En septiembre el Peque comienza una nueva etapa, el colegio. Dejará los arrumacos de la guardería para hacerse grande en el colegio. Así mismo lo dijo la directora en la reunión de presentación que tuvimos los padres el otro día: “aquí los niños vienen a hacerse grandes“. Espero que no sólo se hagan grandes de talla sinó también en valores y conocimientos. Que salgan del sexto curso habiendo aprendido no sólo cuánto son dos más dos, sinó también conceptos como la empatía, la responsabilidad, la integración, el respeto y el espíritu de superación. Aprendiendo que los conocimientos no son nada sinó van de la mano de las aptitudes y actitudes necesarias para sacarles partido.
Dicho ésto, ¿qué espero de la escuela dónde pronto irá mi Peque?
- Que en ningun momento se le cierre la capacidad imaginativa a los niños. Tener imaginación es mucho más que dejarles un folio en blanco para que dibujen una cosa o escriban una redacción. Hay muchas formas.
- Que permita cierto margen de libertad a los niños. Hay que aceptar que los niños pequeños no pueden estar todo el rato sentaditos y callados, cuando sabemos que la mejor manera que tiene la mente de un niño de aprender y absorver conocimientos en sus primeros años de vida es moviéndose, tocando, experimentando, jugando.
- Que los niños nunca pierdan esa inquietud por aprender y saber de las cosas. Que sus preguntas transparentes y directas tengan respuestas también transparentes y directas.
- Que se mantenga en todo momento a los niños motivados. Si algun niño se distrae en la clase, ¿no podría ser por falta de motivación?. No siempre la culpa la tiene el niño o los padres.
- Que los profesores respeten el ritmo de cada niño. Que un niño sea más lento no es sinónimo que no sea capaz. Además, ¿a caso no es verdad que cuando nos gusta algo lo queremos saborear lentamente?
- Que siempre se tenga en consideración la opinión de los niños.
- Que la Administración invierta como es debido en la educación.
- Que las familias se impliquen en la escuela más allá de dejar e ir a buscar al niño. El triángulo equipo educativo-padres-AMPA es primordial para el buen funcionamiento de una escuela.
En definitiva, me gustaría que la escuela pensara en mi hijo no sólo com un alumno, sinó como persona. Cada niño, en sus diferencias puede aportar su granito de arena en esta sociedad, en nuestra comunidad. Por todo ello pido a la escuela que no limite las posibilidades de los niños. Que la escuela no se convierta en una prisión de las nuevas ideas y de las capacidades de los niños.
Y espero que nunca llegue ese momento en el que, al igual que le ha pasado a otras familias como a la de Manel Moles, mi hijo llegue un día a casa diciéndome: “mamá, no quiero ir a la escuela“.
Como ya os hablé hace un tiempo, mi Peque sufrirá la falta de inversiones en educación que ha tenido este país en los últimos tiempos teniendo que ir en unos barracones (podéis leerlo aquí). Pero ante las dificultades, motivaciones: “La belleza es un acuerdo entre el contenido y la forma” (Hanrik Ibsen). Así que si dentro de esas cuatro chapas hay un buen contenido, me doy por satisfecha.