Por un momento pensemos en cuestiones ocurridas los últimos días, al margen de Bárcenas, Undargarín, el tremendo paro y otros asuntos que han llenado primeras páginas de los más importantes medios de comunicación, y nos daremos cuenta de que al levantarnos, cada día, nos encontramos con que hay motivos para escribir un folletín:
- Desde la Comunidad Valenciana se paga con dinero público –al parecer, les sobra y no saben cómo derrocharlo— cursos de formación para el profesorado sobre las apariciones de la Virgen. Como se sabe algo instructivo para los que han de enseñar en un Estado laico. Hay quien dice que era mucho más razonable un curso sobre “las apariciones de los sobres en Génova”, mucho más didáctico y de moda.
- Hemos sabido, también que la quebrada Comunidad Valenciana, con el ínclito Camps a la cabeza, avaló las deudas de los clubes de fútbol de su comunidad: el Valencia, el Hércules y el Elche. Y como quiera que estos clubs no cumplen con sus obligaciones le toca a la Comunidad pagar los 118 millones que tienen de deuda.
- Por otro lado, una vicepresidenta de la diputación valenciana se dedica a “controlar” los despachos de Izquierda Unida y asegurarse de que los armarios están limpios, una mujer hacendosa como pocas. Pillada in fraganti, ha declarado que miraba “dentro de los armarios” para ver si la empresa de limpieza había bien su trabajo. ¡Otra que tal baila! Es tal la desfachatez que
- Mientras, en Madrid muere la monja María, la imputada por el robo de niños, lo que complica las causas abiertas al fallecer quien podría dar luz de la trama –hay quien dice que se la han quitado de en medio para que no hablara o que no ha muerto y se ha escondido para no cantar— y hace más difícil su aclaración.
- Y otro caso de folletín es el del director cesadode la Fundación Ideas. Carlos Mulas, socialista de gran porvenir, pagaba a un anónimo columnista, que se escondía bajo un seudónimo, cantidades que llegaban a los 3000 euros por artículo (unas diez veces lo normal). Para más inri, el tal Mulas había escrito un libro contra la corrupción. Ahora parece que quien escribía los artículos era su esposa, aunque no está probado que sea así. Como ven, aquí el más tonto hace lápices.
Salud y República