Queridos hermanos, y hermanas (cosa ésta de la fraternidad femenina que a menudo se les olvida a los regulares). Perdonen, voy a hacer un inciso y después continúo.
- Que presenta similitud o continuidad en su conjunto, desarrollo, distribución o duración
- Que es de tamaño o calidad mediana, intermedia o corriente.
Con respecto a la primera cabe aplicarla a la masonería "regular" de forma que su conjunto y desarrollo se atiene a un conjunto normativo y consuetudinario que no deja espacio a la menor duda: hay que ser así y punto..
En cuanto a la segunda complementa a la primera, corriente, intermedia, sin capacidad alguna de progresión sino que muy al contrario, es proclive a la regresión, o como mínimo a la estanqueidad, arrimada a unos Landmarks que se convierten en mandamientos que se pueden aflojar o apretar en función de la conveniencia de sus próceres. y como no, intermedia o corriente. Hacemos concentraciones moteras y adhesiones a una corona inventada mientras el mundo se derrumba ante nuestros inflamados mandiles.
Perdonen por el inciso que también nos servirá a modo de calentamiento de motores. He venido ha hablar de otra cosa.
He venido a hablar de la "estimulante decepción" que la masonería puede proporcionar a aquellos que no acepten la hipocresía y la baja política (muy baja, a la altura del centro interno del mandil). Me refiero a aquel tipo de masonería que no tiene por qué darse solamente en la masonería regular, sino en todas aquellas donde sus componentes no merezcan ser reconocidos como tales.
El auténtico librepensador busca el auténtico desarrollo humano. Dicho desarrollo consiste en expandir las libertades reales de las personas para que puedan desarrollar su potencial y poner en práctica sus capacidades, dentro y fuera de los templos.
El auténtico librepensador en palabras del propio Arthur Chesterton "Es aquel que desafía tiranías jóvenes como el alba, supersticiones frescas como las primicias en flor. El único librepensador auténtico es aquel cuyo espíritu se encuentra tan liberado del futuro como del pasado. Aquel a quien le importa tan poco lo que será como lo que ha sido, a quien solo le importa lo que debería ser"
En este caso las tiranías jóvenes se encuentran entre nosotros, amagadas, amargadas, intentando derribar el futuro a base de regularidad o, según la definición proporcionada al principio " de calidad media o corriente".
El desarrollo personal y colectivo de algunos de los masones dirigentes en la Gran Logia de España, el único caso que conozco, es probable, pero hasta cierto punto, hasta el punto en que eres capaz de soportar la hipocresía y asentarte en el bienestar, con los "bienestantes". Y esto no está exento de supersiticiones que no nos dejan estar totalmente liberados de nuestro futuro porque nos atan en el presente al pasado.
Mientras se enrolan en saber la influencia templaria en la actual masonería especulativa, se olvidan que los valores que juraron defender (buenas costumbres, valores éticos, respeto a las leyes, etc...) se conculcan a diario, y ahí está la paradoja, por los que dicen respetar y apoyar con comunicados públicos.
La transparencia brilla por su ausencia, el déficit democrático está institucionalizado, el análisis crítico de nuestro entorno no puede ser debatido porque así lo determinó Anderson hace 300 años, claro, que al reverendo le interesaba estar a bien con los poderes fácticos de su tiempo, de ahí su sumisión y el falso dogma que se nos implanta como un chip en los cerebros desde aprendices. "Sé prudente, no hables de esto o de aquello". Si el fútbol se hubiera inventado allá por el 1717 también estaría prohibido su debate en logia, siempre por el bien de la fraternidad.
Es paradójico, como mínimo, que en una sociedad de librepensadores se cercene el libre debate. Al contrario, hay repartidores de criterios en algunos Talleres que deciden lo que debe debatirse o no. Se puede discutir sobre la influencia del tomillo macho o sobre Sócrates pero no acerca de lo que este último nos transmitió a través de su discípulo Platón en su "Apología", en la que prefiere morir antes que callar ante lo que a su juicio era injusto, ya lo decía él: "Para decir la verdad, poca elocuencia basta."
Pues la poca elocuencia de este artículo se acaba, con la verdad que mi piedra desbastada me ha revelado: El que no es libre, no puede pensar de forma libre. En consecuencia, lo que uno espera de una sociedad de librepensadores es precisamente eso, LA LIBERTAD. Y esto no ocurre en la Gran Logia de España, dirigida con la férrea mano sus hábiles dirigentes, y como dice la definición expuesta: " de calidad intermedia o corriente".