Revista Economía

La españolada perfecta.

Publicado el 09 enero 2016 por Jordi Mulé @jordimule

Durante los años setenta del pasado siglo estuvo en boga un género de películas de producción nacional, normalmente cómicas y de bajo presupuesto, que versaba normalmente sobre diversos temas de actualidad del momento, por ejemplo, el llamado " destape", el auge del turismo extranjero, los movimientos poblacionales del campo a la ciudad, y muchos otros. En este género de filmes se intentaba plasmar la situación social del momento para, mediante un elenco de actores conocidos y a veces repetitivos, describir una serie de situaciones cómicas y absurdas, tan absurdas a veces que se llegó a acuñar un término nuevo, un neologismo, para definir este tipo de género cinematográfico, la " españolada ".

Muchos recordaremos las peripecias de Pajares y Esteso en " Los bingueros", o la absurdidad de muchas situaciones y diálogos en una de las obras maestras de Berlanga, "la escopeta nacional". No obstante, fijarse sólo en la simpleza de muchos de sus argumentos y caer en el menosprecio a este género cinematográfico creo que sería un grave error, pues éste relata como ninguno las ambiciones, inquietudes, novedades y el devenir del día a día de nuestra sociedad de aquellos años, y no olvidemos que nuestra Sociedad actual deriva directamente de aquélla de entonces, de aquella sociedad que vio con esperanza como el país se había convertido en una potencia turística mundial, o cómo de repente, poco a poco, la modernidad iba llegando, al principio con cierto rechazo, ironía o extrañeza, pero que, sin duda, había llegado para quedarse.

Si hoy en día quisiéramos escribir un guión de una españolada, seguramente ello no sería posible, al menos sin que la obra pareciera falsa, una burda imitación, ya que cada época tiene lo suyo y cada situación es única. No obstante, intentémoslo, podríamos imaginar una gran parte de una sociedad concreta que clama por un cambio político trascendental, con un clamor tan grande que ello hace que una parte de la clase política tradicional se sume al carro de la reivindicación aunque, en el inicio, un poco a regañadientes. Al principio, todo parece marchar sobre ruedas, el clamor va creciendo, los apoyos a la causa también, la parte conservadora de la sociedad en cuestión intentando que la iniciativa no prosperara, pero con tan mala fortuna que parecía sólo conseguiría que la misma se fuera fortaleciendo, hasta se consigue un cierto interés periodístico internacional que mira todo el proceso con asombro y cierta preocupación.

Todo parece indicar que el final de la película será un acontecimiento político de gran calado, el que sea; no obstante, al final, en el momento de la verdad, en el momento en el que un brusco desenlace parece inevitable, todo termina de repente, como el Rosario de la Aurora, de manera totalmente absurda, y no debido a que tal reivindicación perdiera apoyos, ni debido a un desarrollo adverso de los sucesos, sino simple y llanamente, porque quienes debían liderarla, más allá de ver cuál sería la mejor solución y actuar en consecuencia, habían primado sus intereses partidistas, ambiciones personales, o sus ideologías utópicas y, al final, todo se resumiera en enfrentamientos dialécticos entre los actores del mismo bando y todo para jolgorio o enfado, dependiendo de sus opiniones particulares, del personal observador. Vamos, como el final de un cómic de Mortadelo y Filemón, en el que todos persiguen a uno, mientras quienes observan la escena quedan atónitos. Nunca sabremos si al final lo pillan, pues eso queda a imaginación del lector, pero no es un final lógico o esperable, sino absurdo.

Pues esa película es real, señores, se llama situación política actual y, en concreto, situación política en Catalunya. No sé cuál puede ser el devenir de los sucesos inmediatos, pues ante la falta de acuerdo para investir a un nuevo President de la Generalitat entre los grupos parlamentarios nacionalistas y la más que segura repetición de los comicios catalanes en marzo la absurdidad de la situación actual es digna de Berlanga. Lo que sí que puedo decir, siempre desde mi pequeño punto de vista, es que el nacionalismo catalán, al final, después de tantos años de reivindicación popular de gran parte de su sociedad y con todos los enfrentamientos políticos vividos parece que sin querer esté creando " la españolada perfecta", sólo hay que ver este inesperado desenlace provisional actual. Realmente no deja de ser paradójico y hasta chocante que " entre todos la mataran, y ella sola se muriera ".

No sé cómo será el final de todo esto, el futuro siempre es incierto, pero lo cierto es que ya se nota un gran cansancio en mucha gente, y ello tendrá consecuencias claras. Si al final se repiten las votaciones en marzo seguramente mucha gente se lo pensará dos veces antes de ir a votar y, en el caso de hacerlo, a quién votar. Por ello, es de esperar que el Parlament resultante después de los comicios sea diferente del actual, pero ello sería así si la lógica funcionara, aunque ya hemos podido ver últimamente como esto no siempre es así, tiempo al tiempo. Si Berlanga levantara cabeza...


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