La esquizofrenia es una de las enfermedades más aterradoras de las que podemos hablar. Y si, además, la relacionamos con niños aún es mucho peor. Afortunadamente no es habitual, aunque es difícil de reconocer en las primeras etapas de vida.
La esquizofrenia infantil es una enfermedad que esencialmente se caracteriza por provocar pensamientos, sentimientos y comportamientos anormales. Sus síntomas pueden variar mucho a los de los adultos, aunque es un desorden tan complejo que no se puede establecer unos patrones de afectación comunes.
Tener una esquizofrenia se define como “un desorden cerebral que menoscaba la capacidad de las personas para pensar, controlar sus emociones y relacionarse con los demás”. Estos síntomas en niños menores de 5 años pueden confundirse con el autismo, con lo que solo la evolución a lo largo del tiempo y la aparición de rasgos psicóticos a partir de esta edad dejarán claro que estamos ante una esquizofrenia infantil.
Algunos comportamientos del niño sí que pueden alertarnos ante un posible caso de esquizofrenia infantil, como por ejemplo el hecho de que pase de divertirse jugando y relacionándose con los otros pequeños a encerrarse en su propio universo, volviéndose tímido y retraído.
Hay que tener en cuenta que la esquizofrenia es una enfermedad hereditaria pero en un porcentaje que no supera el 25% si tiene antecedentes en la familia. En el caso que venga provocada por factores externos no hay ningún motivo para pensar que un niño pueda heredar esta enfermedad de sus progenitores.