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La escuela atomista: un punto de partida para la filosofía de la química

Por Manu Perez @revistadehisto

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La escuela atomista: un punto de partida para la filosofía de la química

La escuela atomista: un punto de partida para la filosofía de la química

Tiempo de lectura: 5 minutos

En el siglo V a.C. se presume que vivió el fundador de la escuela atomista y maestro de Demócrito, Leucipo de Mileto. Por el escaso conocimiento que se tiene de su vida, Epicuro puso en duda la existencia de Leucipo, llegando a decir que era un invento de Demócrito para ganar prestigio y aceptación con la teoría atomista, ya que se suponía que Leucipo era discípulo de Pitágoras, de Zenón o de Parménides, todos grandes filósofos (Diels & Kranz, 1952).

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Leucipo proponía que la realidad física se compone de pequeñas partículas indivisibles e infinitas, que están en continuo movimiento y que adoptan diversas formas dependiendo del ente físico del cual hacen parte, el conjunto de estas partículas corresponden a “lo que es” y se denominan átomos (ἄτομοι, s. lo que no puede ser dividido). Además, la realidad también se conforma de vacío, lo que carece de ser. La teoría de Leucipo era en esencia determinista, pues, aunque afirmaba que los átomos estaban en movimiento, no dio verdadera importancia al azar con que se movían y a la influencia que tenía este a nivel macroscópico.

La escuela atomista: un punto de partida para la filosofía de la química

De la vida de su discípulo, Demócrito de Abdera, se tienen muchos datos, incluso algunos fragmentos de sus escritos aún se conservan (de la Fuente Freyre, 2002; Diels & Kranz, 1952; Laercio, 1792).  Vivió entre 460 a.C. y 370 a.C.  Hizo importantes aportes en matemáticas, geometría, ética, química, física y, sorprendentemente, música.

Su teoría atomista establecía:

  1. Los átomos son eternos, indivisibles, homogéneos, incompresibles e invisibles. El enfoque determinista de la teoría salta a la vista en este punto, ya que, sin comprobación experimental, se les atribuían características muy específicas a los átomos sin ningún tipo de margen para el cambio, algo de lo más radical.
  2. Se diferencian en forma y tamaño, pero no por cualidades intrínsecas. Esto se puede interpretar como una leve sospecha de la existencia de diferentes elementos o, por lo menos, de átomos de distintas naturalezas.
  3. Las propiedades de la materia varían según el agrupamiento de los átomos. Un increíble acierto para la época, puesto que de entrada se relaciona la capacidad que tienen los átomos de agruparse para, por ejemplo, formar moléculas.

Demócrito y su maestro no se ocuparon en su teoría del movimiento aleatorio de los átomos y su influencia a escala macroscópica. Para Demócrito, los átomos estaban en movimiento eterno, no obstante, era más fácil pensar que las trayectorias que describían eran fijas, no cambiaban en el tiempo (Diels & Kranz, 1952; Estany, 2011). Para sortear este atascamiento epistemológico, Epicuro, quien vivió en el siglo II a.C., retomo la teoría atomista pero esta vez con un claro enfoque indeterminista al introducir el concepto de azar en el movimiento atómico.

Así, el objeto de estudio más importante de la química, el átomo, hace su aparición, conceptualmente hablando, en el seno de la filosofía griega, lo cual llevaría a pensar que la química tiene unos sólidos cimientos filosóficos. Sin embargo, parece que los expertos en filosofía de la ciencia se hacen los de la vista gorda cuando de química se trata, puesto que contrario a la física, la biología, la psicología y las ciencias sociales, la química adolece de una escasa filosofía. Para entender la situación, la catedrática de filosofía de la ciencia de la Universidad Autónoma de Barcelona, Anna Estany (2011), enumera los aspectos epistemológicos, ontológicos y metodológicos de este aparente olvido de la filosofía de la ciencia para con la química. En primer lugar, el enfoque experimental que los químicos dan a su ciencia contradice el empirismo lógico que establece que el conocimiento experimental se subordina al teórico.

En segundo lugar, con el éxito de la mecánica cuántica en el siglo pasado, se llegó a la conclusión de que la química podría reducirse a la física, esto hizo que la filosofía perdiera interés en aquella. No obstante, ciencias como la psicología también viven episodios de reduccionismo, ya que se asevera que puede abarcarse en su totalidad por medio de la neurociencia, y aun así presenta una sólida filosofía. Otra causa de este olvido se relaciona con la industria química y su mala reputación, pues siempre se le ha tachado como generadora de contaminación. Sin embargo, aparece un contraejemplo evidente con la física, pues, aunque esta ciencia proporcionó la base teórica de la bomba atómica, uno de los inventos más atroces de la humanidad, tiene una filosofía altamente desarrollada.

La química es transversal a muchos campos del conocimiento: las bases moleculares de la vida se entienden, en parte, gracias a los aportes de la química; la farmacología, la geología y la mineralogía tienen fundamentos químicos; toda la teoría del enlace químico y su relación con las propiedades físicas macroscópicas se deben al desarrollo de la química; con el enfoque adecuado, la química puede ser una excelente ciencia descriptiva del cosmos y su conformación; los aportes de la química a la industria son innegables.

En resumen, la química ha impulsado el desarrollo de la civilización, afectando directamente, para bien o para mal, al ser humano. Esto último abre el debate en torno al uso responsable de la química, lo que a fin de cuentas implica la discusión de aspectos éticos, un terreno que linda con la filosofía. Que este corto texto sea una cordial invitación a promover la filosofía de la química.

Autor: Horacio Serna para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

Bunge, M. (2018). La ciencia: su método y su filosofía. Pamplona: Laetoli.

de la Fuente Freyre, J. A. (2002). La Biología en la Antigüedad y la Edad Media. Salamanca: Universidad de Salamanca.

Diels, H., & Kranz, W. (1952). Die fragmente der Vorsokratiker. Berlín: Weidmannsche buchhandlung.

Estany, A. (2011). ¿Es posible una filosofía de la química? Investigación y Ciencia, (420).

Laercio, D. (1792). Sobre las vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. Madrid: Imprenta Real.

Parte de Foto de Portada:

De Sailko – Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=31967765

De © Marie-Lan Nguyen / Wikimedia Commons, CC BY 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=9570412

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