Hay personas que tienen pareja pero se sienten tan solas y vacías como si no la tuvieran. Hay otras que por no esperar deciden caminar al lado de alguien equivocado y en su egoísmo, no permiten que ese alguien se aleje aún sabiendo que no le hace feliz. Hay personas que sostienen matrimonios o noviazgos ya destruidos, por el simple hecho de pensar que estar solos es difícil e inaceptable. Hay personas que deciden ocupar un segundo lugar tratando de llegar al primero, pero ese viaje es duro, incómodo y nos llena de dolor y abandono.
Pero hay otras personas que están solas y viven y brillan y se entregan a la vida de la mejor manera. Personas que no se apagan, al contrario, cada día se encienden más y más. Personas que aprenden a disfrutar de la soledad porque las ayuda a acercarse a si mismas, a crecer y a fortalecer su interior. Esas personas son las que un día sin saber el momento exacto ni el por qué se encuentran al lado del que las ama con verdadero amor y se enamoran de una forma maravillosa. (Teresa de Calcuta)
Ante esta magnífica declaración poco más se puede añadir. Seguramente muchas personas que ahora puedan estar leyendo esto piensen en la suerte que tienen al sentirse queridas, tener una familia y ocupar un lugar privilegiado en la sociedad, o lo que es lo mismo, haber cumplido con los estándares sociales que se imponen. Seguramente muchas de estas personas mantienen fielmente la creencia sobre lo triste que puede ser una vida en soledad, sin el resguardo de su prole. Casualmente un alto porcentaje de estas personas nunca han estado solas, ni muchos menos han vivido solas, puesto que no lo conciben. Estas personas no entienden lo mucho que aporta la soledad, lo mucho que te enseña, no sólo a conocerte más sino a saber discernir entre lo que realmente no quieres que forme parte de tu vida. Básicamente aprendes a respetarte, a defenderte ante el dolor de muchos y a demostrarte que el amor llega con la misma intensidad que tu amor propio.
Ya lo dije en alguna otra ocasión, la necesidad, la carencia, el deseo desproporcionado por encontrar pareja se huele, se percibe y asusta. Las personas que tienen esa necesidad son incapaces de distinguir el verdadero amor. Sólo buscan colmar su miedo a la soledad, su incapacidad a desenvolverse en la vida, su desesperación por concebir, por fin, un hijo/a y formar un núcleo seguro y feliz, supuestamente seguro y feliz.
Ese miedo a la soledad te esclaviza pero tu no lo sabes. Matrimonios fracasados que siguen juntos amparándose en los hijos, una excusa como otra; algunos otros esperando buscar esa felicidad fuera del matrimonio, con eternos amantes, esperando que alguno/a les brinde, por fin, ese futuro soñado. Mujeres y hombres que son capaces de ser la otra/o durante años, esperando que algún día puedan ser los protagonistas, momento que nunca llegará, por supuesto. Eternos noviazgos intoxicados desde el principio por historias paralelas.
Piensa en tu entorno, o en ti mismo/a y dime si no conoces a varias personas que forman parte de esta esclavitud amorosa, de esta sumisión para evitar la soledad. Una lástima perder tu dignidad y renunciar a una mejor vida por no poder enfrentarte al miedo a estar solos. Pero el miedo se puede vencer, esa creencia que te limita puede desaparecer, aunque el proceso produzca dolor e inseguridad, la recompensa es infinita.