Revista Cultura y Ocio

La escuela de Annales (I)

Publicado el 28 abril 2016 por Debarbasyboinas @DeBarbasYBoinas

La escuela de Annales fue, probablemente, la escuela historiográfica (la manera de hacer y contar historia) más conocida de todos los tiempos. Surge a principios del siglo XX en Estrasburgo (Francia), y todavía tiene influencias actualmente en la manera de enseñar historia, ya que aún pervive a día de hoy, aunque sin el esplendor que tuvo en décadas anteriores. Hay que decir que Annales es la tendencia que más se esforzó por extender su influencia internacionalmente, por lo que de ahí reside gran parte de la razón de su fama. Pero vayamos desde el principio.

Annales empieza como una reunión de especialistas en distintos ámbitos que se reúnen de vez en cuando para hablar de sus temas, problemas, curiosidades,… en base a un proceso extraordinario y especifico que se desarrolla al finalizar la I Guerra Mundial. Se firma el Tratado de París, que pone fin a la I Guerra Mundial, y ciertas zonas de dominio francés que habían pasado a Alemania vuelven a ser territorios franceses (las regiones de Alsacia y Lorena). Francia quiere organizar estos territorios y concibe crear una nueva universidad en Estrasburgo. Se procura que esta universidad nazca de una manera potente y que sea rápidamente de referencia, porque de algún modo frente a la cultura alemana se quiere establecer una vanguardia dinámica. En esa universidad de nueva creación se decide una selección de profesorado reclutando al mejor sector de los profesores más jóvenes de Francia, y a todos ellos se les sitúa allí. Allí se crea una facultad de letras y en ella coinciden una serie de profesores que inician contactos intelectuales entre sí, que establecen un clima de reuniones más o menos constantes, viven en Estrasburgo solamente para la universidad, lo que favorece su convivencia, comenzando a desarrollar reuniones donde comentan sus respectivos conocimientos y hablan de renovarlos en general. Además, hay un proceso de institucionalización que comienza en el año 1919 y termina en el año 1956, en el que los autores de Annales van a pasar de ser secundarios en el panorama historiográfico francés, a ser protagonistas en la historiografía francesa, y tener mucha influencia en diversos países.

Los puntos que los autores de Annales consideran innovadores desde el punto de vista histórico son muchos. En primer lugar, construyen una nueva historia que pretende configurarse como una visión histórica de carácter general, sobre el que los propios historiadores de Annales denominan Historia Total. Insisten en elaborar un programa que establece las temáticas y elementos que entran en la consideración de la Historia Global y estudiarlos cada uno por separado y en conjunto (a día de hoy es un modelo de enseñanza que sigue influyendo en muchos profesores de historia, sobre todo en el ámbito universitario). Tratan también de realizar una construcción de una historia orgánica, que está caracterizada por una visión del paisaje y de los elementos geográficos vistos como logros de la evolución de la sociedad. Hay un elemento de geografía histórica que tiene una presencia en esa visión total de la historia de Annales, y que establece el espacio donde se desarrollan las distintas dinámicas desde un punto de vista histórico.

Esa visión es estratificada: el nivel más bajo se constituía por la explicación de los paisajes, la descripción del espacio donde se movían las sociedades; después la demografía y posteriormente los análisis económicos básicos y significativos para el conocimiento del desarrollo de los procesos sociales; después la organización de la sociedad, una historia sociológica sobre la base de la determinación de las características de los distintos grupos sociales; después el surgimiento de las instituciones sociales y el desarrollo de las relaciones de poder en el marco de la sociedad; después, la historia cultural, que era en ese momento la construcción de una historia del pensamiento, del conocimiento elaborado; y por encima de ese nivel aún estaba la historia de las creencias y de los hechos religiosos.

El historiador tenía que estudiar sus temas y procesos históricos de referencia con la consideración de que su perspectiva histórica formaba parte de otra más global que tenía que ver con la consideración de todos estos aspectos mencionados. Para hacer esa historia total un conjunto de historias diversificadas, difícilmente encuadrables, más ben una aspiración que una posibilidad real de concreción, se plantea una historia en la que se invita a una nueva consideración de las fuentes de información histórica.

Annales también se destacó por su apuesta de una fuerte renovación desde el punto de vista conceptual de lo que son los documentos y los elementos de información para el historiador que tarda más en concretarse en la praxis historiográfica que de anunciarse como un planteamiento nuevo. Las fuentes serán el conjunto de los testimonios escritos, cualquier testimonio del pasado es susceptible de ser integrada en el análisis: los materiales de carácter figurativo, las representaciones gráficas de todo tipo: un cuadro, una curva de precios, los datos estadísticos, la fotografía, el cine, cualquier elemento propio de las creencias populares,… incluso hasta el polen. Marc Bloch (uno de los fundadores de Annales), en su libro Combates por la historia, llega a decir, de manera entusiasta, que incluso hasta las tejas del tejado pueden constituir elementos desde un punto de vista del análisis histórico.

