En este caso, el relato forma parte de la historia, que constituye el principal objeto de este blog y, además, va a participar en la convocatoria "un jueves, un relato", que esta semana propone el blog "La Trastienda del Pecado" con dos condiciones: la historia tiene que explorar fenómenos atmosféricos y no puede tener más de 350 palabras. Pues allá vamos.
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Cuando el oteador, subido al palo mayor, distinguió entre la lluvia y la tormenta al barco pirata que les seguía y avisó, estaba aún lo suficientemente lejos para poder tomar algunas medidas. Sin embargo, la mar picada impedía andar normalmente por cubierta, porque el movimiento del barco era excesivo. Al fin y al cabo, La Perla Dorada del Sur no era más que un barco mercante, con gran capacidad para el momento y el lugar, pero seguía siendo un barco mercante.
Es cierto que el capitán había introducido algunas medidas y, además, el arquero podía ayudarles a ponerlas en práctica pero con la mar en calma y sin lluvia las cosas serían más fáciles. O no, pensó el capitán: "habrá que usar los elementos en nuestro favor". EN fin, había sido una suerte que el arquero se hubiera subido a su barco...
-Traed la brea -les dijo a dos marineros que tenía al lado.
Los hombres asintieron y, como pudieron, fueron y volvieron de la bodega llevando uno de los tarros de brea. El capitán llamó al arquero y le dijo:
- Esto es una sorpresa para los piratas. Moja bien la punta de una de tus flechas en esto y dispárala al barco...
- Pero está lloviendo...
- No pasa nada por eso... Seguirá ardiendo: el agua no apaga el fuego que prendamos.
Andrasio miró al frente, cogió una de las flechas de su carcaj, la mojó bien en aquella sustancia pegajosa y maloliente y se estabilizó para disparar, aunque tardó un poco porque la mar cada estaba más embravecida. Cuando lo consiguió, disparó.
Al poco una llama salió del barco atacante mientras Andrasio empezaba a disparar flechas con aquella sustancia a intervalos de tiempo regulares. Ni siquiera los gritos de "hombre al agua" cuando algún que otro marinero calló por la borda, arrastrados por las olas, le distrajeron. En poco tiempo el barco estaba en llamas y el ataque había sido repelido.
Los marinos sabían que no podían celebrar nada aún: había tormenta y los rayos continuaban cayendo a pocos metros del buque...
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When the spotter, standing on the mainmast, distinguished the pirate ship that was following them through the rain and storm and warned the others about it, they were still far enough away to be able to arrange some moves. However, the choppy sea prevented normal walking on the deck, because the movement of the ship was excessive. After all, The Golden Pearl of the South was nothing more than a merchant ship, with great capacity for the time and place, but no more (and no less) than a merchant ship.
It is true that the captain had introduced some advancements and, furthermore, the archer could help them put some of those into practice, but the weather was making things really difficult. Or not, the captain thought: "we will have to use the storm in our favor."
"Bring the special tar," he said to two sailors next to him.
The men nodded and, as best they could, they went and returned from the cellar carrying one of the jars of that "special" tar. The captain called the archer and said:
- This is a surprise for the pirates. Dip the tip of one of your arrows well in this and shoot it into the sail of the ship...
-But it is raining...
- It's okay... It will continue to burn. That is why we have to be very careful: water does not put out the fire we light with that.
Andrasio looked ahead, took one of the arrows from his quiver, dipped it well in that sticky substance that didn't smell very good and approached the railing, although it took a while because the sea was getting rougher. Once he got there he turned on the tip and fired.
Soon a flame came out of the attacking ship while Andrasio began to shoot arrows with that substance at regular time intervals.Not even the shouts of "man overboard" when some other fellow sailors fell overboard, swept away by the waves, distracted him. Before long the ship was on fire and the attack had been repelled.
The sailors of the merchant ship knew that they could not celebrate the victory yet: there was a storm and lightning continued to fall a few meters from the ship...
La imagen está tomada de aquí.