Existe y tiene fuertes raíces sin que se atisbe su final. En el PP, todavía, después de 40 años, no han renegado del franquismo, se defienden de la ley de la Memoria Histórica (como si fuera un ataque a su ideario), algunos de sus miembros vacilan, se mofan y atacan a las víctimas del franquismo (a las que no se las considera víctimas del terrorismo), como es el caso de Pablo Casado o Rafael Hernando, o dicen, como lo hizo el exministro Mayor Oreja, que “con Franco se vivía una extremada placidez”. Todo ello, y bastantes casos más, denotan su querencia y sus vínculos con el franquismo. El apoyo fundamental que prestan al franquismo algunas asociaciones no está mal visto por el PP, al revés, en vez de denostarlas o prohibirlas, por ensalzamiento de la figura del mayor genocida español del siglo XX, las defienden y en no pocas ocasiones las otorgan subvenciones.
Ahí están, siempre en pie de guerra, Hazte Oír, la Asociación para la defensa del Valle de los Caídos o la Fundación Francisco Franco. Todas ellas de ideología de extrema derecha y con claros contenidos franquistas.
Hazte Oír no hace sino luchar contra leyes aprobadas, de forma carca y retrógrada. La Asociación para la defensa del Valle de los Caídos lucha por mantener vivo el monumento mayor a la llamada “Victoria” de un cruento golpe de Estado, conmemorando al asesino Franco y permitiendo actos fascistas en las fiestas que homenajean eventos y personas de la cruel dictadura. Por último, la Fundación Francisco Franco se encarga de mantener viva la figura del dictador criminal y de retorcer la historia, afirmando por ejemplo que Franco no fusiló ni mando fusilar a nadie.
Pues bien, ahora la familia del genocida Franco ha cedido a la Fundación de su nombre, la gestión del Pazo de Meirás. Un espacio que se apropió el dictador en 1938, por ser él quien era y que perteneció anteriormente a la familia Pardo Bazán.
O sea, en vez de prohibir por enaltecimiento del terrorismo franquista a esa Fundación, como ocurriría en otro país europeo (¿imaginan en Alemania una asociación Adolf Hitler que llevara la gestión de un Museo Hitler?), permiten que dirija un espacio declarado de bien público, en vez de expropiarlo y hacer de este espacio un museo público donde se admiren los horrores de esa dictatura criminal.
Así es que no sólo no han puesto ni un euro, en el presupuesto, para el cumplimiento de la Ley de la Memoria Histórica, con el consentimiento de Ciudadanos, sino que además permiten que sigan sembrando semillas de odio franquistas. La misma Fundación ha sido clara: utilizará las visitas al Pazo para explicar al público “la grandeza” del dictador y para hacer apología de la dictadura.
Mientras tanto, en el Partido Popular, unos –los más progres—miran a otro lado y los otros defienden estos dislates. Y, con decenas de muertos en las cunetas, querrán que se cierren las heridas…
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