Revista Opinión

La ética de los activistas. No todo colectivo merece apoyos.

Publicado el 22 enero 2014 por Manuhermon @manuhermon
Conflicto en Intereconomía o Canal 9, ¿dónde se coloca la izquierda? Sacado del periódico digital Público escrito por Pascual Serrano (26/12/2013)
El reciente conflicto laboral de los trabajadores del canal de televisión Intereconomía, junto con el cierre de RTVV, y el reconocimiento de los trabajadores de esta cadena autonómica de que manipularon y silenciaron voces como las de las víctimas del accidente del metro de Valencia, ha abierto un debate sobre la deontología de los periodistas y el grado de defensa que merecen estos trabajadores. [...]
La primera contradicción supondrá reconocer que cuando estos dos canales silenciaban otros conflictos laborales, manipulaban las noticias o censuraban cualquier voz crítica con los gobernantes de la derecha, muchos de esos trabajadores no tenían un problema en formar parte de la infamia.
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En el caso de Canal 9, los trabajadores se escudaban en la defensa de una televisión pública. Claro que debemos defender la existencia de una televisión pública, pero eso que emitían no merecía ninguna defensa.
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Podemos llevar años vilipendiados por un determinado medio de comunicación, rabiando por el comportamiento de muchos de sus periodistas que tienen como bandera su servilismo al poder y su combate a cualquier opción alternativa, y cuando ese medio cierra o se encuentra en crisis económica, nos movilizamos en solidaridad por esos trabajadores para que se mantenga su puesto de trabajo y su maquinaria de mentira y combate contra los mismos que protestamos por su cese.
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Si mañana un gobierno declara cerrar la comisaría de los antidisturbios que disolvían a porrazos las manifestaciones, ¿también nos movilizaremos en contra?
Si el gobierno ahora cancela la compra del camión que lanza chorros de agua para disolver manifestaciones, ¿es una mala noticia porque no tendrán trabajo los empleados que iban a fabricarlo?
Si un próximo gobierno de izquierda elimina los curas castrenses y los profesores de religión que estamos pagando con dinero público, ¿nos manifestaremos en defensa de esos puestos de trabajo también?
¿Fue una mala noticia que algunos trabajadores dejaran de fabricar minas antipersona? Quizás se quedaron sin trabajo.

------------------------------------------------------------------------------------- Mi amigo Jesús de Bargas-La Sagra, confiesa las dudas que le embargan a la hora de interpretar los acontecimientos anteriores, escribe abriendo una polémica en el entorno de la ética, mostrando dudas que muchos tenemos en ocasiones similares a las mencionadas. Complicado de resolver.
Hola Manuel, esta temática es muy peliaguda. ¿Por dónde se traza la frontera ente el asalariado digno y el indigno?  (¿?)
Yo, que he trabajado muchos años colaborando a fabricar artilugios electrónicos para no sé qué uso o destino, pues no sé si algún aparato electrónico se haya usado en teledirigir misiles o artilugios bélicos,  ¿me tengo que avergonzar de algo? ¿Tengo que arrepentirme de haber trabajado en eso?
Voy todavía más allá: Alguien que haya trabajado fabricando armas u otros artilugios para el uso de militares o de policías antidisturbios, cuando se quede en el puto paro ¿tendremos que aplicarle la misma filosofía que a los despedidos de Canal9, de Intereconomía TV o de La Gaceta?  Ese articulista pone el dedo en la llaga. Perooooo, ¿en qué llaga...? ¿Tiene mucha o poca razón?
Para mi forma de pensar actual (que en cualquier momento pudiera dar un giro) no creo que desde mi condición de asalariado, deba apiadarme, condolerme ni solidarizarme con los hipotéticos antidisturbios que se tuvieran que ir, hipotéticamente, al paro. Pero incluso, esa postura es discutible y peligrosa. ¿Me tengo que alegrar también de que se vayan al puto paro los asalariados de la fábrica de camiones-lanza-chorros-de-agua? Y ya, metidos en harina, ¿me tengo que alegrar de que se queden en paro los trabajadores de las fábricas de fusiles-lanza-pelotas, de fábricas de trajes almoadillados azul-oscuro-casi-negros?
No sé; no sé. Estoy hecho un lío. A un periodista que se mete en una televisión rayana en el fascismo, que es el azote de la izquierda española y luego se queda en el puto paro, ¿qué tratamiento es correcto que yo le dé? (Que le demos todos).
Para resolver estas cuestiones hay que aplicar a todo esto la "prueba del 9", que consiste en preguntar al Jesusito que llevo dentro: ¿Qué harías tú si trabajaras en una empresa que hace o publica cosas contrarias a la verdad, a la ética, a la moral, a los derechos humanos, a la ostia puta...? https://mail.google.com/mail/images/cleardot.gif ----------------------------------------------------------------------------
Vivimos en un mundo altamente complejo, los casos anteriores se pueden extender hasta el infinito, sirva recordar que las guerras o conflictos de cualquier tamaño no se ganan solo con armamento directo en el campo de batalla, sino con alimentos, abastecimiento, logística, transportes y comunicaciones, economía, capital humano desplegado en campo de combate, en relaciones diplomáticas, utilizado en propaganda, medicina, etc. todo ello en los campos de poder blando y poder duro. 

