El avance imparable del gobierno de Sánchez hacia el totalitarismo es descarado y eficaz. Ninguna institución ni el pueblo frenan sus desmanes. Los últimos movimientos son demoledores para la democracia, sobre todo la designación como miembros del Tribunal Constitucional de un ex ministro y de una asesora sanchista. Pero hay muchos más síntomas recientes y alarmantes, como la despenalización del delito de sedición para contentar a los socios separatistas catalanes y la retirada de la Guardia Civil de las carreteras de Navarra para contentar a los socios pro etarras de BILDU, que demuestran hasta la hostilidad del sanchismo hacia la democracia y su avance obsceno hacia la tiranía. La democracia es un sistema que requiere mecanismos y reglas que, una vez violadas, anulan la legitimidad. Entre esas reglas y normas destacan la independencia de la Justicia, la existencia de una ley igual para todos, el respeto a la voluntad popular, la ausencia de corrupción, los controles al poder, el uso decente y escrupuloso del dinero público, la libertad de expresión y de prensa, el respeto a la verdad y otros muchos comportamientos y barreras que el gobierno de Sánchez viola y pisotea. ---
Gran parte de las medidas escandalosas antidemocráticas adoptadas por el gobierno cuentan con la oposición de la mayoría de los españoles, como lo demuestran las encuestas, pero esa violación constante de la voluntad popular, que es el más evidente signo del totalitarismo, no detiene la voracidad del gobierno. Los indultos a los golpistas catalanes, según las encuestas, contaban con el rechazo de más del 70 por ciento de la población y sin embargo se hicieron.
El descaro, la desfachatez, el desprecio y la hostilidad de Sánchez hacia la democracia son escandalosos y dejan la piel helada a los demócratas y gente decente de España.
La prensa, con la excepción de medios alineados con el poder, comprados o sometidos, se alinea contra el "asalto" de Sánchez al Tribunal Constitucional, del que espera que valide sus leyes inicuas y que cambie el diseño del Estado por la puerta de atrás, dejando a un lado la Constitución. Expansión titula "Sánchez inicia su asalto al Constitucional con el exministro Campo y una ex cargo de Moncloa". La Razón: "El asalto al Tribunal Constitucional" y comenta que «No importa el mérito, la capacidad y la imparcialidad. Lo relevante es colocar a los afines». 20 Minutos: "La oposición denuncia el "asalto" de Sánchez al Constitucional con el exministro Campo y una ex alto cargo de Moncloa". ABC: "Feijóo reacciona a los nombres de Sánchez para el Constitucional: «Un nuevo asalto a las instituciones»".
Ayer fue expulsado un diputado del Congreso por llamar "Filoetarra" a BILDU, como si decir la verdad que molesta al gobierno fuera un delito. España, sin duda, atraviesa sus horas más oscuras y la gente decente y demócrata, sorprendida y preocupada, mira a la oposición, a Bruselas, a Estrasburgo, al Monarca, a los jueces, a las Fuerzas Armadas y a otras instituciones defensiva con la esperanza de que reaccionen y frenen los desmanes de Sánchez.
Sánchez debería tener en cuenta lo que ocurre en China y ocurrió en muchos países que fueron demasiado lejos en abuso y tiranía. Ahí están como muestra las rebeliones del pueblo en la China actual, en la Rumanía de Ceaucescu, en el Egipto de Mubarak y un largo etcétera. Ninguna tiranía a lo largo de la Historia ha soportado demasiado tiempo a sus tiranos.
La tiranía de Sánchez tiene demasiados capítulos que demuestran su abuso de poder, suciedad y bajeza: impuestos abusivos, reparto arbitrario de los recursos públicos, beneficios y regalos para los socios del gobierno, en detrimento de las demás autonomías, despilfarro, endeudamiento descontrolado, politización e intervención de la Justicia, corrupción generalizada, falsificación de datos y estadísticas, opacidad, compra de medios de comunicación y voluntades, compra descarada de votos para conservar el poder, indultos a delincuentes sin arrepentimiento, mentiras reiteradas, siembra de divisiones y odios y engaños y estafas al pueblo, al que se le hicieron promesas que después no se cumplieron.
Francisco Rubiales