Salman Rushdie es uno de los escritores contemporáneos más prestigiosos de nuestra época y un gran defensor de la libertad de expresión. Su nombre figura cada año en la lista de candidatos preferidos para ganar el Premio Nobel de Literatura. Es autor de una rica variedad de novelas tales como Hijos de la medianoche, Los versos satánicos, La encantadora de Florencia y Joseph Anton, entre otras. Y con motivo de la edición del Kosmopolis de este año, una gran fiesta de la literatura, ayer el escritor británico acudió al Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) para mantener un interesante diálogo con el también escritor Rodrigo Fresán: La era de la extrañeza. Los asistentes tuvimos la suerte de escuchar una conversación que giró alrededor de la trayectoria literaria del autor, de su nuevo libro, sus influencias literarias, la religión y el fanatismo y la vida en sí.
Recientemente se ha publicado en Seix Barral –y en la editorial Proa la traducción al catalán– Dos años, ocho meses y veintiocho noches, una historia de historias y un homenaje al indiscutible clásico de Las mil y una noches donde Rushdie da rienda suelta a toda la mitología india de la que se empapó durante su infancia. Se trata de “un libro alocado” que “habla del presente para descubrirnos el pasado”, donde la mitología y lo mágico se desarrollan en el mundo contemporáneo. Una suerte de realismo mágico con el que vuelve a la ficción después de publicar sus memorias en 2012 bajo el título Joseph Anton.
Salman Rushdie es sobre todo muy conocido por su libro Los versos satánicos publicado en 1988, obra que fue prohibida en muchos países –India, Pakistán, Arabia Saudí, Egipto, Somalia, Bangladesh, Sudán, Malasia, Indonesia y Qatar son algunos de ellos. Fue en Irán donde el ayatolá Ruhollah Jomeini lanzó un edicto –una fatwa– contra él pidiendo su cabeza por considerar dicho libro como una blasfemia contra Mahoma y la fe musulmana. Esa persecución de los fanáticos islamistas obligó al escritor británico a vivir en la clandestinidad en el Reino Unido. El resultado de aquellos tediosos diez años se convirtió más adelante en un libro de memorias titulado Joseph Anton que se publicó en 2012: “pensé en escribir sobre lo que me había ocurrido, pero necesitaba que pasara más tiempo”.
La velada discurrió de forma ágil, entre bromas, chistes y anécdotas literarias divertidas. Algo que, en parte, no te esperas si se juzga a primera vista a Rushdie, una persona que en las fotografías aparece con esa mirada seria e incluso desafiante. Se le puede tomar como alguien que hace poca broma a la hora de charlar. Sin embargo, más lejos de esta realidad y a juzgar por lo que presencié en el encuentro, lo cierto es que Salman Rushdie es un hombre agradable, divertido y muy culto, con la que una persona se deja seducir con facilidad por sus palabras. Un hombre que, a pesar de todo lo que ha soportado, ha sabido moverse por la vida con la cabeza alta, sin ceder ante nadie y sobre todo sin perder el humor.
Antes de finalizar la conversación, Fresán le preguntó al escritor qué deseo le pediría a un genio, a lo que Rushdie contestó: “lo que nunca desearía es una vida diferente a la que he vivido, porque de ser así no tendría ni a mis hijos ni a mis amigos, y tampoco habría escrito mis libros”.
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Diálogo entre Salman Rushdie y Rodrigo Fresán en Barcelona
Redacción: Mariona Rivas Vives
Fotografías: Elisabet de Loreto