Un informe de CANVAS Estrategias Sostenibles en colaboración con Cristina Monge analiza desde el prisma de la ética y los ODS el papel desempeñado por el sector privado en las últimas semanas y apunta las bases para construir una sociedad más resiliente para afrontar futuras crisis. El estudio examina más de 650 iniciativas impulsadas a lo largo del primer mes desde la declaración del estado de alarma por 56 grandes empresas del país, tomando como de referencia el top 3 de 17 sectores económicos
La crisis vivida en España en las últimas semanas ha suscitado una toma de conciencia de muchas grandes compañías respecto a su dimensión social, la interiorización de su sentido de pertenencia a la sociedad y la necesidad de generar impacto positivo, en un contexto en el que la implicación de todos era imprescindible para salir adelante como país. Ahora, en la era post COVID-19, deberán demostrar que esa respuesta ética y solidaria no era algo puntual, sino una apuesta integral hacia un nuevo compromiso con la sociedad. Así se recoge en el informe Ética empresarial y Agenda 2030 en tiempos de COVID-19, elaborado por CANVAS Estrategias Sostenibles a través de su RADAR CANVAS, con la colaboración de la socióloga y politóloga Cristina Monge.
El estudio recoge un análisis cuantitativo y cualitativo del comportamiento de las principales empresas del país durante la pandemia, a partir de las iniciativas puestas en marcha para hacer frente a los retos sanitarios, sociales, laborales y económicos surgidos en torno al coronavirus. Esas iniciativas han sido examinadas desde el prisma de la ética y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para reflexionar sobre el papel del sector privado durante la crisis.
"Los valores son el motor de la toma de decisiones, tanto a nivel individual como organizacional, y en un momento de incertidumbre, de pérdida de la confianza social y de la sostenibilidad del sistema económico, las decisiones que toman las grandes empresas impactan en gran medida en el conjunto de la sociedad. Por ello, ahora más que nunca, es necesario revisar y actualizar el concepto de la ética corporativa y reorientar el modelo económico hacia los desafíos de la Agenda 2030 de Naciones Unidas", sostiene Claudina Caramuti, socia fundadora de CANVAS Estrategias Sostenibles.
"El coronavirus nos ha hecho sentirnos más vulnerables, más sociales, más humanos y mucho más interdependientes de lo que pensábamos. Sus efectos a nivel global están aún por determinar, y todos los actores de la sociedad civil, incluidas las empresas, se están replanteando su función en el nuevo escenario. El propio Parlamento Europeo ha hecho un llamamiento a su implicación necesaria en materia de derechos humanos y medio ambiente para prevenir y mitigar futuras crisis y garantizar cadenas de valor sostenibles. Sin duda, la ética de las organizaciones será determinante para el futuro de nuestras sociedades", apunta Isabel López, socia fundadora de CANVAS Estrategias Sostenibles.
"Estas semanas muchas compañías han sentido la necesidad de sentirse parte de la sociedad, implicarse en lo que estaba ocurriendo. Lo importante era ser capaces de hacer algo, de aportar valor. Ahora es el momento de consolidar ese ‘clima ético’ y que los valores de compromiso, solidaridad y cooperación que han emergido se anclen en el día a día de las organizaciones, consolidado una economía con propósito", destaca Cristina Monge, politóloga y asesora ejecutiva de ECODES (Fundación Ecología y Desarrollo).
Metodología y principales resultados
El informe Ética empresarial y Agenda 2030 en tiempos de COVID-19 ha analizado las iniciativas llevadas a cabo por 56 grandes compañías del país (las tres más relevantes por facturación de 17 sectores de actividad) desde el 14 de marzo, día anterior a la declaración del estado de alarma, hasta el 14 de abril de 2020. Para ello, se ha cuantificado el impacto de estas actuaciones a partir de los mensajes en medios digitales, identificándose alrededor de 9.000 apariciones y más de 650 iniciativas diferentes. Posteriormente, los resultados se han contrastado con la visión cualitativa de expertos en sostenibilidad, ética, liderazgo, gobernanza, economía, alianzas, etc.
Las iniciativas más numerosas son las relativas a donaciones, ya sea en especie (material sanitario, alimentos, dispositivos electrónicos) o económicas, que representan alrededor del 20% del total. Les siguen las relacionadas con el ajuste de costes, reducción o reajuste de actividad y lanzamiento o redefinición de servicios, que se sitúan en el 19%. A continuación se encuentran las relacionadas con el mantenimiento de la actividad y del empleo y el refuerzo de las medidas de salud, seguridad y bienestar, que superan el 12%. Asimismo, cabe destacar un 8% que persiguen la adaptación de la producción, los servicios o el personal a las nuevas necesidades.
Tomando como referencia los grupos de interés en los que impactan las iniciativas, predominan las dirigidas a la sociedad en su conjunto (41%), aunque cerca del 70% de las empresas analizadas han puesto en marcha medidas de apoyo a al menos tres grupos de interés, entre los que se encuentran también el ámbito corporativo, los empleados, los clientes o los proveedores.
En cuanto a los ODS a los que se vinculan, el 68% de las medidas impulsadas se relacionan de forma directa o indirecta con el ODS 3, Salud y bienestar, y el ODS 8, Trabajo decente y crecimiento económico. En menor medida, se observa un impacto sobre el ODS 10, Reducción de las desigualdades (cerca del 9% de las iniciativas impactan en él), y el ODS 9, Industria, innovación e infraestructura (casi el 8%). Cabe destacar el 5% de propuestas vinculadas al ODS 17, Alianzas para lograr los objetivos, pues se han llevado a cabo gracias a la cooperación y coordinación entre diferentes organizaciones, incluso entre entidades públicas y privadas.
Por sectores de actividad, el más activo ha sido el financiero, con un 20,6% del total de iniciativas, entre las que predominan las donaciones, moratorias en pagos para clientes o creación de préstamos y líneas de financiación para empresas y pequeños negocios. A cierta distancia le siguen las telecomunicaciones (12,1%), con medidas dirigidas a clientes, como las ampliaciones de suscripciones a canales de TV de pago y el aumento de velocidades de conexión a Internet; y muy próximo se sitúa el comercio minorista (11,3%), que ha promovido mayoritariamente donaciones y campañas de sensibilización.
Aprendizajes tras el COVID-19
En definitiva, la respuesta del tejido empresarial para buscar soluciones éticas, solidarias y colaborativas para paliar los efectos negativos de la pandemia ha sido muy positiva, pero lo realmente importante será que los aprendizajes adquiridos en este periodo trasciendan la crisis y se integren en la realidad de las organizaciones, impulsando cambios en su cultura y liderazgo corporativo que deriven en modelos económicos y de producción más éticos y humanos, modelos de gobernanza más participativos y estrategias de alineamiento cooperativo entre las diferentes fuerzas sociales.
El resultado no solo permitirá contar con empresas y sociedades más resilientes, mejor preparadas y capaces de reponerse con mayor agilidad ante futuras crisis, sino también, en lo que respecta a las organizaciones, con una imagen corporativa reforzada y una reputación más valorada que representarán una notable diferenciación para su propio desempeño futuro.
Fuente Comunicae