Revista Opinión

La épica de los cobardes o la semilla de Franco

Publicado el 12 enero 2012 por Romanas
La épica de los cobardes o la semilla de FrancoFueron los doctores de la filosofía política alemanes los que acuñaron aquel término que luego hizo fortuna: “volkgeist”: el espíritu del pueblo. Y, por supuesto, como en tantas otras cosas acertaron, cada pueblo tiene su propio espíritu, lo que ocurre, y en esto mi discrepancia con ellos es total, es que este espíritu de los pueblos no permanece idéntico a través de los tiempos, no es inmutable sino que puede cambiar y eso lo supieron inmediatamente esa serie de genios maléficos que, desde siempre, han manejado a los pueblos.
 Y, luego, llegó Goebbels, Josep, y consiguió ser ministro de propaganda de Hitler, tal vez, el más maléfíco de los genios. 
Y lo malo de esta clase de genios es que producen inevitablemente una serie de epígonos por eso del instinto de imitación, innato en el hombre.
Entremos en materia: vivimos en medio de una inmensa generación de cobardes.
Políticamente, todo lo que nos pasa se originó con ese individuo pequeñito pero matón que se llamó Franco. Él era tan valiente que creo que ganó la laureada antes de nacer y esta medalla no la gana casi nadie porque premia al valor excelso, al valor por encima de todas las cosas, o sea que Franco era un tío valiente, esto, señores, no tenemos más remedio que reconocerlo, tan valiente era que acojonó incluso a esa inmensa caterva de generales que pululaban entonces por España y que no eran moco de pavo precisamente en lo que se refiere al valor.
La cuestión es, ¿es el valor, debe de ser el valor una virtud predominante? Yo creo que no, incluso si me apuran, creo que el valor es una virtud execrable porque impulsa a la gente a arriesgarse por algo, por encima de lo natural. De tal modo que su contraria no es la cobardía sino la prudencia.
No es prudente arriesgar la vida de un modo suicida en el frente de batalla porque podemos perderla inútilmente, pero también, hablando de virtudes, no hay más remedio, como siempre, que acudir a Aristóteles, que dijo aquello ya tan manido de que en un término medio reside la virtud, de modo que si bien el valor excesivo es realmente una especie de locura, el temor, también excesivo, es un vicio realmente asqueroso y, como tal, repugnante.
El problema reside, principalmente, en que los valientes saben que los cobardes les tienen miedo y entonces abusan salvajemente de esta enojosa situación, ¿enojosa?, no, desastrosa.
Es un desastre que aquel generalito, por lo bajo de estatura, tan valiente con su criminal y canallesca, con su salvaje represión que duró más de 40 años, originara una inmensa generación de cobardes que quizá haya modificado para siempre nuestro “volkgeist”, nuestro espíritu popular.
No sé realmente, porque no soy adivino, lo que sucederá en el futuro pero sí que sé que ahora todos los españoles constituimos una inmensa generación de cobardes y que esto se lo debemos a aquel sanguinario general.
Y esto lo saben, lo han aprendido ciertamente hasta la saciedad 4 hijos de puta esenciales, que nos están aplicando a rajatabla la criminal táctica del chantaje.
Porque es un chantaje:
1) convencer, por la fuerza, a todos los españoles de que hay gente que ha nacido para mandar y otra para obedece y que esto es de Derecho divino, de modo que la derecha debe de gobernar siempre en este país, por lo que se considera el gobierno de una sedicente izquierda como algo aberrante que hay que abortar cuanto antes, idea ésta que han conseguido imprimir a sangre y fuego hasta en el alma misma de sus propias víctimas que les votan para que les opriman bajo el lema de vivan las cadenas;
2) es un chantaje convencer a la gente de que gobernar es algo tan difícil que sólo está al alcance de doctores en economía, confirmados con el correspondiente master,  expedido por una universidad usaniana; era una costumbre inveterada que los oficiales militares de más prestigio en las naciones sudamericanas fueran a West Point, la academia militar por excelencia de los EE.UU. y bebieran allí, directamente, el fascista espíritu protomilitar que inspira toda la política de aquel sanguinario país para que, luego, al regreso a sus respectivos países, implantaran, por las buenas o las malas, las teorías de superioridad de la nación norteamericana sobre el resto del universo;
3) y esto me lleva directamente de la mano a lo que sucedió con los intentos, afortunadamente fallidos, de Alemania para imponerse militarmente al resto de las naciones: el fascismo alemán, o sea, el nazismo, se acuñó o se inspiró en una frase que parece inocua pero que es esencialmente terrible puesto que implica la superioridad ineluctable de una nación, de un Estado, de una raza sobre el resto de la humanidad: “Deutschland, Deutschland, über alles,  über alles in der Welt”: Alemania, Alemania, sobre todo, por sobre todo en el mundo;
4) este fascismo que parece intrínseco en la naturaleza humana también se halla en nuestro “volkgeist”, sólo que al ser el nuestro un pueblo tan pobre por haber sido esquilmado secularmente desde sus orígenes, su génesis es también más pobre que el nazismo y el fascismo “stricto sensu”, o sea, el italiano, entonces, y el usaniano, hoy, de modo que su constitución y funcionamientos son evidentemente más ramplones pero no por ello menos canallescos y pertinaces: Franco aplastó a su pueblo bajo su bota claveteada hasta un extremo tal que ningún otro de los fascismos ha podido llegar y la huella de esa esclavitud esencial se halla impresa en nuestra naturaleza de una manera quizá indeleble, es por ello que los países más castigados por la represión, vascos y catalanes, conservan casi en su integridad ese temor reverencial, supersticioso hacia todo lo que procede del poder central; es curioso porque ambos amagan constantemente con intentar la independencia pero, en el fondo, son los más sumisos de todos ya que, en realidad, permiten que todas sus manifestaciones culturales y deportivas sean controladas férreamente, tanto en su nacimiento como en su cotidiana expresión, de modo que no sólo no hay una lengua vasca o catalana con absoluta vigencia sino que tan siquiera se intenta realmente por un procedimiento tan pacífico y natural como sería la desobediencia cívica.
Es por eso por lo que hemos titulado este post “La épica de los cobardes o la semilla de Franco”.


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