Aunque en España hay más bares por habitante que en ningún otro país del mundo, encontrar un trabajo en restauración no es sencillo. Un título de cocina en una buena escuela no sirve de mucho. Las empresas se resisten a hacer contratos indefinidos por lo que, tras un periodo de prácticas de entre seis a doce meses, da comienzo un nuevo periplo de entrevistas y entrega de curriculum.El abuso en algunas de estas supuestas entrevistas es indignante. En la cafetería del mismísimo Bernabeu no les basta con la experiencia ni las recomendaciones sino que al candidato le hacen una prueba profesional en el momento, por supuesto no remunerada. Con esa técnica no es preciso contratar personal, ¿para qué? si disponen de un esclavo a diario.
La susodicha prueba se desarrolla, sin previo aviso, en plena hora punta, de las 12 de la mañana a las 5 de la tarde. Al entrevistado le hacen entrega de un delantal y de unos guantes y ponen a su disposición todo tipo de instrumentos de limpieza, primero, y de cocina después. La primera parte del examen es una cuestión de higiene y consiste en hacer lo que nadie quiere: limpiar campanas, extractores, planchas y baños. Tras ese rato llega la hora de la comida y el esclavo asciende de rango, lo que no significa que tenga derecho a almuerzo. Se necesitan manos en la barra para montar bocadillos y servir bebidas, preparar cafés, recoger platos y vasos, fregarlos sobre la marcha y tenerlos de nuevo listos para albergar más comida y bebida y evitar que decaiga el ritmo.
El turno no termina sin dejarlo todo impecable. Hay que demostrar que se sabe recoger, colocar y ordenar y que uno no se cansa nunca de limpiar y que, además, es resistente a la hipoglucemia y no le importa no haber probado bocado desde el desayuno, antes de salir de casa.
Los examinadores no desean que nadie piense que la empresa ha abusado del aspirante. Al despedirle valoran la labor realizada y, en agradecimiento por las cinco horas de su tiempo, le hacen entrega de 20 euros, supongo que de propina. Le prometen que ya le dirán algo y que, aunque les ha gustado mucho, aún no pueden tomar una decisión porque hay que comprender que no sería justo, todavía les queda gente por entrevistar.
