Revista Educación
La escucha ignorada
Stephen R. Covey, define distintos niveles de escucha, entre ellos “Escucha ignorada”tipo de escucha en la que lo que están diciendo no es tenido en cuenta, se ignora. Una escucha que nos aleja como personas, y deja pasar desapercibido mensajes importantes que han de ser tenidos en cuenta, han de ser escuchados.
Reflexionar sobre las experiencias que vivimos, nos ayuda a ser más conscientes, a sacar aprendizajes y cambiar futuras vivencias, pero sobre todo, nos facilita para hacer esos cambios necesarios, para que las cosas sean de diferentes , especialmente si se trata de hechos con desenlaces tan trágicos y conmovedores, que tienen como resultado la pérdida de vidas humanas.
Vienen a mi mente, noticias conmovedoras, que reclaman reflexión en profundidad, que nos alertan de la necesidad de cambios, que acaben con actos violentos que todos vemos en los medios, en los periódicos, que afectan a familias, a centros educativos y a las instituciones. ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros? Cómo aunar fuerzas, para que casos como la muerte de un profesor a manos de un menor, el suicido de una joven, que no voy valorar, porque mi única intención es compartir mi propia reflexión, sin enjuiciar, sin más ánimo, ni intención de buscar culpables, simplemente, quiero dedicar este espacio para tomar consciencia, y para que nuestra reflexión nos impulse poner en marcha cambios . Pienso en las familias, en los padres, en los hijos, en los profesores, en los alumnos, en cada una de las personas que viven una experiencia con final trágico. Todo un cúmulo de emociones, y de pensamientos que cuesta infinito gestionar. Como madre, y como profesional, me genera una gran tristeza e impotencia, cada una de estas noticias, difíciles de asimilar, que me llevan a hacerme preguntas: ¿Qué nos está pasando como personas? ¿Cómo familias? ¿Cómo comunidad? ¿Cómo sociedad? Qué valores, actitudes y conductas sería necesario cambiar para que estos hechos tan estremecedores, no vuelvan a repetirse. Está claro que necesitamos reflexionar, pero sólo eso no basta, hay que actuar, poner en hechos, en acciones necesarias, cambios reales en la convivencia, en las familias, en las aulas en los centros educativos, en las organizaciones. Es importante determinar: ¿Qué cambios hacer? ¿Quiénes han de hacer esos cambios? ¿Cómo vamos a hacer esos cambios? ¿Cuál es el primer paso a dar? Ante todo, vaya por delante, que quiero expresarme desde el más absoluto respeto, un valor que considero fundamental en la convivencia. Para nada quiero entrar en juicios de valor, que poco o nada ayudan, y menos aportan. Creo que necesitamos preguntas que nos ayuden a buscar nuevas respuestas, ante hechos violentos y dramáticos. No podemos eludir por más tiempo, la necesidad de cambios urgentes, en los distintos ámbitos de la sociedad, de la educación, de la enseñanza, en las relaciones, en la convivencia y en las distintas interrelaciones, donde la violencia va tomando un protagonismo que va en aumento, afectando seriamente a un buen porcentaje de relaciones a edades cada vez más tempranas. Se requieren con urgencia cambios, por parte de las instituciones, de las familias y de los centros educativos, pero no se trata de hacer cambios aislados, hemos de cooperar y contribuir toda la sociedad. Enfocarnos en buscar soluciones, buscar culpables, no sirve y en parte nos distrae del verdadero problema. Sentirnos responsables, y en la medida de esa responsabilidad, buscar opciones, poner en marcha soluciones, para que hechos violentos y dramáticos, sean parados a tiempo y sean una noticia más en nuestra vida cotidiana . Padecemos una acusada “sordera social” que nos está cobrando un alto precio en vidas humanas. ¿Nos hemos inmunizado ante la violencia? ¿Qué nos está pasando? Cómo es posible que declaraciones previas y mensajes a veces, tan directo sobre las acciones violentas a cometer, no sean suficientes. Y en caso de ser “oídos” no son “escuchados” esos mensajes que anuncian los propios autores de los hechos violentos. No encuentro explicaciones, ni de mucho me han servido los argumento, que en cada caso y momento se nos han facilitado en los medios, y aunque no tengamos explicaciones, si es importante prevenir y buscar soluciones. Nada del pasado podemos cambiar, por muy duro que sea ese pasado, pero sí podemos hacer diferente las experiencias en el futuro. ¿Cómo podemos parar la violencia en las relaciones? ¿Qué hacer para una convivencia con más paz? Cualquier acción del ser humano, lleva implícita la satisfacción de una necesidad no cubierta. ¿Qué necesidades se expresan en cada situación? ¿Qué nos hace falta a las personas? ¿Qué medios utilizamos para satisfacer esas necesidades? Para entender una necesidad, en mí y en el otro, hace falta “escucha” una de las cualidades humanas que nos caracteriza como personas. Necesitamos escucharnos más que oírnos, porque quedarnos sólo con el “mensaje” no alcanza. Conocer la información del mensaje, es importante, pero no es suficiente. Hace falta sentirnos, mirar en el interior de las personas, para comprendernos, para saber de verdad qué estamos necesitando, para entender como estamos viviendo una situación, y dar importancia a determinados mensajes premonitorios. Es necesaria esa comprensión del sentir, para que sea eficaz la escucha, y no se quede en un mero recurso o técnica. Aprender a sentirnos, para que sea efectiva, la tan divulgada “empatía”, para que cobre sentido pleno, la inteligencia emocional, que desde tantos foros predicamos, y que nos invita a “ponernos en la piel del otro”, a “caminar con sus zapatos” a “escuchar con el corazón”. Ser más empáticos, aprender a escucharnos, ir más allá de las palabras, y de su significado, porque cada palabra tiene un sentido y un sentir distinto, para cada persona y para cada situación que la personas vive. No basta con oír, sin más, hay que ir más allá y tener la intención de “acompañar” en la escucha, para percibir, no sólo aquello que expresamos y decimos con palabras, también lo que callamos, y que nuestro cuerpo dice sin palabras. Escuchar para percibir y reconocer qué sentimos y cómo lo sentimos. Qué necesidades tenemos como personas, a veces, como una llamada desesperada, en nuestra búsqueda de comprensión, apoyo, de una ayuda que nos rescate de nuestro sufrimiento interno. Escuchar para comprender, desarrollar nuestra capacidad de escucharnos a nosotros mismos, de conocer nuestras propias necesidades y las de los demás. Porque escuchando nos hacemos partícipes de los deseos, las necesidades, las inquietudes, las alegrías, las preocupaciones, los sufrimiento propio y ajeno y podemos buscar soluciones. Necesitamos escucharnos y sentirnos, practicar la empatía entendida como tiempo, interés y dedicación hacia el otro, como la manera más eficaz de comprendernos y de crear lazos sólidos con las personas, especialmente a las que más queremos y más nos importan. Cada día escuchar, no sólo las palabras, también el sentir y poner el corazón en la escucha. Reflexionar sobre lo que nos ocurre como personas y como sociedad, es una necesidad vital para mejorar y aprender. Dar importancia a la escucha, sin olvidar cómo respondemos, porque tan importante es escuchar cómo la manera de responder a lo que escuchamos, a lo que nos está pasando.
Sara Cobos Coach Profesional y de Familia
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