En primer lugar, y ante las opiniones que los lectores pueden tener al respecto, yo entiendo y comprendo que el tema que voy a tratar hoy, es un tema muy, muy delicado. Sin embargo, trataré de enfrentarme a él, de la forma más objetiva posible.
Pues bien, alrededor del planeta, sólo 4 países, recogen en sus leyes la posibilidad de practicar la eutanasia ( Acto de provocar intencionadamente la muerte de una persona que padece una enfermedad incurable para evitar que sufra), a todas aquellas personas, que lo deseen, mayores de edad (salvo en Bélgica), y cuya esperanza de vida sea nula o casi nula. El primer país del mundo que legalizó la eutanasia fue Holanda en Abril del 2002. Tras él llegaron Bélgica en Mayo del mismo año, Luxemburgo en el año 2009 y Colombia en el 2015. Además, en otros países (Suiza) y estados de Estados Unidos (Vertmon, Oregon, California, Washigton y Montana) , aunque la eutanasia está penalizada se permite, legalmente, llevar a cabo,el denominado, “suicidio asistido”. En Estados Unidos, el suicidio asistido, consiste en permitir al enfermo, quitarse la vida, a través de un medicamento, siempre y cuando este tenga sus facultades mentales intactas.
Así pues, y centrándonos en la eutanasia, son muy pocos los países que la reconocen y muchos sus detractores por varios motivos. Las personas, en el fondo, no se quieren morir (como es lógico), y, además, muchas veces sus familiares prefieren tener al enfermo vivo y cerca de ellos, aunque sea postrado en una cama, a que se muera. Por su parte, las ideologías, sobre todo religiosas, también interfieren, y mucho, en estos aspectos. Y por ejemplo, en el caso de España, un país abiertamente católico, eutanasia y catolicismo chocan, motivo por el cual, en las ocasiones en las que se ha planteado la posibilidad de legalizar esta practica, han sido muy numerosas las voces que se han alzado contra ello. De hecho, el momento en el que el debate alcanzó su punto álgido fue con el caso de Ramón Sampedro, persona que a la edad de 25 años quedó tetrapléjico y el cual pidió en innumerables veces que le dejasen morir dignamente. Al final, Ramona Maneiro, una asistente suya, le ayudó en su decisión final, Y, aunque la justicia la investigó no pudo condenarla por falta de pruebas. Una vez el delito había prescrito, Ramona lo confesó todo. De momento, la eutanasia sigue penalizada en España. A su vez, son muchos los casos, alrededor del planeta, de personas que han pedido que se les deje morir con dignidad, situaciones muy famosas como las de Valentina, niña de 14 años, chilena que pedía la eutanasia debido a su enfermedad, Eluana Englaro, una joven que tras un accidente de tráfico llevaba más de 15 años en estado vegetativo, y cuyo padre pidió en varios ocasiones que la desconectasen de las máquinas que la mantenían con vida, creándose, de este modo, una gran controversia en el país transalpino o el caso de Chantal Sébire, mujer francesa que estaba ciega y con la cara deformada debido a un tumor. Alguien, como en el caso de Ramón, le ayudó a poner fin a su vida.
En definitiva, y viendo los casos que se repiten constantemente alrededor del planeta, y viendo lo que yo he visto en personas cercanas a mi, yo pienso que la legislación debía ser algo más flexible al respecto. Dejar, a las personas, que lo deseen, o que lo hayan dejado firmado, que tengan la posibilidad de morir como ellos quieran. Eso si, aquí también hay que tener mucho cuidado al respecto. Tener todo muy claro y muy bien controlado. Y en ningún caso, y bajo ningún concepto, que nadie pueda decidir por ti. Si todo no queda bien claro y bien controlado, es mejor que todo siga igual.