Pese a ser la segunda ciudad con más habitantes de Catalunya, el origen de L'Hospitalet de Llobregat remite a unas aisladas parroquias ubicadas en la variante litoral de la Vía Augusta al sur de Barcelona. Una de estas parroquias fue Santa Eulàlia de Provençana, capilla románica que documentada desde 1045 (si bien se cree que podría remontarse a época romana por algunos restos encontrados), y consagrada en 1101, fue el germen del barrio de Santa Eulàlia, el más antiguo de la ciudad junto al barrio Centro ( ver Santa Eulàlia, la historia del barrio más hospitalense de todos).
Ubicada detrás de la gran iglesia del siglo XX -la cual incomprensiblemente le rebanó su ábside original, ver La infame capada del ábside milenario de la ermita de Santa Eulalia de Provençana-, la capilla románica consta de una nave principal con bóveda de cañón, flanqueada por dos naves laterales con bóveda de cuarto de círculo separadas por arcadas de pilares rectangulares. La portalada, con un tímpano datado de 1201 indicaría una remodelación que se cree que cambió la orientación de la puerta principal. Abandonada y convertida en gallinero, no fue hasta el siglo XIX que se rehabilitó como parroquia. Declarada Bien Cultural de Interés Local, la ermita de Provençana está considerada el edificio más antiguo de L'Hospitalet.
El dato: Aunque no lo parezca, las dos columnas de la portalada no son las originales. A principios de siglo XX las columnas desaparecieron y así permaneció el portal hasta que, durante los años del franquismo, se realizaron trabajos a la entrada de la ermita, momento en que se repusieron con dos falsas columnas hechas de cemento utilizando como molde un tubo de desagüe. Un ejemplo de la poca consideración con el Patrimonio habido durante mucho tiempo en la ciudad.