En cualquier caso, el enunciado de la diversidad de las fuentes como objeto del trabajo del historiador, lo que amplía enormemente las posibles competencias del historiador. Hay un notorio esfuerzo, desarrollado sobre todo en la primera fase, por superar la visión estrictamente política de la historia, considerada una de las características de un proceso histórico clausurado. Esta nueva historia no va a desarrollar, en un principio, análisis políticos, lo que le va a generar toda una serie de problemas. El mundo contemporáneo va a estar prácticamente fuera del proceso histórico que desarrolla Annales (la historia política casi termina en la Revolución Francesa). Ese rechazo de la historia política pasa también por rechazar toda una serie de elementos que acompañan a la historia y que tienen una procedencia anterior. Los historiadores consideran que van a superar la historia relato o la historia narrativa, para sustituirla por la historia analítica o interpretativa. El historiador no tiene que describir, sino que tiene que comprender e interpretar. Eso supone entrar en una dimensión de análisis histórico que no se tenía desarrollado suficientemente. Los historiadores de Annales quieren ir más allá de las evidencias para establecer las posibilidades de carácter interpretativo (“la historia problema”).

Insisten en desarrollar una historia que, más que atender a la suma de los acontecimientos, sea una historia de los procesos. Los acontecimientos no tienen coherencia si no son vistos en una dimensión articulada. El entramado de los acontecimientos en su conjunto establece los procesos que analiza el historiador. Se supera la visión de la historia anterior que no deja de ser una historia de los acontecimientos más significativos.

Consideran que esa historia nueva es una historia que pasa abiertamente de considerar las cosas que aparentemente son evidentes. El historiador tiene que ser un especialista capaz de, analizando las fuentes, establecer descubrimientos a través de su capacidad de análisis. Consideran que las evidencias demasiado claras son poco representativas y el historiador precisa de instrumentos de análisis y cierta capacidad de orientación para proponer esa historia complexa de lo no evidente.

Por lo tanto, esa apuesta supone entrar en la consideración de una historia mucho más compleja y mucho más difícil de elaborar de lo que se presuponía en un principio. Para eso acuden sistemáticamente a los conocimientos o ciencias de la sociedad, para encontrar perspectivas de análisis que lo ayuden en su trabajo. El historiador ya no es una persona que simplemente constata evidencias, sino alguien que busca dentro de la información para analizar una “entrehistoria”, algo que está más allá de lo que resulta abiertamente claro. No rechazan una dimensión civilizatoria de la historia, aunque la practican pocos.

Lo que si pretenden anular es la perspectiva de carácter nacional, y sustituyen esa dimensión por lo que ellos llaman “la construcción de una historia regional”. El concepto de región que elaboran no es un concepto estrictamente geográfico, sino el establecimiento de un marco en el que se puedan analizar coherentemente las relaciones sociales en general (dominio de un monasterio, marco parroquial,…). Se definen marcos geográficos sobre los que se elabora un estudio socioeconómico general. Se establecen toda una serie de formulaciones muy debatidas y característicamente interdisciplinares, dando lugar al establecimiento de unas primeras propuestas que se intentan formalizar y llevar a cabo en los próximos tiempos.

En su evolución historiográfica van a surgir formulaciones diferentes y se corrigen planteamientos anteriores. El desarrollo de las condiciones históricas es algo que es necesario desentrañar, es algo que no es evidente. Los historiadores tienen que desarrollar una labor analítica y desarrollar hipótesis de trabajo. Complejizan la labor del historiador, dotándolo de nuevas exigencias y de propuestas nada fáciles de asumir por el conjunto de los historiadores que están situados en una praxis mucho más simplista. Esa metodología y la posibilidad de construir hipótesis, procedimientos analíticos nuevos, los lleva a encontrar en las ciencias sociales el vivero donde hacer los nuevos análisis, tanto en la sociología como en la economía, y los aplica para el análisis de la historia.

Otra gran propuesta es dotar a la investigación de un punto de vista diferente, una propuesta enormemente ambiciosa y arriesgada, planteada en este tiempo. Por otro lado esta propuesta de Annales rechaza toda idea de visión mecanicista de la historia. Los procesos son complejos, variados, diversos,… y en absoluto se puede establecer una casuística que pueda establecer unos resultados finales. Los procesos no están en absoluto predeterminados, sino que tienen en cuenta los factores interrelacionados, y por lo tanto son impredecibles aunque analizables. Rompen con todas las visiones mecanicistas de la historia. Toda esta serie de referencias corresponden a la fase inicial de la historiografía de los Annales, que desarrolla a lo largo de su historia toda una serie de propuestas con carácter alternativo. Su ortodoxia es reformularse tantas veces como sea necesario y en función de las distintas coyunturas y problemáticas.

Simón de Eiré


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