Son muchas las labores que se desarrollan en todas las ramas productivas susceptibles de utilizarse con fines perversos:  1) sectores industriales vinculados directamente al armamento o transportes y apoyo logístico son materiales utilizados para reprimir, en este campo no solo estarían las armas, sino todos los materiales, metalúrgicos, eléctricos, energéticos, plásticos, electrónicos, -drones, gases, radioactividad, deshechos, construcción, medios de comunicación…- investigaciones químicas, biológicas, físicas… cualquier investigación puede utilizarse con unos u otros fines, incluidas las médicas;  2) todo soporte tecnológico es susceptible de utilizarse en guerras, represión, mayor explotación…; 3) trabajos vinculados con las finanzas darán soporte a todo tipo de tropelías, el terrorismo, las drogas, las guerras, las debacles financieras de pueblos y países… están soportadas en mecanismos financieros sin los cuales sería imposible que se desarrollaran; 4) cualquier trabajo en el entorno del sector estatal puede utilizarse como apoyo necesario de las políticas gubernamentales de inequidad, etc. etc. Al trabajo de casi todo el mundo se le podrían encontrar vínculos con la explotación, la represión, las guerras, el enriquecimiento de unos pocos y la pobreza generalizada de millones de personas y las injusticias. Si a escala nacional resulta complicado encontrar respuestas equilibradas, a escala global las dificultades para hacerlo aumentan extraordinariamente. Los trabajadores de la tele valenciana o los de Intereconomía, vistos en general fueron unos traidores, vendidos, porque durante largo tiempo el contenido que salía de esas emisoras, el resultado de su trabajo, hizo daño a decenas de miles de ciudadanos, agredieron a los débiles aprovechando su posición de poder. Lo cual no invalida que dentro de esas empresas pudiera haber individuos que se enfrentaran.
Lo anterior sucede en todas las empresas, ahora y durante el franquismo solo luchaban unos poquitos, y en muchas ocasiones pedían ayuda a sindicatos y partidos para resolver su problema, de los que se olvidaban inmediatamente una vez solucionado, eran vistos como instrumentos externos al servicio de sus necesidades inmediatas. Es parecido a lo que ocurría a escala país y por lo que nos acusaban de españoles fascistas desde fuera, molestaba a los que luchaban aquí dentro, pero la calificación era adecuada a la resultante mayoritaria, volvemos a recordar que Franco murió en la cama y el franquismo sociológico es abrazado por millones de españoles. Algo similar debió ocurrir en esas empresas que mencionas, cerradas ahora, pocos trabajadores sintieron la mierda con la que inundaban las conciencias de forma activa, quizás unos pocos se sentirían molestos, pero la cuestión era que la resultante que padecíamos, lo que salía a la sociedad, tapaba con mucha basura la debilidad de otras personas para que pudieran seguir haciéndoles daño, como a las víctimas del metro de Valencia.

