Esas son las formulaciones que en los años 70 intentan resituar las formulaciones de los Annales dentro de la modernidad historiográfica. Pocos imaginaban que las circunstancias iban a cambiar tan profundamente desde un punto de vista social y académico, ya que en los años 70 se van a encontrar con que el desarrollo de la historiografía prácticamente invalida todos los intentos de crear propuestas que tengan un valor significativo o que tengan un carácter hegemónico. Lo único significativo es que no existen grandes tendencias ni escuelas, sino que las formulaciones son mucho más restringidas y concretas.
Los años 70 son el inicio de la crisis de las grandes propuestas en todos los tipos de conocimientos. La gran teoría no quedaba anulada, pero si silenciada, siendo poco significativa para desarrollar los procesos contemporáneos. Es una especie de referencia que queda ahí pero sobre la que casi no se vuelve a reflexionar. Se impone una visión micro frente a una visión macro. Se habla de microeconomía, de sociología de casos,… y ya no se analizan procesos sino casos particulares. Este cambio que se produce a nivel epistémico general prácticamente invalida el papel de la historiografía contemporánea, compuesta por múltiples perspectivas diferentes que no aspiran en ningún caso a comprender una totalidad sino a explicar una determinada visión de las cosas claramente focalizada. Eso dificulta acceder a las visiones de lo general.
En ese sentido los sectores de historiadores influyentes no tienen pretensión de convencer que están haciendo la historia mejor elaborada, solamente establecen una propuesta que la siguen aquellos que quieren. Ese es el fracaso de la formulación de Annales, puesto que no funciona en este contexto. Hay mucha gente que no está interesada en entrar en un proceso de confluencia, a pesar de que algunas propuestas de Annales en ese momento que tienen mucho que ver con otros historiadores (micro historiadores italianos, historiadores marxistas británicos,…).
Un caso paradigmático de la influencia que llegó a tener Annales es el de Philipe Arial. Philipe Arial es un historiador francés muy importante en los años 80. Tiene por origen familiar una característica poco común: pertenecer a una familia de carácter monárquico en Francia (porque se encuentran fuera del mapa político francés, se consideran ultratradicionalistas). Cuando termina sus estudios de historia, se siente interesado por las formulaciones de Annales e intenta acercarse a su estructura para poder desarrollar su trabajo. En un primer momento es rotundamente rechazado por su condición de súper tradicionalista. Su futuro profesional es nulo en Annales en ese momento. Comienza a desarrollar su trabajo en las líneas que le ocupan y recibe una oferta de una universidad estadounidense, donde está casi 20 años desarrollando su actividad como historiador, desarrollando unas líneas historiográficas tremendamente novedosas: historia de la infancia y del niño e historia de la muerte. A partir de esas líneas de trabajo, comienza a recibir importancia a nivel internacional, y cuando Annales pretende introducir la historia de las mentalidades se encuentra con que hay un historiador francés que tiene temáticas en esa línea, ya muy desarrolladas. En ese momento hay una recuperación de Philipe Arial que vuelve a Francia y se introduce en Annales. Es uno de los autores más importantes dentro de la historia de las mentalidades. Esto da idea de cómo se intenta desde Annales incorporar todo aquello que sea novedoso e interesante.
Annales desarrolla a través de su sexta sección en el CNRS una influencia bastante determinante sobre autores de distintos países. Es una influencia que se expande en la medida en que estos autores lo extienden a los círculos de sus países. La influencia de Annales se desarrolla con carácter general y extenso, si bien no se convierte en la única posición ni en la dominante, porque hay también otras formulaciones importantes en la historiografía contemporánea.
Simón de Eiré

