Hace algunas décadas, un iluminado tuvo una brillante idea. Aprovechando que el populacho —usted y yo— es idiota, nos engañó. Nos aseguraron que el aparcamiento en la vía pública es un bien escaso. Para garantizarnos un cómodo estacionamiento en la puerta de nuestra casa era necesario abonar una pequeña tasa que facilitaría el aparcamiento de los vecinos, y disuadiría a la chusma de otros barrios de aparcar en nuestras zonas exclusivas. Eso sí, si usted aparcaba en otra zona diferente a su residencia, tendría que volver a pagar. Se estableció así la regulación del aparcamiento. Jugada maestra. Aparte de todos los impuestos y tasas que abonamos por nuestros vehículos, nos empezaron a cobrar por aparcar en la calle. Sin vigilancia. Sin control Simplemente por dejar el coche en la vía pública. La gente refunfuñó un tiempo pero, finalmente, asumió el engaño. Como siempre. Llegará un día en que nos cobrarán por respirar ya que expelemos dióxido de carbono a la atmósfera contaminando y pagaremos orgullosos. Tiempo al tiempo.Recuerdo cuando había que comprar los tiques de estacionamiento en los estancos; años después llegaron los parquímetros. Pero hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, y ya se puede efectuar el pago a través de las aplicaciones de los móviles. Todo son facilidades a la hora de pagar. Incluso sonreímos. ¡Qué amables son las empresas que nos facilitan el pago! Pero esta semana, el Ayuntamiento de Madrid ha dado un pasito más. Dado que el pastel es muy jugoso, son muchas las aplicaciones móviles que quieren su parte. De esta forma se les permite cobrar comisiones del 10% en cada operación. Es decir, las empresas ganarán un 10% más sin mover un dedo. Por la jeta. Les aseguro que el 10% de los aparcamientos en una gran ciudad como Madrid es muchísimo dinero. Nueva jugada maestra. A partir de hoy pagaremos a una empresa privada por aparcar en la calle aún más de lo que ya nos esquilman.
Necesito que alguien me lo explique. Ahorro tinta, ahorro papel, no desgasto los parquímetros... y aún así ¿debo pagar más? ¿No será al revés? Seguramente la empresa me diga que ahorro tiempo y suela de zapatos. Es evidente que el fin de las empresas es ganar dinero, pero el objetivo de nuestros dirigentes es
—o debería ser— perseguir el interés público. Y como siempre, nuestros mandamases se pliegan a los intereses de las empresas, permitiendo que se lucren a costa del ciudadano, que se deja pisotear vilmente. Nos toman el pelo y pagamos satisfechos. No sé porqué me sorprendo. Vivimos en una sociedad tan hastiada que son los jubilados quienes protagonizan las protestas exigiendo una pensión justa, mientras los jóvenes, los trabajadores, los jubilados de mañana nos quedamos cómodamente en casa viendo el partido de fútbol. Eso sí, tuiteándolo. Que no digan que no estamos comprometidos.
Piensen.
Sean buenos.
La canción regalo de hoy es Hasta de perfil. Por las ansias que tienen nuestros políticos de colarnos más y más pagos. Una vergüenza que hay que detener. Con todos ustedes: ¡Rosendo!