El sanchismo está convirtiendo a España en un país sin amigos, del que todos desconfían, sin peso internacional y cargado de problemas. La propaganda lo esconde, pero la política exterior de España es un inmenso fracaso que nos ha hecho retroceder en el mundo libre y que nos aísla y enemista con las grandes potencias. La política interna de España nos lleva al conflicto, a la ruptura, a la desigualdad, a la injusticia y a la tiranía, pero la exterior no es mejor. La diplomación del gobierno que preside Pedro Sánchez es estrambótica, destartalada y altamente peligrosa para los intereses españoles porque está aislando a España en el mundo, donde pierde aliados poderosos y sólo gana enemigos totalitarios y amigos de la violencia y el terror. El último logro es haberse ganado la enemistad de Israel y del poderoso lobby judío mundial, dueño de gran parte de las finanzas y de los medios de comunicación del planeta, mientras se ganaba el agradecimiento del grupo terrorista Hamás, que ha demostrado ser el más cruel y asesino del presente mundial, tras su reciente matanza en Israel. Es cierto que hay un valioso rasgo de osadía y acierto al sostener que las represalias de Israel en Gaza no deben dinamitar los derechos humanos, pero Sánchez lo ha dicho en el lugar menos apropiado y en el peor momento, causando a España un daño que todavía no podemos ver. La política exterior de Pedro Sánchez es una vergüenza para los demócratas de todo el mundo y en especial para los españoles, que no entienden cómo un país que se autoproclama democrático y que está alineado con el Occidente libre opere hoy como punta de lanza y defensor de los peores déspotas y tiranos del mundo. ---
El fracaso del sanchismo es total y se manifiesta en todos los sectores. El gobierno de Pedro Sánchez ha hecho retroceder a España en economía, prestigio internacional, calidad de la democracia, derechos humanos, cohesión y seguridad, pero donde los daños quizás sean más peligrosos es en la política internacional, donde España ha pedido la amistad de Estados Unidos, ha empeorado sus relaciones con Rusia, se ha implicado con tibieza en la guerra de Ucrania, ha estrechado relaciones reales con la chusma comunista del planeta, sobre todo con Venezuela y Cuba, se ha enemistado con todas las derechas emergentes del mundo, la última de ellas la Argentina de Milei, ha debilitado su posición en Europa, ha quedado fuera de los grandes foros donde se deciden los destinos del mundo, no ha logrado mejorar su relación con Marruecos, a pesar de las humillaciones y concesiones, y se ha ganado un enemigo cercano tan peligroso como Argelia.
La ruptura del Tratado de Amistad y Cooperación con Argelia, por decisión unilateral argelina, fue un notable drama de la desastrosa política exterior de Pedro Sánchez y su gobierno, que ha convertido a España en una especie de "paria" internacional sin prestigio y aislado.
Argelia, convertida en "enemigo" resentido, es un vecino peligroso que puede inundarnos con pateras y hacernos mucho daño en África como represalia por el cambio de rumbo personal que ha impuesto Sánchez a la política española sobre el Sahara y la traición al pueblo saharaui.
Sánchez ha tenido el "mérito" de romper con Argelia, traicionar a los saharauis y no solucionar el conflicto con Marruecos de una tacada. Triple daño para España, triple ridículo, triple perjuicio y triple riesgo.
Nadie se extraña ya en Europa de los estrambóticos errores y vaivenes de la política exterior del gobierno de Sánchez, internacionalmente conocida porque siempre opera a favor de sátrapas y dictadores, olvidando defender principios y valores como la democracia y las libertades y derechos del ser humano.
Existe una especie de "Internacional de la tiranía", no institucionalizada pero real, de la que España, sin formar parte, actúa como agente y defensora,
España es, con gran diferencia, el país europeo más sometido al globalismo y a los objetivos de la Agenda 2030, una postura que implica el apoyo a esa internacional de la tiranía que cierra medios de comunicación críticos, que ejecuta a los que roban, que ahorca a los gays, que decapita a los infieles, que oprime a la mujer y que tiene sus cárceles llenas de opositores políticos y de gente cuyo único pecado es pensar diferente que el poder, un mundo siniestro donde figuran países tan amigos de España como Cuba, Irán, Venezuela, Nicaragua, China y otros de similar pelaje.
En esa internacional siniestra figuran los dos países del mundo que más ciudadanos ejecutan cada año: China e Irán.
Por fortuna, los socios europeos de España siguen defendiendo la democracia y los derechos humanos en sus relaciones internacionales y esa postura de la Unión mitiga la suciedad de la política externa de España.
Errores bisoños de una política exterior en manos de “inexpertos” que creen que la falta de principios, el predominio de la ideología y el abrazo sonriente pueden sustituir a valores estables que han soportado las relaciones internacionales durante siglos, como el respeto a las leyes y la reciprocidad. Son torpezas diplomáticas y estratégicas de gente que ignora que si existe un espacio en política que no puede alimentarse de utopías, sueños y deseos, es la política exterior, donde los intereses de unos chocan con los de otros y donde el realismo se impone siempre por la fuerza de la razón y de la lógica.
Los bodrios sanchistas en el mundo y la desconfianza hacia España, presente incluso dentro de la OTAN, han privado a España de grandes negocios y ha dejado fuera a nuestro país de grandes acuerdos y consorcios, ideados para hacer negocios internacionales y crecer juntos.
Sánchez es un gran fabricador de bodrios que está dejando a España descolocada, aislada y debilitada en el concierto mundial. Al sucesor de Sánchez le queda por delante un trabajo enorme de recuperación de prestigio y confianza en el mundo, después de un sanchismo que ha convertido la política exterior de España en una fábrica de desconfianza y de enemigos.
Francisco Rubiales