Conviene aislarse del cóctel de pactos políticos y de su seguimiento "interesado" por parte de algunos medios para detenerse a escuchar a personas como el profesor de filosofía Emilio Lledó hablando de la esencia de los términos "pacto", "educación, "decencia" y "ética", no vaya a ser que nos estén confundiendo con el concepto de "regeneración" que llena la boca de los políticos estos días.
Siempre he pensado que la ética y la decencia son cualidades referidas a personas y, por tanto, no pueden aplicarse a las cosas. No se puede hablar de la ética de los partidos políticos como tampoco se le puede atribuir esa cualidad a los bancos o a las empresas periodísticas por poner solo tres ejemplos. El conjunto de normas morales solo aplica para los hombres y no para las instituciones. Las personas que integran esos órganos son las que modulan con su comportamiento la imagen que éstas trasmiten a la sociedad. La ética es del político, del banquero o del periodista individualmente.
Hablar de regeneración política como la capacidad que tienen los propios políticos de reconstruir los valores amputados, como los miembros de las lagartijas que crecen cuando se seccionan, solo puede hacerse con nuevas células reproductoras cargadas de ética, que no parecen estar dispuestos a generar.
Contra la corrupción de los políticos, solo cabe el no votar a los corruptos, decía Emilio LLedó en una entrevista en El Intermedio, en la que no se explicaba cómo algunos ciudadanos lo seguían haciendo.
El problema es que no se puede separar el voto a un partido del voto a algunos políticos corruptos que integran sus listas electorales, y que algunos ciudadanos pueden pensar que es mejor votar al corrupto conocido que al advenedizo por conocer. Ese tipo de comportamiento es lo que el profesor Lledó llama "desesperanza" y al resultado de estas elecciones es lo que le produce cierta "esperanza".
Pero, hemos llegado tan bajo en los niveles de ética de algunos de nuestros políticos que parece ser que para realizar algunos pactos postelectorales basta con que cumplan una sola de las normas morales: que los políticos del partido opositor no sean ladrones y no se apropien del erario.
No parece necesario pedir mucho más.
A Rajoy, le basta con que el PSOE no pacte con la "extrema izquierda" y al PSOE que no gobierne el PP con Ciudadanos.
En el fondo el pacto de regeneración que quisieran ambos es el de que se volviera a recrear el bipartidismo político que ha perdido un pata y la cola, por el éxito electoral de los nuevos partidos, como la lagartija con la que juegan unos gatos recién llegados al jardín pierde una extremidad.
El riesgo de simplificar la ética de los pactos entre los partidos políticos es olvidar los valores en los que se deben cimentar éstos, como la educación, la decencia, la honestidad, la igualdad de oportunidades, la libertad, la transparencia, la solidaridad... Eso es lo que un político debería acordar para que hubiera Paz, que al fin y al cabo, como nos recordaba LLedó, es una palabra de la que se deriva la de Pacto.
Hay una oportunidad, una "esperanza" de volver a reconstruir una ética de la política, pero depende de los políticos y de los ciudadanos; no habría que canjearla por el mero intercambio de poder.
También la hay para que algunos periodistas que han jugado sucio siguiendo consignas del poder, soslayando la corrupción y defendiendo tesis anticiudadanas hagan balance de su falta de ética. Aquí el ciudadano ya les está castigando con la ignorancia. La audiencia se está desplazando, como los votos, hacia los medios de comunicación con periodistas honestos y creíbles.
¿Querrán también algunos medios iniciar una etapa de regeneracción basada en la ética de sus periodistas?
Algunas lagartijas acaban sin vida entre las uñas de los gatos, solo por jugar con ellas, y ya no tienen la oportunidad de que les vuelvan a crecer las patas y la cola. No hay posibilidad de regeneración.