Revista Opinión
Cada día estoy más convencido que en general no nos damos cuenta que la estupidez nos lleva irremediablemente por los caminos de los vaivenes que nos imponen unas minorías que son las que siempre detentan el poder.
Que somos marionetas que los hilos del poder nos manejan a su antojo, eso no es nuevo.
Cada vez que se produce un hecho significativo que de alguna forma nos roza o toca de lleno nuestra sensibilidad, se pone en marcha lo más oscuro de nuestro ser y podemos cometer, las más de las veces acciones totalmente viscerales que enfrentan extremos ciegos de nuestras formas de pensar.
En general los políticos me dan mucho miedo. Me dan miedo porque cuando están en campaña todo son promesas a cumplir, pero cuando terminan y consiguen gobernar, se olvidan totalmente de lo que los votantes les hemos indicado.
Por eso y alguna cosa más les tengo miedo. Pero en realidad me estoy mintiendo a mi mismo, y eso sí que es peligroso.
Empezando por los partidos políticos, las estructuras de estas organizaciones no son las correctas, pues al final lo que decide el líder de cada partido es lo que va a misa, la puesta en escena del poder quiero decir.
Al final queramos o no, resulta que estamos regidos por la estupidez.