Revista Libros
Ahora que está de actualidad hablar de patrias, banderas y credos podemos decir que hay algo que nos une a todos los moradores de este otrora gran país: la envidia. Es marca de la casa.
En pocos sitios es más difícil ser "profeta en tu tierra".
Tenemos un cainismo atávico que se empeña en criticar al que triunfa y a alabar al mediocre. No sé que cuestión es más grave. Siempre hay motivos para intentar que el ídolo tenga pies de barro y muerda la lona. Nos reconforta ver caer a los que triunfaron y no ponemos empeño en alabar al que creció desde la nada y consiguió sus objetivos. La cultura del esfuerzo pierde la batalla ante la del pelotazo. Somos muy amigos de las burbujas. Así nos luce el pelo.
Son dos temas distintos pero relacionados: ningunear al válido y sobrevalorar al inepto. Es producto de lo que vemos en la televisión. Si no hay programas culturales y los deportivos los ponen de pago la gente ve mierdas que hablan de mierdas que venden sus mierdas por un cuantioso parné. Esos son los modelos a imitar.
Es un país que se paga lo que se paga porque Paquirrín y su hermana (se nota que son familia, son idénticos) pinchen en una discoteca y se ignora a un tipo como Gómez Noya que ha sido cinco veces campeón mundial de triatlón, que es casi ser un Superman. El otro, el calvo, tiene como mérito golpear verjas metálicas con la cabeza.
Somos un país mediocre, cada vez más. Leo que en Suecia han comprobado que las jornadas de 6 horas son más productivas y les va de maravilla, aquí tendemos a una esclavitud amparada por el voto mamporrero. Esta gente que traga y consiente son los más envidiosos, son los que no tolerarán en triunfo ajeno porque están frustrados de ser mierdas en una sociedad de mierda, que es así por su culpa. Porque consienten.
Muchas veces tenemos que escuchar: "sí, tiene dinero, pero le falta pelo y su mujer se zumba al profe de golf" o " vete tú a saber a quién se ha follado para haber llegado donde ha llegado".
No digo que no haya casos que sean así, seguro que en la parrilla televisiva antes aludida encontráis muchos ejemplos, pero lo de menospreciar el sudor ajeno por no reconocer las incapacidades de uno es patético...y muy español.
Pocas veces se valora lo conseguido. En el ámbito cultural es imposible. Los cuchillos bajo la mesa son lanzados inmisericordemente y muchas veces logran su objetivo: sembrar la duda.
Otra "virtud" de este país donde su Presidente no sabe si es europeo, español o tailandés es esa, la de dar por ciertos todos los rumores. Mucha gente vio como un perro lamía la mermelada de Ricky Martin en un programa de televisión en directo.
Volviendo al tema de la cultura, me hace especial gracia la manera que tienen muchos escritores de atacar al que tiene éxito en vez de tratar de emularle. En vez de copiar las cosas que triunfan se tira por el camino más fácil, el que siempre recorren los limitados de mente y espíritu.
Hay que tener algo claro: siempre hay alguien más listo, más guapo, más alto, más fuerte, que escribe mejor, que habla mejor, que tiene más cosas, que gusta más, que es mejor persona, que merece más la pena que TÚ. Asimílalo, no hagas mala sangre.
Una vez asumido puedes reconocer méritos o puedes guardar silencio porque a veces, muchas veces, es mejor que uno tenga la duda de que eres tonto a que abras la boca y lo corrobores.