Los estrategas socialistas, desesperados ante el avance de la derecha y el hundimiento de sus propuestas a la sociedad española, aconsejan a sus activistas y propagandistas que defiendan la equidistancia en todos los escenarios, una tesis que les beneficia porque condena y culpa a los dos grandes partidos por igual de los actuales males de España y aprovecha ese resquicio engañoso para resucitar y alentar el viejo odio a la derecha.
Muchos de nosotros hemos analizado tesis y argumentos sobre la equidistancia en los boletines que leen los militantes cualificados y cargos del PSOE. Según los estratega socialistas, esa tesis, cuyo principal objetivo es cercenar toda esperanza en un cambio positivo que provenga del PP, puede detener la sangría de votos de la izquierda y restar muchos votos a la derecha.
Aunque la equidistancia parte de posiciones que pueden parecer correctas, porque es cierto que los dos grandes partidos españoles tienen graves carencias democráticas y se parecen mucho en asuntos tan claves como la convivencia con la corrupción, el culto a la partitocracia, la distancia que les separa de la democracia y de los ciudadanos, el amor a los privilegios y el gusto por la financiación pública, la equidistancia es una ruindad porque equipara a los socialistas, que nos ha llevado hasta la ruina y el desastre, con un Partido Popular que, aunque ha gobernado en algunas regiones españolas, no tiene la misma responsabilidad, ni mucho menos, en el actual drama de España.
Dos de las líneas argumentales favoritas de la equidistancia son que la crisis afecta a todo el mundo por igual y que fue el gobierno de Aznar, con su intensa apuesta por el ladrillo, el mayor responsable del actual drama, pero se trata de argumentos mendaces porque ignoran muchas verdades, entre ellos que los socialistas, al heredar el modelo del PP, no solo no hicieron nada por cambiarlo sino que sacaron pecho e hicieron el ridículo vanagloriándose de que habíamos sobrepasado a Italia y que pronto alcanzaríamos a Francia y Alemania. También olvidan que España, al llegar la crisis, estaba más preparada que otros países para adoptar medidas y hacerle frente al drama, como hicieron Alemania, Francia y otros, países que crecen y torean el drama con dignidad, pero que el inepto Zapatero optó por ignorar el problema, por mirar hacia otro lado y por despilfarrar y endeudarse hasta el tuétano, convirtiendo a España en un país arruinado y golpeado por la crisis más que cualquier otro en Occidente.
Existe un principio, inamovible y básico en Justicia, según el cual la responsabilidad es proporcional al poder. En España, quien ha tenido el poder del Estado y todos sus recursos en la mano ha sido el PSOE, desde el presupuesto nacional al Boletín Oficial, el poder de legislar, la policía, el ejército y las legiones de funcionarios y asesores al servicio del gobierno. El lógica, pues, que se le culpe con justicia de los desastres actuales de España.
La equidistancia tendría sentido en el año 2015, cuando, después de una legislatura bajo el gobierno de Rajoy, los problemas de España no se hubieran solucionado, pero ahora, simplemente es un ruindad diseñada por estrategas desesperados de una izquierda que teme la venganza del mismo pueblo al que ha arruinado y hecho infeliz.
Muchos demócratas votarán en blanco, emitirán votos nulos de reprocho o se abstendrán conscientemente porque creen que lo que España necesita no es un cambio de gobierno sino un cambio de sistema, concretamente una refundación de la democracia de la que surja una política decente, un sistema equilibrado y un poder político sin impunidad ni arrogancia, sometido a los severos controles de la ley, de las instituciones, de la prensa libre y de los ciudadanos. Sin embargo, otros ciudadanos, conscientes de que el cambio es urgente porque el PSOE nos conduce directamente hacia el precipicio, votarán a Rajoy con la esperanza de que su gobierno robe menos, adelgace el Estado y conduzca con más tino y sabiduría la economía española.
Conozco a muchos demócratas que votarán a la derecha, tapándose la nariz y sin renunciar a sus ideas, anhelos y lucha por una democracia mejor. Lo harán contra el PP, pero le darán una oportunidad a España para que un gobierno distinto la saque del foso.
Lo que no tiene explicación desde la democracia y la decencia es votar a los mismos que nos han arruinado, desprestigiado, hundido y sumido en el desempleo masivo, la desesperación, la desconfianza y la tristeza. Al PSOE sólo se le puede votar en estas elecciones desde el fanatismo enfermo, desde la ceguera ideológica o desde el egoísmo más agudo, quizás porque el socialismo representa para ellos seguir chupando de la ya agotada teta del Estado. No hay otra explicación.