Esas televisiones privadas que fabricaron y mantienen con respiración asistida a ese bluff que es Podemos abrieron este viernes sus noticias alertándonos del grave peligro de obesidad que acecha a los niños españoles.
Mostraron imágenes de pequeños obesos mórbidos –grabadas a niños estadounidenses--, y muy de pasada se informó al final del motivo real de la noticia: la OMS acaba de declarar que la salud de los españoles es “extremadamente buena” por su dieta, estilo de vida y sistema sanitario.
Debería enorcullecer. Pero no. España es basura para muchos españoles, sobre todo por desconocer su propia historia, que se enseña incidiendo en sus fracasos u ocultando sus éxitos, coartada usada por los nacionalistas catalanes, parte de lo mejor y peor de España, para rechazar que son españoles.
España tiene un sistema sanitario ejemplar, es el tercer país en el mundo que alcanza mayor longevidad, sus niños son los terceros más felices, es la tercera potencia turística, y el quinto país más seguro del planeta. Además, es puntero en numerosos órdenes.
Si el fraude de Volkswagen se hubiera cometido aquí, nuestro nacionalmasoquismo habría obligado a dimitir al Gobierno y cerrado la empresa automovilística más importante del mundo. Los jueces-estrella se habrían dado unos banquetes maravillosos.
Pero VW es alemana, como el nuevo aeropuerto de Berlín que debería haberse inaugurado en 2011, y que con coste multiplicado lo hará, si lo hace, en 2016: en 2014 las inspecciones le encontraron casi 20.000 errores de diseño y realización que deben enmendarse. Y no pasa nada. En Alemania no hay chapuzas.
El masoquismo español recuerda el hundimiento de la Armada Invencible, pero no que un año después, 1589, otras dos Armadas españolas le produjeron el doble de pérdidas a Inglaterra en Coruña y Lisboa, o que tras siglo y medio Blas de Lezo con menos de 5.000 hombres derrotó a la armada británica de Vernon con casi diez veces más combatientes.
Este país ha cambiado mucho, y para bien, en democracia mucho más, pero nadie quiere enorgullecerse y sigue siendo masoquista.
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SALAS