@morguefile
Cuando uno de mis hijos extravió la tarjeta sanitaria, acudimos al centro de salud para consultar el procedimiento de renovación. Allí nos dimos cuenta que las posibilidades de resolver los problemas médicos de este país era pagando y yendo a clínicas privadas. Nos anunciaron que sin la tarjeta se estaba excluido de ciertos tipos de atención y, lo más grave, a mi entender, conseguir el duplicado de una tarjeta sanitaria costaba 10 euros, cuando hasta hace poco tiempo era gratuito. “Esta es la estafa de la privatización médica de España”, no dijo el profesional que nos atendió.
A partir de ese momento empecé a buscar hechos y realidades que justificasen esta frase tan rotunda para los ciudadanos que, inevitablemente, son los financiadores de todo el sistema sanitario, educativo, sociales, etc., de este país.
A continuación presento algunos hechos que hablan por sí sólo sobre el entramado de este laberinto de la privatización y justifica ampliamente la frase pronunciada, con profunda impotencia, por el profesional médico respecto a las actuaciones de las administraciones públicas.
Alicante. En el hospital general, un centro de referencia para más de 1.900.000 personas, según las enfermeras de Neumología, algunos días el servicio del centro sólo les proporciona 10 juegos de cama para 30 pacientes, lo que obliga a sortear quiénes se benefician de este servicio y quiénes no. Al parecer, en este hospital faltan mantas, almohadas, sábanas, pijamas, etc. Además, en el año 2009 contaba con 10 lavanderas y costureras, para pasar a tener 5 en la actualidad, para las cuatro toneladas de sábanas que se mueven a diario, para más de 800 camas.
Valladolid. En el servicio de diálisis del hospital Clínico de Valladolid, por lo visto, se llegó al extremo de asistir a la solicitud del propio centro a que los pacientes trajeran de sus casas la almohada, algo que sólo se rectificó cuando la noticia saltó a las redes sociales.
Cáceres. En el Hospital San Pedro de Alcántara, la extrema situación de algunos días origina la falta de cubiertos para los enfermos, lo que obliga a comer la sopa con cucharillas de postre de material desechable. A esto debe añadirse la continua falta tazas de desayuno o material de limpieza en las cocinas.
Girona. En el Hospital Josep Trueta de Girona, desde hace más de un año lo enfermos no reciben el refrigerio que les suministraba el hospital para aguantar entre la cena, que se sirve alrededor de las siete de la tarde, y el desayuno, a las ocho de la mañana del día siguiente.
Madrid. Los recortes en el área de sanidad lleva directamente a la privatización de los servicios, como demuestra lo sucedido en la Comunidad de Madrid, donde se adjudicó hace unos meses el servicio de lavandería de ropa hospitalaria, un servicio del que se benefician 19 hospitales públicos de la región, por 46 millones de euros, con la excusa de ahorrarse más de 36 millones de euros. Sin embargo, para desgracia de los trabajadores, se pasó por alto la reducción del sueldo medio de 1100 a 660 euros.
A todos estos casos, que traerlos aquí detalladamente resulta imposible, debe añadirse las comunidades autónomas que han cerrado los centros de salud por las tardes, o el paulatino deterioro de la calidad de los materiales, el empeoramiento del servicio de limpieza, el abaratamiento de la lavandería, etc.
En una charla sobre la privatización a la que asistí hace dos semanas, el disertante nos advertía de que no están todos limpios en este tema. Como muestra nos trajo lo ocurrido en la reunión del grupo de médicos, quiénes debían decidir el rumbo de su participación en este desbarajuste. Como discurso de cierre, el médico responsable de la convocatoria, dijo: “no podemos permitir que esto siga así, porque nos van a convertir en obreros”. Esta afirmación nos horrorizó a todos, porque demuestra que algunos profesionales no luchan para ofrecer el mejor servicio a los ciudadanos de a pie, sino para conservar sus privilegios y seguir gozando de los mismos recursos, en claro detrimento de sus pacientes más necesitados.
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