Continuará... (Se añade la segunda parte posteriormente)


Ni toda movilización, ni todo colectivo merecen apoyos

No toda movilización merece apoyarse. En todo caso, antes de apoyar una reivindicación conviene analizar a quien perjudica y beneficia, estudiar los grupos que la impulsan, quienes son los que dirigen el movimiento, con qué objetivos, que pretenden conseguir y de qué forma; habrá que estudiar si las reivindicaciones son adecuadas aquí y ahora, y si benefician a amplios colectivos de forma sostenible, las otras alternativas existentes, habrá que tener en cuenta los costes y los retornos sociales y/o económicos… qué dicen y cómo, sus postulados y argumentaciones, etc. No todo objetivo es defendible, Eurovegas es un reciente ejemplo, se vendía desde la caverna como proyecto generador de puestos de trabajo, pero desde posiciones progresistas no podía poyarse por muchas razones.
No todo colectivo merece apoyos, -ejemplo controladores aéreos-No es sencillo plantearse el apoyo a estos colectivos de trabajadores, de hecho miles de personas se mantendrán al margen al recordar sus actuaciones pasadas, los juzgarán indignos de apoyo, no parecen estar en los primeros lugares que conciten la solidaridad de la población. A título personal, se debería reflexionar alrededor de cada grupo, en donde seguro habrá hijos de puta que disfrutaban con el daño que hacían y algún individuo bueno que sufrió dentro. Esto sucede en todas las empresas, en todos los sectores, en todas las luchas, hay un sector chungo y otro majo, lo diferente será el nivel, la proporción de chungos, de los que dañaban a otros a sabiendas, pero siempre habrá la posibilidad de desobediencia civil, de activar mecanismos de protesta interna, de sacar a título grupal o particular, comunicados o informaciones de apoyo a sectores desvalidos y víctimas, pisoteados por la información oficial. No se trata de buscar santos, no existen, todo individuo es un mar de contradicciones y transversalidad en sus ideas… pero tampoco de aceptar la obediencia debida como salvaguarda de responsabilidades porque entonces toda maldad quedaría justificada, las acciones de cada cual contienen criterios morales que se deben tener en consideración. La disculpa de que todos estamos obligados por alguien o algo no debe servir para justificar las actuaciones de nadie, –el nazismo se justificaba de esa forma, recibían órdenes, cumplían las leyes y Hana Arendt tiene buenos alegatos para explicar su funcionamiento, que no para justificar su comportamiento- pretender justificar la actuación de cada uno en que no tenía más remedio que obedecer enterraría la posibilidad de ética individual, la responsabilidad de cada individuo por sus acciones, ante sí mismo y ante los demás.  Hace casi cuatro años escribí aquí mismo:

Todos tenemos responsabilidad individual (05-08-2010)

Hay individuos que utilizan un mecanismo de escape de la realidad, consistente en convencerse de que las grandes decisiones son tomadas por personas importantes, desde un trono, que deciden una vez en la vida, tal como suelen contar los libros y así tienen gran repercusión entre multitudes, por tanto ellos, seres humanos individuales y limitados en su poder estarán siempre al margen de esa responsabilidad. Con esa ilusión pretenden huir de los problemas, quieren creer que el exterminio de seis millones de judíos se debió a una firma puesta en un papel por una sola persona, lo cual les deja con su conciencia tranquila, porque ellos nunca harían algo así, dicen. Esta forma de pensar no es más que una coartada. El exterminio se llevó a cabo porque en cada barrio, en cada ciudad, tenderos, empleados de banca, policías, carteros, metalúrgicos, mujeres, niños y ancianos, todas ellas personas individuales, que nunca tomaron ‘grandes decisiones’, denunciaban algo de cada vecino, compañero de trabajo o de estudios, apoyaban la selección primero, luego el control administrativo, posteriormente la construcción de transporte y de campos, sin que necesariamente cada decisión individual implicara un asesinato, ni por supuesto responsabilidad sobre la totalidad del proceso. El mecanismo es el mismo que se utiliza para la xenofobia y el racismo. El problema reside en que ninguna persona, individualmente, tiene responsabilidad sobre la totalidad de un proceso completo, sea éste individual o colectivo. La cuestión que debemos asumir es que las decisiones importantes de la vida se toman diariamente y siempre son pequeñas en cuanto son ejecutadas por una persona y afectan en general a poca gente, a veces a un solo individuo, pero son las que determinan la personalidad moral o ética de cada uno y del colectivo que tiene a su alrededor. 


