Revista Economía

La escasez de los recursos.

Publicado el 15 octubre 2016 por Jordi Mulé @jordimule

Tal y como dice la Teoría Económica, los recursos que debemos administrar para satisfacer las necesidades humanas son escasos; así pues, por ejemplo, la disponibilidad de harina de trigo para fabricar el pan necesario para alimentar a la población mundial es limitada, se puede cuantificar, y ello nos obliga a repartir tal recurso de la manera lo más eficiente posible en aras de poder llegar hasta el último de los comensales posibles. Una utilización de los recursos eficiente es vital, según la teoría, para satisfacer la demanda de bienes y servicios, y eso presupone que el repartimiento de tales recursos es equitativo o justo, cosa que ya sabemos que no es así; normalmente tales recursos están desigualmente repartidos y ello implica también que la desigualdad llegará hasta el último término de la cadena.

Por ello, nos encontramos en la vida real ante una escasez real de muchos recursos, pero también ante una escasez artificial de otros muchos de ellos. Me explico, por escasez artificial se conoce al fenómeno consistente en limitar de alguna manera la producción de ciertos bienes servicios, ya sea mediante la producción limitada a posta de ciertos bienes tangibles que acaba provocando una escasez de los mismos, como la limitación por imperativo legal en la transmisión e ciertos bienes intangibles, como puede ser el caso de la Propiedad Intelectual, por citar sólo un ejemplo de ello.

Para entendernos, un bien tangible sería cualquier bien físico, como podría ser, un coche, una máquina, una manzana, etc. Por contra, un bien intangible sería aquel que no tiene un cuerpo físico, como el conocimiento, la manera de producir un bien, etc. (nota del autor).

Veamos un ejemplo de actualidad al respecto de un bien tangible escaso, me refiero al petróleo. Como ya debe ser sabido, el petróleo es el producto de millones de años de reacciones químicas en ciertos residuos orgánicos de la época del Carbonífero, el Carbonífero fue una época en la cual, hace unos trescientos millones de años, la concentración de oxígeno en la atmósfera terrestre era superior a la actual y el clima del planeta excepcionalmente benigno, ello dio como resultado una gran diversidad de vegetales y animales; tal cantidad de vida hizo que los cadáveres de innumerables plantas y animales se fueran acumulando en los suelos. Si tenemos en cuenta que en aquella época quizá los ecosistemas no fueran tan complejos como los actuales y ello permitía una mayor conservación a largo plazo de los restos orgánicos, cosa que no pasa hoy, podemos entender cómo con el paso del tiempo todos esos residuos orgánicos se fueran acumulando en el suelo y quedaran enterrados y conservados por la acción de la geología para, millones de años después, descubriéramos que podían ser usados para infinitud de cosas, entre ellas, como combustible para nuestros automóviles.

Por ello el petróleo y sus derivados y el carbón son conocidos también como combustibles fósiles. Se dice también que tales combustibles fósiles son escasos y ello es cierto, pues la cantidad de los mismos en las reservas del planeta es limitada, la prueba está en que cada vez es necesario horadar más hondo y en lugares cada vez más inaccesibles para llegar a nuevas bolsas de petróleo; aparte, desde el Carbonífero ya no se produce petróleo, pues los descomponedores de cadáveres de ahora son más eficientes que los de entonces. Así pues, si el petróleo es escaso y cada vez más difícil de conseguir, podríamos suponer que el precio del mismo se viera incrementado de manera sostenida en el tiempo, al ser cada vez menor o más cara de conseguir su oferta, pero lo acontecido con el precio del mismo en los últimos dos años no ha sido precisamente así, ¿ por qué el precio del mismo ha llegado a oscilar casi un 40% en menos de un año, subiendo y bajando ? Pues, precisamente, debido al fenómeno de la escasez artificial al que hacía referencia antes. Muchas veces es el interés económico de uno o varios países el que hace que la producción de petróleo se incremente o disminuya a posta en aras de afectar al precio del mismo y así beneficiar o perjudicar a otros países productores y, aunque en la producción de otros bienes o servicios diferentes al petróleo un acuerdo así entre empresas productoras en aras de influir en los precios se podría considerar como un (cosa prohibida en aras de la libre competencia), no lo es así en el caso del petróleo, aunque realmente sea lo mismo.

Pero vayamos un poco más allá, si desde finales del siglo XIX estamos dependiendo de una cantidad limitada de combustible fósil, de un bien escaso, ¿ que se podría decir del bien que podría llegar a substituirlo, es decir, la energía solar, se podría considerar escasa? La respuesta es que no, la energía solar no es escasa, pero lo que es escaso todavía es el conocimiento práctico de cómo usarla para ser al menos tan eficiente como la energía fósil. Es decir, estamos delante de una escasez real de un bien intangible, de cómo usar la abundante energía solar de un modo eficiente y barato. Pero, ojo, también ante una escasez artificial, pues cuando me refiero a escasez no sólo me refiero a que todavía nos queda por ver una evolución en el aprovechamiento de la energía solar, por ejemplo, fabricando plantas solares que produzcan la cantidad de energía eléctrica equiparable a la que produce una central térmico, sino que también me refiero a la escasez artificial en la voluntad política real de muchos países en evolucionar desde una sociedad dependiente de los limitados combustibles fósiles a una sociedad que administrara eficientemente un recurso ilimitado, como la energía del Sol. Lamentables ejemplos como las trabas puestas en España a la Energía Solar nos deberían hacer reflexionar y evolucionar en ese sentido.

Por ello, no nos engañemos, muchas veces la escasez de algún bien o servicio sólo es artificial y es muchas veces el interés económico en el mismo el que hace que tal escasez se pueda volver en abundancia y viceversa. De todos modos, en el caso del petróleo, siendo su cantidad limitada e irreemplazable, seguramente se pueda ver en un futuro próximo cambios en ciertas actitudes al respecto de las energías alternativas y, al final, será el interés económico en las mismas el que nos hará superar la dependencia en los combustibles fósiles en aras de energías más abundantes y limpias y ello no sólo lo agradecerán nuestros bolsillos, sino el mismo planeta Tierra.

Economista C.E.C. núm 13147.

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