Revista Política

La estampita

Publicado el 27 agosto 2017 por Alejandropumarino

La estampita

Se repiten los hechos casi punto por punto. Una mujer de 77 años fue víctima el viernes de un nuevo caso del timo de la ‘estampita’. El engaño le sirvió a los delincuentes para hacerse con un botín de 9.000 euros y joyas de la víctima, que fue abordada a las 11 de la mañana en la avenida de Schulz por un individuo con la clara intención de hacerse con la mayor cantidad de dinero posible.

El hombre le mostró a la señora un bolso lleno de billetes que aseguraba haber encontrado en el tren. Le explicó que le daría la bolsa con el contenido «si la mujer le enseñaba que tenía dinero y que así no se quería aprovechar de él», explicaron desde la Comisaría de la Policía Nacional.

«Sin dejar de hablar y muy nervioso, el chico simulaba tener una discapacidad cognitiva. Entre otras cosas, le contó a la víctima que las monjas le decían que los pobres eran malos y que siempre las personas debían demostrarle que tenían dinero, ya que si no le iban a quitar lo que él tenía», añadieron las mismas fuentes según el testimonio aportado por la afectada en la denuncia presentada.

En ese momento entró en escena otra mujer y el supuesto marido de esta, es decir, los ganchos. Se trata de otros personajes habituales que intervienen en los engaños realizados en torno al timo de la estampita. Ambos entablaron conversación y se ofrecieron a ayudarle, proponiendo que la víctima también participase en el reparto del dinero que presuntamente había dentro de la bolsa que portaba el hombre, que se hacía pasar por una persona discapacitada.

Para ello, acordaron «poner todos una cantidad en prenda y luego prorratear el montante total entre todos». El matrimonio se ofreció para llevar a la víctima en su vehículo hasta su domicilio para recoger sus joyas y luego a una sucursal bancaria para hacer un reintegro de 9.000 euros. Dicho y hecho. Acompañaron a la señora a por el botín y cuando regresó al coche con el dinero y las joyas le pidieron que volviese a salir a la calle para hacer el reparto de los billetes del discapacitado en la calle. En cuanto la denunciante se apeó, el vehículo arrancó rápidamente, quedando la víctima plantada en la acera. En ese momento se percató de que había sido víctima de un timo.

Este hecho, publicado textualmente por el diario El Comercio, tuvo lugar en Gijón hace apenas diez días. No sé si tiene sentido el hacerlo público, pues quien merece más castigo, desde mi punto de vista, es el timado quien, al final, pretende hacerse con los bienes de un discapacitado, siendo ejemplar la acción -aunque ilegal- de los timadores. Cuesta creer que en pleno siglo XXI sigan sucediendo este tipo de timos.


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