Nuestra decisión la tomamos por acción, pero también por omisión, con la respuesta o con el silencio, que damos al jefe, amante, amigo, o vecino que nos rodea, y por supuesto a nuestro colectivo militante o afiliado, defendiendo una postura justa o una reivindicación, sin evadirnos del presente con el engaño de que el futuro resolverá, mejorará o cambiará la situación de que se trate, sin cerrar los ojos ante todo lo que sucede delante de nosotros.
…/… Volvemos al inicio del debate planteado por Jesús de Bargas-La Sagra, y resulta que la responsabilidad de los medios de comunicación en estas crisis que padecemos es inmensa, tertulianos, periodistas, directores, propietarios… desde la etapa aznarista –en la que apoyaron a fondo el regreso de la derechona al poder político e ideológico- taparon con su basura todos los desmanes que se cometían, ocultaban los grandes problemas que se estaban generando, callaban voces que alertaban, condenaban personas críticas y evitaban debates que hubiera sido necesario tener, poniendo pantallas de humo en su lugar, y aquel ‘España va bien’, que todavía hoy es posible escuchar a muchos tertulianos, estaba muy bien con Aznar, hasta que la destrozó Zapatero. Si a escala país estos comportamientos suscitan reflexión, todo cobra una dimensión más preocupante y compleja cuando enfocamos el problema a escala mundo y nos referimos a nosotros como españoles, europeos. Somos occidentales, los que estamos en los eslabones de arriba de la cadena imperialista y nos hemos beneficiado durante años de la explotación del Tercer Mundo. Al final de los sesenta y durante los setenta, bastante antes de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS, se abrió una polémica en el marxismo alrededor de la participación de los trabajadores occidentales en los beneficios de la explotación del planeta, quizás siempre existió ese aspecto en los movimientos intelectuales europeos, pero en los 60/70 lo viví. La cuestión es muy dura de aceptar moralmente y no tiene fácil encaje en nuestras ideas, entre otras cosas porque en esta fiesta somos los privilegiados, comparados con los pueblos de África, Sud América o Asia, muchos de ellos emergentes que hoy forman una de las puntas de lanza de la crisis que padece Europa. –Sin integrar la globalización, los mercados y los emergentes es imposible entender el cambio de era por el que transitamos, como explico en la segunda mitad de ‘El poder de los mercados. Y losespañoles’ -.
Los procesos productivos occidentales, entre otras cuestiones se basaban en energía y materias primas procedentes de esos lugares, que eran obtenidas en condiciones altamente favorables respecto a los precios que posteriormente se cobraban por las mercancías o servicios producidos y ello aún a pesar del valor añadido por los trabajadores occidentales en la producción, a lo que sumaban el control financiero, comercial, político, militar... No es sencillo ni lineal, no podemos afirmar rotundamente que la única causa de la pobreza de esas partes del mundo sea la intervención occidental, pero desde luego existió una responsabilidad externa que empujaba en esa dirección y que benefició durante años a los trabajadores occidentales. -Aunque también exista la responsabilidad interna de cada pueblo y lugar, que no es el momento de discutir-.

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