por si generosa. Aunque ese dinero solo le servirá para vivir.
Ahora bien, ¿emocionalmente?. Teniendo en cuenta lo que sabe, lo que sospecha, lo que es posible. Pues yo no lo se.
¿Puede usted elegir dejar eso atrás sin darme una respuesta?. Estaría condenándose a vivir atormentado por la curiosidad de saber como le habría ido.
Por otra parte, naturalmente, esta el aspecto técnico de todo esto. Una vez que hemos llegado hasta aquí, ¿piensa que lo dejaremos ir sin complementar sus servicios?
Se que usted es una persona verdaderamente capaz, aportara soluciones al problema. ¿Espera que sencillamente me encoja de hombros y le deje marchar?. Esta ultima pregunta quedo flotando en el ambiente.
El candidato levanto la cara, le miro a los ojos y le soltó, ¡esto es un país libre!. Sentía que con eso todo se terminaría.
¿Usted lo es ahora?. El Sr. Burns se inclino hacia adelante con aire de depredador. ¿Acaso alguien es realmente libre?, ¿lo somos nosotros ahora?. Nuestro conocimiento nos hace prisioneros.
El candidato no contesto, respiro hondo y le sostuvo la mirada con igual intensidad. En su fuero interno solo quería terminar la entrevista e irse.
El Sr. Burns volvió a sentarse, se acomodo en su sillón detrás del escritorio, su aspecto era aun desafiante. Así que se lo pregunto de nuevo, ¿cerramos el trato?.
El candidato no veía salida alguna, estaba atrapado. El Sr. Burns no lo dejaría marchar. Nuevamente respiro hondo, asintió con la cabeza.
Al Sr. Burns se le ilumino el rostro, una torva sonrisa se le dibujo en el rostro. Por favor, responda en voz alta para que quede constancia, le dijo.
¡SI!
Imaginaba desde el principio que esa sería su respuesta. Hizo un gesto con la mano en dirección a la puerta. Le indicaba que daba por terminada la entrevista...

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