Estos días estamos asistiendo a algunos episodios que atentan, desde mi punto de vista flagrantemente, al principio de autoridad o, mejor asociado, a una falta absoluta de identificación de los roles jerárquicos en una entidad deportiva y es algo que me hace reflexionar.
Por un lado Luis Enrique, como máximo responsable técnico de la plantilla del F.C. Barcelona, en su función de entrenador de la misma, decide cambiar a Messi con la miras, supongo, de darle descanso para irle dosificando para lo restante de la temporada y va el tío (Messi) y dice que él no se sale; como se suele decir, yo flipo. Puede ser Messi o el Dalai Lama, es un jugador de la plantilla y está a las órdenes de su entrenador con todas las consecuencias.
A veces, muchas veces, el jugador no se entera o no se lo hacen enterar que es eso, sean quienes sean, jugadores que deben estar a las órdenes de su entrenador como éste, a su vez lo está de su director deportivo y ambos de la Junta Directiva y el Presidente.
Los jugadores que juegan en muchas ocasiones a ser entrenadores creyendo que tienen esa capacidad y obviando su cometido de ser exigentes con su rendimiento o la autoexigencia que debieran atribuirse, van muy equivocados.
Les cuesta tomar conciencia que sólo tienen una visión particular y sesgada del equipo con él como eje central, egocéntrico obviando en todo momento la imagen general que llega a ostentar quien les dirige.
Siendo así, es el entrenador quien tiene el cometido, por supuesto antipopular, de hacer prevalecer el principio de autoridad o de jerarquía si no quiere que el vestuario quede descabezado o desgobernado.
Ser "paloma" en un vestuario de futbolistas es tu muerte deportiva como entrenador.
De igual modo ocurre con el caso de la recién designada capitana de la Copa Davis, Gala León. Parece ser que nuestros mejores tenistas han firmado una declaración, incluso lo han expresado públicamente, que no la quieren como capitana. Pero qué se creen?, quiénes son ellos?. Hay un comité técnico encabezado por el presidente de la Federación Española que la han designado, estén más de acuerdo o menos de acuerdo. El respeto debe prevalecer y deben someterse a sus órdenes y si no que renuncien como tenistas a la Selección con la mancha deportiva que figurará en sus curriculums.
Cuando esta mujer acabe su mandato que se haga todo tipo de valoraciones y evaluaciones por periodistas, entendidos del tenis y jugadores, mientras que la dejen trabajar; y que a nadie se le olvide, de momento, los capitanes que hemos tenido anteriormente y los jugadores con sus ausencias han sido quienes nos han hecho descender de categoría.
Entretanto, cada uno que gestione su casa (en términos deportivos) como crea conveniente, en mi caso intento que la escala jerárquica sea innegociable y respetada.