Revista Sociedad

La era de los becarios

Publicado el 25 septiembre 2013 por Cartas A 1985 @AntonCruces

Artículo publicado en Pontevedra Viva el 23 de junio de 2013.

Con el final del verano llega también el fin de las redacciones pobladas por unos entrañables seres conocidos como becarios.

¿Qué son exactamente?

En teoría se trata de un artista invitado, sin mucha experiencia, pero con mucha ilusión e ingenuidad que busca un puesto de trabajo estable. Quiere demostrar su valía. No tengo ni idea de cómo se les trata en otros sectores, pero sí que tengo una idea global de lo que sucede en el ámbito del periodismo.

Partamos de la base de que las prácticas son necesarias para completar la formación de cualquiera, en eso estamos todos de acuerdo. Durante unos meses los becarios aprenden a desenvolverse en una redacción…al menos así debería ser. El problema se manifiesta cuando las empresas caen en los dos errores más comunes a la hora de tratar a los aspirantes:

1) Piensan que son inútiles y apenas les dejan tocar el equipo o participar alegando falta de experiencia. Manda huevos. El becario acaba quemado de no hacer nada. Un verano perdido.

2) El becario se convierte en el sustituto de un trabajador con todas sus obligaciones y ninguna de sus contraprestaciones (algo para lo que posiblemente no esté preparado)

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Entre estos dos polos opuestos existen medios que hacen las cosas bien y dan cancha, se preocupan y forman a los recién llegados. Yo mismo he trabajado en algunas de ellos, aunque por desgracia también he conocido el lado oscuro.

Todos,en mayor o menor medida, hemos pasado por algo parecido cuando comenzábamos en la profesión; el problema aflora y se torna mucho más preocupante cuando la figura del becario o del colaborador se convierte en el pilar del producto. Conocido es el caso del periódico local de nuestra ciudad cuya sección de deportes es el paradigma de lo que les cuento. Hasta hace bien poco el conocido diario publicaba los martes (creo que lo sigue haciendo) un robusto suplemento deportivo: páginas y páginas de resultados, equipos y disciplinas varias que incluso se ha llevado reconocimientos de los propios compañeros de la prensa gallega.

Así nos va. Qué vergüenza.

Mi padre me decía que si veía como se hacían las hamburguesas se me quitarían las ganas de comerlas para siempre. Pues esto es muy parecido.

Es sencillo sacar adelante un proyecto como este si el grueso de la sección lo forman “colaboradores” y becarios que cobran una miseria y sacan el producto adelante a pesar de sus jefes.

Los colaboradores (eufemismo de trabajadores “contratados” ilegalmente) no firmaban contrato alguno, cobraban 400 euros en el mejor de los casos (por transferencia bancaria), no estaban dados de alta en la Seguridad Social, pero sí tenían un horario de ocho horas, un ordenador para “colaborar a diario” y cinco días de obligada asistencia. De los becarios ya ni hablamos. Un desastre en toda regla, injustificable a todas luces, pero qué más da.

Ojo. No hablamos de los meses de verano, hablamos del curso entero.

Así que los domingos, los lunes y los martes la alineación de deportes estaba conformada por unas nueve o diez personas de las cuales solo tres eran “de la casa”. En apenas seis meses al menos cinco personas abandonaron el barco quemados por la situación, pero por desgracia siempre hay alguien esperando con ilusión una oportunidad para destacar, dispuesto a aceptar unas condiciones de mierda por su trabajo.

Nos quieren hacer creer que las cosas son así. Que tenemos que aceptarlo y que (atención a la jugada maestra): ¡Nos están haciendo un favor!

Encima hay que estar agradecidos por la oportunidad. 

Citando las sabias palabras de Fernando Fernán Gómez: “¡Váyase usted a la mierda! ¡A la mierda!”

Panda de usureros.

Lo curioso, y esta es otra situación a la que se enfrenta el periodista que ha invertido tiempo y dinero en su carrera, es que de esas diez personas que nutrían la sección, el porcentaje real de periodistas era aproximadamente un 10%. Estudiantes de publicidad, de comunicación audiovisual, el intrusismo es algo aceptado y forma parte de la normalidad (de hecho para cursar el Máster de Periodismo de El País no hay que ser Licenciado en Periodismo, hay que ser Licenciado).

─Doctor, ¿cuánto va a durar la operación?

─ Pfff no sé…tres horas, pero no me llame doctor mujer que yo soy pediatra.

─Pero… ¿¡y cómo me va a operar usted!?

─ Bueno mujer, maloserá…

Aclaremos una cosa.

Desde mi punto de vista (y esto es una opinión) la carrera de periodismo como tal no debería existir, debería ser un módulo para aquellos profesionales de otros sectores interesados en la divulgación que quieran pulir su redacción para explicar su campo de manera accesible a los lectores. Quizás podrían existir estudios específicos de periodismo sí (no cuatro años desde luego), pero habría que cambiar un millón de cosas y crear más especialización, pero repito, no se me ocurre nadie más experto en una materia que aquel que la haya estudiado.

Volviendo al discurso anterior:

Pero ya que la carrera existe. Repito: Pero ya que la carrera existe   hay que proteger a esos licenciados y erradicar el intrusismo en las redacciones (al menos a ese nivel sí sería factible).

Gran parte de la responsabilidad de que el panorama esté así es culpa nuestra por no unirmos. Cada uno se preocupa de lo suyo y si te he visto (o si me han explotado) no me acuerdo.

─¡Yo sigo con mi vida que bastantes problemas tengo como para…

─¡No hombre no! ¿No eres periodista? ¡Pues cuenta cómo y quién te ha puteado, que se sepa! ¡Al menos que se les caiga la cara de vergüenza!

─ ¡No hombre, yo soy publicista!

¡Ah bueno! Entonces calla.

Y así nos va.

¿Quieres publicar veinte, treinta, cien páginas para darte el gustazo? Bien. Contrata periodistas y págales como si fueran personas que tienen las mismas necesidades vitales que tú.

─¡Ah no! Eso no es viable.

De eso nada amigo lo que no es viable es tu proyecto.

Mientras los afectados se callan y se disgregan otros reciben premios. Es para echarse a llorar. 

La era de los becarios parece que va para largo y salvo que las nuevas generaciones de periodistas den un golpe en la mesa le auguro un futuro muy negro a nuestra preciosa y necesaria profesión. Cuando alguien trata la información como mercancía el primero que lo va a sufrir es usted amigo lector. Del tema más personal, del calado moral de algunos de esos jefes si os apetece hablamos otro día.

Salud hermanos.


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