Me acabo de dar cuenta de que estamos ya a mediados del mes de mayo y no os he contado la aventura más curiosa que viví el mes pasado. Esto no tiene perdón. Allá va:
Érase un día cualquiera del mes de abril; uno de esos en que hace calor y no llueve, y se puede pasear por la ciudad tranquilamente para aprovechar que se tiene un día libre y nada mejor que hacer. Aquel día pensé: voy a irme de compras; una actividad que no me gusta especialmente llevar a cabo, todo sea dicho, pero que en aquel momento resultaba esencial porque necesitaba un regalo de cumpleaños para aquella misma tarde.
Bien. Me fui de compras. Me agobié con las hordas de adolescentes que parecen no tener nada mejor que hacer en la vida que dedicar la mañana de un sábado a entrar de tienda en tienda y tiro porque me toca pegando gritos a ver cuál de todos llama más la atención. Cogí un autobús. Me fui hasta el centro de Salzburgo y, al llegar, me compré un bocadillito relleno de un filete empanado y una botellita de té helado sabor melocotón para calmar la sensación que tenía mi estómago de estar a punto de morir de inanición.
Aquel día pensé: podría sentarme en un banco de un parque a comer y así, tal vez con suerte, a lo mejor se me pega un poquito de sol que no derive en quemaduras de segundo grado, pellejos incluidos. Y allí estaba yo, disfrutando de mi bocadillo y ojeando el regalo que había comprado (que era un libro de esos que tiene que rellenar uno mismo) cuando se me acercaron un hombre y una mujer, ambos con una bolsa colgada de su hombro.
Y el hombre me dijo: "¡Hola! Veo que te gusta leer, ¿no?". Con algo de recelo le dije: "Síiii..." Y me respondió: "¿También te gusta leer la biblia? ¿Tienes una en tu casa?" ¡No puede ser! - pensé. ¡Nunca me había pasado algo de esto! Al menos en Austria. Y le respondí: "No, no tengo ninguna". Tácticamente consiguió mi permiso para sentarse en el aire a mi lado y contarme que existen aplicaciones para el móvil en las que uno se puede descargar la biblia, porque en ella se nos habla de todos esos misterios de la vida, como los extraterrestres y otros fenómenos que aparecen en los libros de ciencia ficción (que en realidad son más reales de lo que creemos, según me contó), o cómo afrontar la muerte de un ser querido, como le ocurre a todo el mundo, o cómo mantener una relación sana con padres e hijos...
Os juro que yo pensaba que me quería vender un libro. O varios. Pero no, me regaló un folleto en el que aparecen extractos de la biblia aplicados al día a día, y en su última página se incluye un enlace a una web donde puedo descargarme una de esas biblias online tan modernas. También me dijo que en esa web puedo encontrar su dirección por si quiero pasarme y hacerles alguna pregunta...
Con todos mis respetos. Es decir, sin ánimo de ofender, de verdad, que en otras épocas tuve un conocido/amigo/compañero de estudios que formaba parte de un grupo de este tipo y de hecho me considero una persona tolerante. Pero mi pregunta es: ¿en serio? ¿Una biblia online? ¿Es ésta realmente la nueva forma de acercamiento a posibles futuros creyentes? Lo siento, y gracias, pero no.
¡Y todo esto por sentarme en un parque a contemplar un regalo! Que no era más que algo así como: "Toda la verdad sobre mi padre revelada por... ¡él mismo!", es decir, un libro para rellenar que le compré a un amigo que va a ser padre al mes que viene y no se me ocurría qué otra cosa podría necesitar... No sé si el error fue ese o sentarme en el banco, pero oye, ni comer tranquila al aire libre puede ya una...
Moraleja de esta historia: ni andando me libro de aventuras como estas. Veremos qué me depara el mes de mayo.