Revista Opinión
¿Se acuerdan de la recientemente fallecida Lina Morgan representando el papel de una pobre tonta del bote de película? En la vida real de la Hispania nostra, la participación de un bobo o una boba siempre ha sido necesaria en los timos de la estampita o similares, al objeto de motivar y convencer a la víctima elegida, aparentemente una persona de bien a los ojos de la sociedad, en el que ponen el ojo los timadores para engañarle, haciéndole creer que es fácil hacerse con las estampitas para utilizarlas mejor que los presuntos tontito o tontita que las tenía.
Siempre existieron necios, y tontos útiles y tontos listos en las Españas, como hubo y hay pícaros, mercenarios, medallistas y comisionistas; el género novelesco, y los modernos medios de comunicación y redes sociales, han inmortalizado a un extenso número de todos estos personajes , presentes en todos los campos de la actividad humana, hasta en los que su existencia sorprende y desmotiva, por transgredir creencias, principios, promesas, fines o ideologías, ya sea en el seno de empresas, instituciones, organizaciones o asociaciones privadas o públicas, con o sin fines de lucro.
Avaricia, soberbia, estrategia de engaño, privilegios, resentimiento, venganza, maldad, protagonismo, incapacidad, ingenuidad, clientelismo, amistad, secretos, pasado a maquillar ……¡son tantos los motivos para ser un tonto listo o disfrazarse con el papel de tonto del bote o útil!. El Ego suele ser uno de los de mayor frecuencia estadística, hábilmente alimentado por los psicólogos de sombras humanas o los que realmente manejan los hilos, y a los que el tonto obedece en busca del caramelo, prebenda, palmadita, reconocimiento o medalla posteriores, no importándole convertirse en ejecutor de sus planes, por desagradables o impopulares que resulten….¡ya encontrará un modo de expiación posteriormente!, en vecindarios o santuarios privados inventados por su mente interesada, y no muy ordenada en algunas ocasiones.
El tonto listo no tira piedras a su propio tejado, no a sabiendas al menos, porque sus maniobras, poco transparentes y a veces enrevesadas, pueden devolverle un sopapo con efecto boomerang, y no sería eso lo malo, ¡¡que va, siempre será bueno aislar a estos personajes hipócritas!!, sino que estas prácticas y efectos afean, por extensión, a las organizaciones, asociaciones y empresas a las que se aferran como lapas, para no caer en la oscuridad existencial.
Las redes sociales, escaparates del Ego de casi todos (salvo los que permanecen pasivos, para observar en silencio y archivar para uso interesado posterior), dan testimonio del afán de méritos y reconocimiento de algunos de nosotros, que contamos, sin pudor alguno, nuestros pretendidos esfuerzos y logros en actividades realizadas en el seno de un equipo u organización, buscando el reconocimiento del “Me gusta” , del “retuiteo”, del “compartir” o alabanzas de amigos virtuales; alguien, posiblemente un community manager organizacional, debería analizar las declaraciones y comentarios virales y sus efectos, y asesorar a sus internautas sobre ello , pues las redes sociales también puede convertirlos en tontos útiles del adversario, que puede encontrar argumentos, confirmaciones o alertas para sus críticas en estas “epopeyas” narradas en primera persona en el escaparate virtual.
Lina Morgan ha fallecido recientemente, descanse en paz, más con ella no terminaron los tontos del bote del timo de la estampita, que lamentablemente seguirán existiendo mientras exista el ser humano.